La enfermedad se caracteriza por la aparición de un eritema, acompañado de una sensación de ardor o quemazón a las 2 horas de la exposición al sol, principalmente en la cara, manos y otras áreas expuestas. En las 24 horas siguientes se produce una erupción de pápulas simétricas que, a veces se hacen pedunculadas y hemorrágicas. Al cabo de unas semanas, se forman costras que, al desprenderse dejan unas cicatrices hipopigmentadas y deprimidas que se asemejan a las dejadas por la varicela.

Ocasionalmente se originan efectos sistémicos como malestar, cefaleas y fiebre. También se han descrito en algunas raras ocasiones queratoconjuntivitis y precipitados córneos en la córnea que indican una queratitis inflamatoria