TROMBOSIS
AGUDA RECURRENTE
La trombosis
venosa recurrente implica importante implicaciones pronósticas.
Usualmente, los pacinetes son tratados con anticaogulantes durante toda
la vida y pueden experimentar una cierta angustia por ello. Por lo tanto,
es importante confirmar que el diagnóstico de trombosis venosa
recurrente es correcto. En muchos pacientes con sospecha clínica
de recurrencia, el diagnóstico no es confirmado por pruebas objetivas.
Así, en un estudio prospectivo en pacientes con sospecha clínica
de TVP recurrente, casi los dos tercios no pudieron confirmar el diagnóstico
con tests objetivos y todos ellos se mantuvieron en buenas condiciones
sin una terapia anticoagulante (48)
El diagnóstico
de trombosus venosa recurrente puede ser difícil dado que la
venografía, que se considera como la prueba estándar pare
el diagnóstico de la trombosis venosa aguda, es menos fiable
para la trombosis venosa recurrente (48). Sin embargo, el diagnóstico
de la recurrencia ha mejorado mediante la introducción de nuevas
técnicas no invasivas
SÍNDROME
POSTROMBÓTICO
En los
primeros estudios descriptivos, se comunicó que el síndrome
postrombótico se producía en aproximadamente el 50% de
los pacientes con trombosis venosa sintomática. Más recientemente
y posiblemente como consecuencia de un mejor tratamiento anticoagulante
inicial y de la utilización de calcetines o medias de compresión
gradual, la incidencia del síndrome postrombotico después de ocho años
de seguimiento no es superior al 25% (33). El síndrome postrombótico
se debe a una hipertensión venosa que se produce como consecuencia de
la recanalización de los trombos venosos más grandes, lo que ocasiona
unas válvulas escarificadas incompetentes, o menos frecuentemente, una
obstrucción del flujo debido a los trombos de las venas proximales (31,49-51).
La recanalización y la destrucción de las válvulas produce una disfunción
del mecanismo de bombeo muscular que aumenta la presión en las venas
profundas de la pantorrilla. Esta presión elevada ocasiona una incompetencia
progresiva de las válvulas de las venas perforantes de la pierna y,
cuando esto ocurre, el flujo de sangre es directamente dirigido hacia
sistema venoso superficial durante la contracción muscular, ocasionando
edema, lesiones en los tejidos subcutáneos y, en su forma más sgrave,
ulceración de origen venoso.
Los estudios
de seguimiento en pacientes con trombosis de las venas proximales han
demostrado que la obstrucción del flujo (medida por pletismografía
de impedancia) se alivia por la recanalización o mediante un flujo colateral
en el 30% de los pacientes a las tres semanas y en el 70% de los pacientes
a los tres meses (52).
La incompetencia
valvular es la causa más importantes del síndrome postrombótico. En
pacientes con trombosis extensas de las venas iliofemorales, la inflamación
nunca desaparecerá mientras que en los pacientes con una trombosis menos
severa en las venas proximales, la inflamación puede desaparecer después
de episodio inicial pero retornar al cabo de unos pocos años.
Algunas
de las manifestaciones del síndrome postrombótico son el dolor de las
piernas que se alivia por el descanso y la elevación de las mismas,
la pigmentación y induración alrededor del tobillo en el tercio
inferior de la pierna, y menos frecuentemente, ulceraciones y claudicación
intermitente, con un dolor lancinante que ocurre durante la ejercicio.
Los pacientes con trombosis externas que afectan a la vena iliofemoral
tienen una frecuencia mayor de claudicación venosa y una discapacidad
mayor que los pacientes con trombosis de las venas más distales. Sin
embargo la incompetencia de las venas perforantes puede seguir a una
trombosis de las venas de la pantorrilla y conducir a cambios de la
estasis venosa.
