INTRODUCCION La diabetes es un desorden metabólico caracterizado por altos niveles de glucosa en sangre y por complicaciones microvasculares y cardiovasculares que aumentan de forma sustancial la morbilidad y mortalidad asociada con la enfermedad reduciendo la calidad de vida. La diabetes de tipo I se caractariza por la dependencia total de la insulina exógena y constituye aproximadamente un 10% del todos los casos de diabetes. La forma más frecuente de diabetes, la diabetes de tipo II, supone el 90% de todos los casos de diabetes y se caracteriza por una deficiencia de insulina o por una resistencia a la insulina. Ya desde comienzos de este siglo se postuló una relación entre las complicaciones de la diabetes y los elevados niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, sólo en la últimas tres décadas se han obtenido a partir de estudios en animales y de estudios clínicos evidencias que unen directamente la hiperglucemia con las complicaciones asociadas a la diabetes (1). Algunos de estos estudios también han demostrado que los tratamientos que reducen los altos niveles de glucosa en la sangre también reducen los riesgos de retinopatía diabética, nefropatía y neuropatía. Son muy notables los resultados de los estudios clínicos "Estudio del Control de la Diabetes y de sus Complicaciones" (DCCT) (2)y "Estudio de Intervención de Estocolmo" (3). Estos estudios mostraron de forma inequívoca en la diabetes de tipo I que la reducción de los niveles de glucosa en sangre retardaban el inicio y la progresión de las complicaciones microvasculares. Las reducciones del riesgo para estas complicaciones oscilaron entre el 35% y el 7%. Los análisis secundarios de estos estudios mostraron una fuerte correlación entre los riesgos de desarrollar estas complicaciones y el tiempo de exposición a la glucemia. Además no hubo un umbral discernible para la glucosa, disminuyendo las complicaciones de forma gradual a medida que los niveles de glucemia se aproximaban a los valores normales. La mejora en la glucemia también estuvo asociada a una reducción de los episodios cardiovasculares en el DCCT, si bien las diferencias no fueron significativas. Probablemente esto fué debido a que la mayor parte de los pacientes eran jóvenes y la incidencia de eventos cardiovasculares fué muy baja. Muchos otros estudios clínicos también apoyan la correlación entre el control glucémico y las complicaciones diabéticas en los pacientes con diabetes de tipo II, pero hasta la fecha, solo tres estudios aleatorizados y controlados han intentado encontrar una relación entre los niveles de glucosa en sangre y la incidencia de las complicaciones diabéticas. El primero de estos estudios fué UGDP ("University Group Diabetes Program") que no mostró ningún beneficio del control glucémico en los pacientes con diabetes de tipo II de reciente iniciación (4). Sin embargo, en este estudio el número de pacientes fué pequeño (sólo 200 pacientes en cada grupo de tratamiento), no existía el método de la hemoglobina glicosilada como medida de la hiperglucemia crónica y la diferencia en el control de la glucemia entre el grupo sometido a terapia intensiva y los otros grupos de tratamiento sólo fué de 30 mg/dl (1.7 mmol/l) para la glucosa en ayunas. Como dato más importante a tener en cuenta de este estudio es que la sulfonilurea (tolbutamida) y la biguanida (fenformin) utilizados para reducir la hipoglucemia estuvieron asociados a una mayor mortalidad cardiovascular. La sospecha de que los hipoglucemiantes orales pueden ser peligrosos en los pacientes con diabetes de tipo II ha persistido desde la fecha de publicación del estudio UGDP en 1970. El segundo estudio controlado en la diabetes de tipo II ha sido recientemente publicado (5). Este pequeño estudio, realizado en 110 japoneses delgados, mostró que las inyecciones múltiples de insulina conseguían un mejor control glucémico (HbA1c = 7.1%) que el tratamiento convencional (HbA1c = 9.4%), con una reducción significativa de las complicaciones microvasculares de la diabetes. La extensión de la reducción del riesgo en este estudio japonés fué idéntica a la observada en el DCCT, confirmando la hipótesis de que el control glucémico es importante en ambos tipos de diabetes. El tercer estudio en la diabetes de tipo II