EL UKPDS

PREGUNTA Nº 7: ¿Cuales fueron los efectos del control de la presión arterial?

Un buen control de la presión arterial como el conseguido en el UKPDS, redujo significativamente los riesgos de todos los accidentes cardiovasculares y microvasculares, con reducciones del riesgo que oscilaron entre el 24 al 56%. Se observó una disminución del 21% en los infartos de miocardio, aunque esta redución no llegó a alcanzar significación estadística (p = 0.13). El tipo y número de efectos adversos observados con un "buen control de la presión arterial" (media 144/82 mmHg) o por un "menos bueno control de la presión arterial " (media 154/87 mmHg) no fueron diferentes de los comunicados previamente en la literatura.

El estudio UKPDS también comparó un tratamiento antihipertensivo con un inhibidor de la ECA y con un b-bloqueante. Ambos fármacos fueron igualmente efectivos en la reducción de la presión arterial aunque los pacientes bajo b-bloqueantes mostraron un control de la presión arterial ligeramente mejor (un mmHg menos de presión sistólica y 2 mmHg menos de presión diastólica). Ninguno de los fármacos fue superior al otro en lo que se refiere a problemas aparecidos, incluyendo muertes relacionadas con la diabetes, infartos de miocardio o problemas microvasculares. Tampoco se observaron diferencias significativas en la microalbuminuria o la proteinuria. Sin embargo, debido a la baja prevalencia de nefropatía en la población estudiada, no queda claro si se produjeron suficientes eventos como para observar un efecto protector de uno u otro fármaco sobre la progresión de la nefropatía.

Se concluye que ambos tipos de fármacos empleados para reducir la presión arterial son igualmente efectivos y seguros y que pueden ser empleados indistintamente para tratar pacientes diabéticos de tipo II con hipertensión arterial no complicada.

Hay que hacer constar que la reducción de la presión arterial fue igualmente beneficiosa para los pacientes bajo un tratamiento intensivo o convencional para reducir sus niveles elevados de glucosa.

Se concluye, pués, que tanto la hiperglucemia como la hipertensión deben ser tratadas enérgicamente cuando concurren en un paciente y que las reducciones en los problemas cardiovasculares y microvasculares resultantes de dicho control serán aditivas.