En un
estudio de seguimiento de las trombosis de la pierna en Suecia, la frecuencia
del síndrome postromboticofue de 13 en 79 pacientes (16%), en los dos
años de seguimiento (54). Recientes estudios han aportado evidencia
de que la trombosis venosa recurrente es un importante factor de riesgo
para el desarrollo del síndrome postrombotico. También se ha demostrado
que el riesgo de desarrollar este síndrome disminuye con la utilización
de calcetines o medias de compresión gradual. El papel del la terapia
trombolítica en la prevención del síndrome postrombótico
es todavía incierto. Varios estudios clínicos realizados en la trombosis
venosa profunda en los que se evaluó efecto de la terapia trombolítica
sobre el desarrollo subsiguiente del síndrome postrombótico han
generado resultados equívocos, aunque probablemente el balance sea ligeramente
positivo en lo que se refiere a la reducción de los síntomas
clínicos en los pacientes que reciben trombolisis.
La prevalencia
del síndrome postrombótico en la población en general ha sido
estimada en varios países. En Suecia, ocurre en el 2% de la población,
y mientras que en un estudio en más de 4000 trabajadores de la industria
química en Suiza, la frecuencia de la insuficiencia venosa severa se
estimó entre el 1% y el 1.5%. (54,56). En una investigación en
el estado de Michigan en el que se evaluaron 9000 adultos de más de
veinte años, la prevalencia de úlceras venenosas activas o cicatrizadas
fue del 5 por 1000. Al extrapolar estas cifras a la población en general,
es posible que unos 500.000 europeos tengan o haya tenido ulceración
venosa
El diagnóstico
de síndrome postrombótico es a veces obvio en situaciones clínicas
si los síntomas comienzan gradualmente. Sin embargo los pacientes pueden
mostrar síntomas subagudos de dolor e inflamación de la pierna que pueden
ser similares a los el de una recurrencia aguda de la trombosis venosa
profunda. Aunque estos síntomas usualmente aparecen sobre un fondo de
dolor crónico e hinchazón, puede ser difícil excluir una recurrencia
aguda, y el diagnóstico de síndrome postromnbótico como una causa
de los síntomas de los pacientes sólo puede hacerse cuando se ha excluido
una trombosis venosa aguda recurrente.
El diagnóstico
del síndrome postrombótico debe incluir la demostración de la
incompetencia venosa profunda utilizando ultrasonografía Doppler o pletismografía
(57-59), y actualmente utilizando técnicas más modernas como la pletismografía
volumétrica y los ultrasonidos duplex. En algunos pacientes con dolor
de piernas recurrente no debido a trombosis venosa aguda o a síndrome
postrombótico y en los que no se encuentra una causa alternativa, los
síntomas pueden ser debidos a una tromboneurosis.. Este síndrome clínico
suele producirse en sujetos con complicaciones de la trombosis venosa
profunda y de la embolia pulmonar. Estos pacientes pueden haber padecido
un episodio previo de trombosis venosa profunda y algunos muestran evidencia
del síndrome postrombótico, pero algunos pueden no haber presentado
nunca episodios documentados de trombosis venosa. Estos pacientes a
usualmente se presentan con dolor e hipersensibilidad que pueden ser
desproporcionados frente los signos físicos de inflamación. En su forma
más severa, estos pacientes pueden mostrarse incapacitados por miedo
a la recurrencia, a la pérdida de la pierna o la muerte. Estos pacientes
frecuentemente tienen una historia de múltiples hospitalizaciones para
el tratamiento de presuntos episodios de trombosis venosa. Muchos de
ellos se encuentran bajo tratamiento anticoagulante o con fármacos antiplaquetarios
y algunos han sido incluso sometidos a interrupción de la cava.
Desgraciadamente, la tromboneurosis es a menudo iatrogénica y
el temor a una recurrencia se refuerza cada vez que se admite al paciente
en el hospital sobre la base de una simple sospecha clínica.
La tromboneurosis se prevuiene mejor asegurandose de que la sospecha
clínica de una episodio agudo de trombosis (inical o recurrente)
es siempre confirmada mediante pruebas objetivas
|