Gengibre 
Momia del período predinástico 
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vaso canope

Vasos canopes
 
 
Tomografía computarizada del cráneo
de una momia del 900 a.C
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La información patológica que puede obtenerse de las momias está restringida por las manipulaciones a que era sometida durante el proceso de embalsamiento. La mayor parte del cerebro era extraída a través de la nariz. Las vísceras y los pulmones eran extraídos y, una vez tratados convenientemente, se conservaban en los vasos canopes. Sin embargo, su estado de conservación es muy pobre para poder revelar la existencia de una enfermedad. El corazón y los riñones permanecían en su sitio y pueden ser utilizados para su estudio así como otros órganos mantenidos accidentalmente en su sitio. 

El esqueleto, los músculos y la piel se mantenían tal cual y, en algunas ocasiones se han conservado muy bien. Este es el caso de la cabeza del faraón Sekenenre, que muestra claramente las heridas que le provocaron la muerte en la batalla contra los hicsos. 

Los rayos X y la tomografía computarizada, que pueden ser realizadas sin quitar los vendajes de la momia e incluso sin abrir el sarcófago han sido una valiosa fuente de información, mostrando las estructuras óseas, tejidos blandos e implantes. Las cavidades corporales pueden ser exploradas por endoscopia practicando sólo pequeños orificios para la introducción de la fibra óptica. 

La toma de muestras de tejidos ofrece hoy día un particular interés. Una vez rehidratadas, los tejidos pueden ser teñidos y examinados al microscopio óptico y electrónico. La recuperación de DNA, comenzada a partir de 1985, con la reacción de la polimerasa en cadena,  ha abierto un enorme campo para la determinación del sexo, parentesco, enfermedades genéticas y grupos étnicos. En algunos casos, puede recuperarse también DNA bacteriano, viral o parasitario de individuos infectados. Sin embargo, esta técnica está limitada por la destrucción del DNA y la contaminación por hongos, bacterias o insectos. Hasta la fecha, las mejores recuperaciones de DNA se han conseguido de DNA mitocondrial (que se obtiene con facilidad de los osteocitos) obteniéndose fragmentos de hasta 200 pares de bases. A pesar de ser tan cortas, estas secuencias suministran a menudo un valiosa información