fué un estudio piloto aleatorizado en 153 hombres sometidos a terapia intensiva o convencional (6). A pesar de una diferencia del 2% en los valores absolutos de la HbA1c entre los dos grupos, el ensayo encontró diferencias estadísticamente significativas en la incidencia de accidentes cardiovasculares en el período de seguimiento de 27 meses. Con estos antecedentes, tenemos ahora los resultados del mayor y más largo estudio jamás realizado en pacientes con diabetes de tipo II (7-10). El Estudio Prospectivo sobre Diabetes del Reino Unido (United Kingdom Prospective Diabetes Study -UKPDS-) reclutó 5,102 pacientes con diabetes de tipo II recién diagnosticada en 23 centros del Reino Unido entre 1977 y 1991. Los pacientes fueron seguidos durante una media de 10 años para determinar:
Además, los pacientes con diabetes de tipo II que también eran hipertensos fueron también randomizados a un "estricto" y un "menos estricto" control de la presión arterial para determinar los beneficios de una reducción de ésta y los beneficios y desventajas relativos de un inhibidor de la ECA (captopril) o de un beta-bloqueante (atenolol). |
RESUMEN DE LOS RESULTADOS Y DE LAS CONCLUSIONES MÁS IMPORTANTES DEL UKPDS Los resultados del UKPDS demuestran que la retinopatía, la nefropatía y, posiblemente, la neuropatía se benefician de la disminución de los niveles plasmáticos de glucosa en la diabetes de tipo II cuando se establece una terapia intensiva que reduce la HbA1c a una media del 7% en comparación con la terapia convencional que reduce la HbA1c a un 7.9% de media. Las complicaciones microvasculares fueron reducidas en conjunto en un 25%. Estos resultados aumentan la evidencia de que la hiperglucemia causa estas complicaciones o es el mayor contribuyente. El análisis epidemiológico de los datos del estudio UKPDS muestra una relación continua entre los riesgos de complicaciones microvasculares y la glucemia, de tal forma que cada punto porcentual de reducción en la HbA1c (por ejemplo del 9 al 8%) ocasiona una reducción del 35% en el riesgo de estas complicaciones. Los resultados demuestran que los riesgos de complicaciones pueden ser reducidos de forma significativa cuando, aún existiendo hiperglucemia, los niveles de la HbA1c se encuentran por debajo del 8%. No se observó evidencia de un dintel glucémico para ninguna de las complicaciones microvasculares por encima de los niveles normales de glucosa (es decir, HbA1c >6.2%). Estos resultados confirman las conclusiones de estudios anteriores de que la reducción de los niveles de glucosa era beneficiosa en la diabetes de tipo II No se observaron efectos significativos de la reducción de los niveles de glucemia sobre las complicaciones cardiovasculares. Se observó una reducción del 16% (que no fué estadísticamente significativa, P = 0.052) en el riesgo combinado de infarto de miocardio fatal o no fatal y de muerte súbita. El análisis epidemiológico mostró una relación continua entre el riesgo de complicaciones cardiovasculares y la glucemia de tal forma que por cada punto porcentual de reducción en la HbA1c había una reducción del 25% en todas las muertes relacionadas con la diabetes, en un 7% de las muertes debidas a cualquier causa y del 18% en la incidencia de infartos de miocardio mortales o no mortales. De nuevo, no fue evidente ningún dintel en los niveles de glucosa por encima de lo normal para este tipo de complicaciones. La mayor incidencia anual de episodios de hipoglucemia fué del 2.3% de los pacientes por año en aquellos que recibieron terapia insulínica. El estudio mostró que la reducción de la presión arterial a una media de 144/82 mm Hg disminuía de forma significativa los ictus, las muertes relacionadas con la diabetes, la insuficiencia cardíaca, las complicaciones microvasculares y la pérdida de la vista. El análisis epidemiológico mostró una relación continua entre el riesgo de todas las complicaciones anteriores y la presión sistólica arterial. No hubo evidencia de un dintel para estas complicaciones para presiones arteriales superiores a los 130 mm de Hg. Los resultados del estudio UKPDS y sus implicaciones para el tratamiento de la diabetes de tipo II se revisan seguidamente en forma de preguntas y respuestas. |
PREGUNTA
Nº 1: ¿Como fué realizado el estudio UKPDS?
