GLITAZONAS

HISTORIA DE LAS GLITAZONAS

El efecto hipoglucemiante de la primera glitazona (*), la ciglitazona, fue descubierto por casualidad en 1982 por un grupo de investigadores japoneses (1). Posteriormente y a partir de la estructura de esta primera glitazona, los químicos médicos fueron produciendo nuevos derivados cuya actividad hipoglucemiante era determinada mediante modelos animales in vivo dado que, en aquel entonces, no se conocía su mecanismo de acción. Sin embargo, a partir de 1988 se observó que algunas glitazonas eran capaces de inducir a los preadipocitos a diferenciarse a adipocitos (2). Por aquellas mismas fechas, se demostro que el factor de transcripción activado por un ligando, el PPARg, jugaba un papel importante en la diferenciación de los adipocitos. Finalmente, en 1995, se observó que la rosiglitazona (3), uno de los derivados con mayor actividad hipoglucemiante mostraba una elevada afinidad hacia los PPARg, y pronto se confirmó que otras glitazonas eran también ligandos de los PPARg. También de observó en el modelo de ratón ob/ob que la afinidad de las glitazonas hacia los receptores PPARg estaba relacionada con su actividad antibiabética oral.

La primera glitazona introducida en la clínica fué la Troglitazona (*) seguida de cerca por la Rosiglitazona (*) y la Pioglitazona (*), ambas de una mayor eficacia clínica. Además, la Troglitazona administrada durante períodos prolongados aumenta las transaminasas y debe ser administrada con precaución y frecuentes controles de la función hepática, efectos no observados en las glitazonas de segunda generación.

Químicamente, las glitazonas pertenecen a la familia de las tiazolidindionas.