El diseño del estudio fue explícito y dirigido mediante protocolos pre-especificados con una aleatorización apropiada de los pacientes. Se llevaron a cabo tests clínicos y análisis de laboratorio mediante métodos aceptados y todos los puntos finales fueron documentados satisfactoriamente. El gran número de pacientes y su heterogeneidad confieren a los resultados una gran seguridad de que los resultados se pueden aplicar a la población de diabéticos de tipo II en general. El estudio UKPDS fué diseñado inicialmente como un estudio clínico aleatorizado de comparación de un tratamiento intensivo con cuatro monoterapias frente a un grupo de control sólo con dieta sobre la evolución de las complicaciones microvasculares de la diabetes de tipo II. Las tres monoterapias originales consistieron en clorpropamida, gliburide e insulina. En el subgrupo de pacientes con sobrepeso, se comparó la monoterapia con metformina frente a un grupo de control y frente a los otros tres tratamientos farmacológicos. El primer y más importante interrogante del estudio era determinar si la reducción de la glucosa plasmática era beneficiosa. Por tanto, el objetivo de todas las terapias intensivas era conseguir unos niveles de glucemia en ayunas < 108 mg/dl (6.0 mmol/l), mientras que el objetivo del grupo de control solo con dieta era conseguir unos niveles de glucosa en ayunas < 270 mg/dl (15 mmol/l). Estas grandes diferencias en los objetivos fueron el medio de asegurar una adecuada diferencia en la situación glucémica que permitiera comprobar la hipótesis principal. Sin embargo, pronto se hizo evidente que ninguna de las terapias orales era capaz de llegar al objetivo de la terapia intensiva, con lo que la separación glucémica entre los grupos de tratamiento y el control podía quedar comprometida. Por lo tanto, se utilizó una combinación de fármacos, mezclando insulina o metformina con las sulfonilureas cruzando los pacientes entre los diferentes grupos de tratamiento. Tampoco se consiguió el objetivo glucémico en los pacientes de control sólo con dieta (es decir mantener los niveles de glucemia por debajo de 270 mg/dl) de forma que el grupo no pudo mantenerse "puro" y los pacientes que sobrepasaron los niveles anteriores fueron tratados con los mismos fármacos que los de los demás grupos. Finalmente, el 80% de los pacientes de control tuvieron que ser tratados con uno o más fármacos antidiabéticos. Así, todos los efectos de los diferentes grupos de tratamientos fueron confusos debido a los cruzamientos, de forma que fue díficil discernir los efectos específicos de cada tratamiento. Por ejemplo, de los años-persona de tratamiento totales del grupo de control, el 58% fué consumido por pacientes solo bajo dieta, el 25% por sujetos tratados con una sulfonilurea sóla o en combinación con otros fármacos, el 12% por sujetos tratados con metformina y el 15% con insulina. En el subgrupo de pacientes con sobrepeso, la metformina fue administrada sola o en combinación con otros fármacos en el 82% de los años-persona correspondientes a los pacientes asignados a este grupo y en el 10% de los años-persona correspondientes a los pacientes asignados al grupo de control de los obesos. Estos cruzamientos farmacológicos hacen que las diferencias en la eficacia observada entre el grupo convencional y el de tratamiento intensivo sean más impresionantes, pero por otra parte, la prevalencia de los cruzamientos y añadidos reducen la confianza en las diferencias observadas o no detectadas entre los diversos agentes farmacológicos. Es interesante destacar que el principal análisis realizado en el estudio fue idéntico al realizado en el estudio DCCT. En ambos casos, los tratamientos intensivos diseñados para conseguir niveles de glucosa casi normales fueron comparados con la terapia convencional. |
PREGUNTA Nº 2: ¿Como ha contribuído el estudio UKPDS a nuestro conocimiento de la biología de la complicaciones diabéticas? Los resultados del estudio UKPDS confirman y amplian la evidencia anterior que soportaba la hipótesis de que la hiperglucemia y sus secuelas eran una de las principales causas de las complicaciones microvasculares de la diabetes. El gradiente de riesgo de accidentes microvasculares a largo plazo fué similar en el estudio UKPDS al observado para los accidentes microvasculares a corto plazo en el estudio DCCT. Esto demuestra que la presencia de hiperglucemia es una situación tóxica, ocurra cuando ocurra en la vida, independientemente de las causas subyacentes. El estudio UKPDS también demostró mediante el análisis epidemiológico que los accidentes cardiovasculares estaban asociados con la hiperglucemia de la misma manera que lo estaban la hiperglucemia y las complicaciones microvasculares. Sin embargo, el estudio UKPDS no demostró de una forma definitiva que una terapia intensiva capaz de reducir los niveles de glucosa en sangre fuera capaz de reducir los riesgos de complicaciones cardiovasculares en comparación con la terapia convencional. De esta forma, todavía queda poco claro cual es el papel de la hiperglucemia en las complicaciones cardiovasculares de la diabetes de tipo II. |
PREGUNTA
Nº 3: ¿Qué niveles de glucosa en sangre y qué
presión arterial sugiere el estudio UKPDS deben ser alcanzados
en los sujetos con diabetes de tipo II?
Los niveles medios de hemoglobina glicosilada conseguidos tanto en el grupo tratado con terapia convencional (7.9%) como con terapia intensiva (7.0%), son menores que los que se encuentran usualmente de media en la población diabética (~8.5-9.0). Estas diferencias pueden reflejar el que los pacientes fueron asignados al estudio clínico UKPDS inmediatamente después de diagnosticados, mientras que los valores medios de la hemoglobina glicosilada en la población diabética en general refleja una duración variable de la enfermedad. Se consiguió una reducción significativa de las complicaciones con una terapia intensiva que redujo los niveles de la HbA1c a un valor medio del 7.0% a lo largo de 10 años en comparación con el tratamiento convencional que consiguió un valor medio de la HbA1c del 7.9%. Además, en el análisis epidemiológico, no se observó evidencia alguna de un dintel glucémico por encima del valor normal de la HbA1c del 6.2%. Por lo tanto, los resultados del estudio UKPDS indican que debe utilizarse un tratamiento en la diabetes de tipo II que sea lo suficientemente agresivo como para mantener los niveles de glucosa tan próximos a la normalidad como sea posible. Los resultados del estudio sobre la presión arterial también indican que un tratamiento agresivo es beneficioso incluso en el caso de una hipertensión ligera o moderada. La continua reducción de la presión arterial hacia los valores normales resultó en un menor número de complicaciones. Por este motivo, la presión arterial debe ser mantenida en el rango 130/85 mm de Hg tal como se había recomendado anteriormente por varias asociaciones. |
PREGUNTA Nº 4: ¿Cuales son los riesgos de un control agresivo de la glucosa sanguíneo o de la presión arterial? En el estudio UKPDS, con los niveles de glucemia obtenidos, un pequeño número de pacientes tuvo episodios de hipoglucemia severa independientemente de la terapia farmacológica empleada y un enfermo murió de hipoglucemia a lo largo de los 27.000 años-paciente de terapia intensiva. Por lo tanto, el riesgo de hipoglucemia no debe desaconsejar el conseguir niveles de HbA1c tan próximos a la normalidad como sea posible. Como se ha comentado con anterioridad, el estudio UGDP levantó una cierta duda sobre si el tratamiento con sulfonilureas podía aumentar los problemas cardiovasculares o el riesgo de muerte. Sin embargo, el estudio UKPDS no mostró un incremento de episodios cardiovasculares ni aumento en el número de infartos de miocardio o muertes debidas a diabetes en los pacientes tratados con terapia intensiva con sulfonilureas en comparación con los pacientes bajo otras terapias. Algunos, pero no todos, de los estudios anteriores habían sugerido que los niveles plasmáticos elevados de insulina podían estar asociados a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, el estudio UKPDS no mostró un aumento de episodios cardiovasculares ni de mortalidad en los pacientes asignados a la terapia insulínica, aún cuando sus niveles plasmáticos de insulina fueron mayores que los observados en los pacientes tratados con terapia convencional. De esta forma, los efectos beneficiosos de un control intensivo de la glucosa plasmática con insulina o con sulfonilureas superan con creces los poco probables riesgos antes señalados. |
PREGUNTA Nº 5: ¿Qué diferencias fueron observadas entre los diversos tipos de terapias intensivas? En el estudio principal no hubo diferencias significativas en lo que se refiere a complicaciones diabéticas o efectos cardiovasculares adversos entre la terapia insulínica y las sulfonilureas. La fuerza de esta conclusión está, sin embargo, algo atenuada por la frecuencia con la que se produjeron cruzamientos y adiciones en los tratamientos con objeto con conseguir los niveles de glucosa en sangre deseados. Los pacientes asignados aleatoriamente a las sulfonilureas se mantuvieron con este tratamiento un 80% del tiempo (con una fracción tratada con las terapias alternativas) y los pacientes asignados a la insulina se mantuvieron con su tratamiento un 75% del tiempo. Es interesante destacar de nuevo que no hubo un aumento en los episodios cardiovasculares ni en las muertes observadas en los grupos bajo insulina y sulfonilureas, pese a que ambos fármacos produjeron un mayor aumento de peso y unos niveles de insulina en plasma más elevados que los observados en los grupos convencionales. Esta observación, añade una confirmación adicional de que no se puede culpar a la insulina de producir un aumento de los episodios arterioscleróticos ni que las sulfonilureas están asociadas a una cardiotoxicidad letal. En este sentido, los médicos que han tenido alguna duda sobre los posibles efectos adversos de estos fármacos que haya restringido su prescripción pueden estar seguros que la utilización de estos agentes no entraña ningún riesgo mientras que no hay ninguna duda de sus efectos beneficiocos reduciendo las complicaciones producidas por los elevados niveles de glucosa, tales como la ceguera, la nefropatía o la neuropatía. |
PREGUNTA Nº 6: ¿Cual fue el papel y los resultados obtenidos con metformina en el estudio UKPDS? Este tema requiere una discusión individual por las diferentes maneras en que este fármaco fue usado y por los resultados conflictivos observados en cada caso. El diseño inicial del UKPDS incluía el asignar pacientes obesos a la metformina así como a las otras terapias intensivas y grupos convencionales. Los pacientes inicialmente asignados a la terapia intensiva con metformina mostraron una reducción de los riesgos asociados a la diabetes, un menor número de muertes debidas a diabetes, un menor número de muertes por cualquier causa y un menor número de infartos de miocardio en comparación con los grupos de control bajo terapia convencional. Estos riesgos fueron reducidos de forma significativa en un tercio aproximadamente (p < 0.0023-0.017). Este efecto beneficioso sobre los problemas cardiovasculares contrasta con el nulo efecto producido por la insulina o las sulfonilureas, siempre en comparación con los grupos de control bajo terapia convencional. Esta diferencia entre los tratamientos puede ser debido a que no hubo ganancia de peso con la metformina y/o a los efectos benefiosos de estos fármacos sobre el síndrome de resistencia insulínica. De forma sorprendente, no se observaron diferencias en las complicaciones microvasculares en los pacientes obesos tratados de forma intensiva con metformina en comparación con los grupos bajo terapias intensivas con insulina o sulfonilureas. Esta inconsistencia, unida a los cruzamientos farmacológicos entre los grupos de tratamiento y el menor número de pacientes estudiado, crea unas ciertas dudas sobre la consistencia del efecto beneficioso global de la metformina en los pacientes obesos. En la última parte del estudio, 537 pacientes obesos y normales inicialmente asignados a una terapia a base de sulfonilureas y que no consiguieron mantener los niveles plasmáticos de glucosa al nivel deseado fueron asignados de forma aleatoria a un tratamiento continuo con sulfonilureas solas o con metformina asociada. En este subestudio, el análisis mostró en el grupo asignado a una terapia combinada con metformina/sulfonilureas un aumento de las muertes relacionadas con la diabetes de un 96% (p < 0.039) y un aumento del 60% en las muertes producidas por cualquier causa (p < 0.041), en comparación con los pacientes asignados a un tratamiento continuo con dosis máximas de sulfonilureas solas. Sin embargo, para mantener los niveles plasmáticos de glucosa por debajo de 270 mg/dl (<15 mmol/l) y mantener los pacientes asintomáticos, se tuvo que dar metformina al 25% de los pacientes inicialmente asignados a sulfonilureas solas. Adicionalmente, la ausencia de un grupo de control con placebo impide contestar con certeza a esta pregunta. En un esfuerzo para reconciliar los efectos beneficiosos observados en los pacientes obesos cuando se utilizó la metformina con los efectos no tan positivos cuando la metformina se añadió al tratamiento con dosis máximas de sulfonilureas, los resultados de ambos subestudios se combinaron para realizar un metanálisis. Sin embargo, esta aproximación analítica no fue capaz de resolver la discrepancia observada y por lo tanto no se puede asegurar si la combinación de dosis máximas de sulfonilureas y metformina es inocua o no lo es. Si existe algún mecanismo específico de interacción adversa entre la metformina y las sulfonilureas, sólo podrá comprobarse mediante la realización de algún nuevo estudio, diseñado de forma adecuada, que incluya placebo. Hasta que un estudio de este tipo sea realizado, no se recomienda ningún cambio en las recomendaciones actuales sobre la utilización de la metformina sóla o asociada a las sulfonilureas. |
PREGUNTA Nº 7: ¿Cuales fueron los efectos del control de la presión arterial? Un buen control de la presión arterial como el conseguido en el UKPDS, redujo significativamente los riesgos de todos los accidentes cardiovasculares y microvasculares, con reducciones del riesgo que oscilaron entre el 24 al 56%. Se observó una disminución del 21% en los infartos de miocardio, aunque esta redución no llegó a alcanzar significación estadística (p = 0.13). El tipo y número de efectos adversos observados con un "buen control de la presión arterial" (media 144/82 mmHg) o por un "menos bueno control de la presión arterial " (media 154/87 mmHg) no fueron diferentes de los comunicados previamente en la literatura. El estudio UKPDS también comparó un tratamiento antihipertensivo con un inhibidor de la ECA y con un b-bloqueante. Ambos fármacos fueron igualmente efectivos en la reducción de la presión arterial aunque los pacientes bajo b-bloqueantes mostraron un control de la presión arterial ligeramente mejor (un mmHg menos de presión sistólica y 2 mmHg menos de presión diastólica). Ninguno de los fármacos fue superior al otro en lo que se refiere a problemas aparecidos, incluyendo muertes relacionadas con la diabetes, infartos de miocardio o problemas microvasculares. Tampoco se observaron diferencias significativas en la microalbuminuria o la proteinuria. Sin embargo, debido a la baja prevalencia de nefropatía en la población estudiada, no queda claro si se produjeron suficientes eventos como para observar un efecto protector de uno u otro fármaco sobre la progresión de la nefropatía. Se concluye que ambos tipos de fármacos empleados para reducir la presión arterial son igualmente efectivos y seguros y que pueden ser empleados indistintamente para tratar pacientes diabéticos de tipo II con hipertensión arterial no complicada. Hay que hacer constar que la reducción de la presión arterial fue igualmente beneficiosa para los pacientes bajo un tratamiento intensivo o convencional para reducir sus niveles elevados de glucosa. Se concluye, pués, que tanto la hiperglucemia como la hipertensión deben ser tratadas enérgicamente cuando concurren en un paciente y que las reducciones en los problemas cardiovasculares y microvasculares resultantes de dicho control serán aditivas. |
PREGUNTA Nº 8. ¿Está contraindicado un estrecho control en algún tipo de paciente con diabetes de tipo II? Los pacientes con diabetes de tipo II se diagnostican usualmente cuando tienen una edad en la que son frecuentes otras condiciones mórbidas. Enfermedades concurrentes como la hipertensión o dislipidemia pueden hacer que tanto el paciente como el médico traten con más énfasis un problema u otro. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, esto no debe ocurrir y los resultados del estudio UKPDS demuestran que al menos la diabetes y la hipertensión deben ser tratadas con el mismo cuidado si se quiere reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares. Los diabéticos de tipo II más ancianos tienen una menor esperanza de vida en virtud de su edad y del riesgo o de la presencia de alguna enfermedad cardiovascular. Se ha argumentado, por tanto, que los beneficios de un control glucémico intensivo pueden ser inútiles por la aparición de problemas originados por otras condiciones. Sin embargo, dado que los pacientes que fueron reclutados para el estudio UKPDS entraron en el mismo con la misma edad a la que se suelen diagnosticar los pacientes con diabetes de tipo II en todo el mundo, queda claro de los resultados del estudio que un enérgico tratamiento de ambas condiciones en el momento del diagnóstico es beneficioso para prevenir las complicaciones de la diabetes. Además, el estudio UKPDS confirmó que una proporción importante de los pacientes recién diagnosticados (~50%) ya mostraba alguna evidencia de complicaciones diabéticas, lo que apoya aún más la importancia de un tratamiento agresivo desde el primer momento. Finalmente, hay que observar que la insuficiencia renal es un problema más común en otros países que en el Reino Unido, quizás por la ausencia de algunas minorías que desarrollan diabetes a una edad más temprana, quizás porque mantienen un peor control de la glucemia o quizás por algún tipo de susceptibilidad genética. Sin embargo, dado que el estudio UKPDS llegó a la conclusión de que se podía reducir el riesgo y la progresión de la nefropatía, queda claro que sus resultados son particularmente importantes en la prevención de la enfermedad renal en poblaciones de mayor riesgo por cualquier otra causa. |
PREGUNTA Nº 9. ¿Se pueden conseguir los resultados del UKPDS en la mayoría de los diabéticos? Tanto teórica como prácticamente, la respuesta es sí. Aunque el estudio UKPDS fue un estudio clínico de investigación, los sujetos fueron reclutados y tratados de la forma que es usual en la mayoría de las clínicas. Los profesionales que dirigieron y llevaron a cabo el estudio eran diabetólogos con amplios conocimientos sobre la diabetes, pero en conjunto, el programa de tratamiento no fue inusualmente sofisticado o complejo. Los pacientes reclutados en el UKPDS comenzaron con unos niveles de HbA1c del 9.1%. El grupo de tratamiento convencional alcanzó al cabo de 10 años un valor medio de la HbA1c del 7.9%, y el grupo tratado intensivamente con fármacos antidiabéticos normales alcanzó un valor medio de la HbA1c del 7.0%. Quizás el factor más importante que condujo al éxito terapeútico fue la persistencia. Hay que hacer notar que con el tiempo y la duración de la diabetes de tipo II se observó un aumento de los niveles de glucosa en sangre, una tendencia detectada tanto en el grupo tratado con terapia convencional como con la terapia intensiva. La posibilidad de prevenir o retardar tal aumento de la glucosa puede llegar con la introducción de nuevos agentes antidiabéticos (como las glitazonas) que han sido recientemente aprobados y que no estaban disponibles al llevar a cabo el UKPDS. Finalmente, hay que destacar que tanto el éxito como las dificultades observadas al realizar el UKPDS pueden estimular el desarrollo de nuevos tratamientos y asociaciones que puedan conrtrolar de forma satisfactoria la hiperglucemia en la diabetes de tipo II. |
PREGUNTA Nº 10: ¿Quedan todavía algunas cuestiones importantes por resolver en el tratamiento de la diabetes? Los estudios UKPDS y DCCT han contestado a la pregunta de si la reducción de los altos niveles sanguíneos de glucosa era beneficiosa para los pacientes con diabetes de tipo I y II. La respuesta es definitivamente sí. Sin embargo, ambos estudios incluyeron pacientes en los que todavía no se habían desarrollado serias complicaciones microvasculares. No se sabe si la reducción de los niveles elevados de glucosa en sangre en los pacientes que ya han desarrollado estas complicaciones es también beneficiosa. Además, el riesgo de serias hipoglucemias es mayor en estos últimos enfermos. Por lo tanto, serían deseables estudios adicionales que determinaran los posibles riesgos y beneficios de una terapia intensiva en pacientes con diabetes que padezcan complicaciones más avanzadas. Ninguno de los dos estudios ha dado una respuesta definitiva sobre si el control de la glucemia reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Ambos estudios mostraron una cierta tendencia hacia la reducción de este riesgo, pero esta tendencia no fue estadísticamente significativa. Varios estudios clínicos, incluyendo los análisis epidemiológicos del UKPDS, han mostrado una fuerte correlación entre el control de la glucosa plasmática y el riesgo de morbilidad cardiovascular (infartos de miocardio, ictus, amputaciones) y la muerte por todo tipo de causas. Sin embargo, ninguno de estos estudios prueba que los altos niveles de glucosa en sangre provoquen estas complicaciones ni que un tratamiento intensivo de los mismos pueda reducir el riesgo. Afortunadamente, los pacientes de ambos estudios, DCCT y UKPDS, están implicados en estudios a muy largo plazo que determinarán si un tratamiento intensivo inicial previene las complicaciones cardiovasculares en comparación con un tratamiento inicial convencional. También serían deseables estudios en pacientes que ya han desarrollado enfermedad cardiovascular para determinar los riesgos y beneficios de un buen control de la glucosa. Tales riesgos y beneficios podrían ser bien diferentes de los observados en las etapas iniciales de la historia natural de la diabetes. CONCLUSIONES El estudio UKPDS ha proporcionado un fuerte soporte para las recomendaciones de las diversas Asociaciones de Diabetes que indican que un enérgico y pronto tratamiento de la diabetes puede reducir la morbilidad y la mortalidad de esta enfermedad, previniendo sus complicaciones crónicas. Los resultados muestran inequívocamente que la reducción de los niveles de glucosa en sangre reduce la incidencia de complicaciones microvasculares igual que ocurría en los pacientes con diabetes de tipo I. Adicionalmente, la reducción de la presión arterial en aquellos diabéticos que son hipertensos, reduce la incidencia de complicaciones cardiovasculares, igual que ocurre en los individuos no diabéticos, disminuyendo también las complicaciones microvasculares. Aunque el UKPDS no establece directamente cualquier efecto de la reducción de la glucemia sobre las complicaciones cardiovasculares, el uso de la insulina, sulfonilureas, o metformina (y quizás de la metformina en combinación con las sulfonilureas) no parece aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares. No hay, por tanto, ningún impedimento para que los profesionales no intenden alcanzar los objetivos de un control de glucemia y presión arterial. El UKPDS es un nuevo hito en el estudio de la diabetes, demostrando el valor del control metabólico. Es hora de que el profesional trate enérgicamente la diabetes y también es hora de que el paciente tome su enfermedad con toda seriedad, siendo competencia del sistema sanitario el proporcionar los recursos para que ambos puedan cumplir sus objetivos. |
REFERENCIAS 1. Genuth S: A case for blood glucose control. Adv Int Med 40:573-623, 1995 2. Diabetes Control and Complications Trial Research Group: The effect of intensive treatment of diabetes on the development and progression of long-term complications in insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 329 : 977-986, 1993 (*) 3. Reichard P, Nilsson BY, Rosenqvist V: The effect of long-term intensified insulin treatment on the development of microvascular complications of diabetes mellitus. N Engl J Med 329 : 304-309, 1993 (*) 4. University Group Diabetes Program: A study of the effects of hypoglycemic agents on vascular complications in patients with adult-onset diabetes. Diabetes 19 (Suppl. 2):747-830, 1970 5. Ohkubo Y, Kishikawa H, Araki E, Miyata T, Isami S, Motoyoshi S, Kojima Y, Furuyoshi N, Shichiri M: Intensive insulin therapy prevents the progression of diabetic microvascular complications in Japanese patients with non-insulin-dependent diabetes mellitus: a randomized prospective 6-year study. Diabetes Res Clin Pract 28:103-117, 1995 (*) 6. Abraira C, Colwell J, Nuttall F, Sawin CT, Henderson W, Comstock JP, Emanuele NV, Levin SR, Pacold I, Lee HS: Cardiovascular events and correlates in the Veterans Affairs Diabetes Feasibility Trial: Veterans Affairs Cooperative Study on Glycemic Control and Complications in Type II Diabetes. Arch Intern Med 157:181-188, 1997 (*) 7. UK Prospective Diabetes Study Group: Intensive blood-glucose control with sulphonylureas or insulin compared with conventional treatment and risk of complications in patients with type 2 diabetes (UKPDS 33). Lancet 352 : 837-853, 1998 8. UK Prospective Diabetes Study Group: Effect of intensive blood-glucose control with metformin on complications in overweight patients with type 2 diabetes (UKPDS 34). Lancet 352 : 854-865, 1998 9. UK Prospective Diabetes Study Group: Tight blood pressure control and risk of macrovascular and microvascular complications in type 2 diabetes (UKPDS 38). BMJ 317 : 703-713, 1998 10. UK Prospective Diabetes Study Group: Efficacy of atenolol and captopril in reducing risk of both macrovascular and microvascular complications in type 2 diabetes (UKPDS 39). BMJ 317 : 713-720, 1998 |