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Síndrome
de Marchiafava-Micheli [ICD-10: D59.5] o
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DESCRIPCION También conocido como hemoglobinuria paroxística nocturna, el síndrome de Marchiafava-Micheli es un desorden poco frecuente caracterizado por hemólisis y hemoglobinuria, estando esta última exacerbada durante el sueño. El síndrome de Marchiafava-Micheli es más frecuente en el hombre de unos 20-30 años de edad, pero ocurre en ambos sexos y a cualquier edad. La enfermedad de Marchiafava-Micheli es una condición adquirida consistente en un defecto de la membrana, sobre todo de los hematíes, que los hace especialmente susceptibles a la fracción C3 del complejo. Se trata de un defecto del anclaje glicosil-fosfatidilinositol que tiene lugar debido a una biosíntesis defectuosa, lo que ocasiona la carencia de un cierto número de proteínas que necesitan este anclaje para su expresión. Entre estas proteínas se encuentran la acetilcolinesterasa, la lipoproteína lipasa y distintos inhibidores del complemento como el DAF (decay accelerating factor) (CD55), el inhibidor de membrana de la lisis reactiva (CD59) o el factor de restricción homólogo (inhibidor de C8). El gen responsable se localiza en el cromosoma X y se denomina gen PIG-A. Las crisis de la enfermedad de Marchiafava-Micheli son precipitadas por las infecciones, vacunas y por la menstruación. Aparece dolor abdominal o lumbar con esplenomegalia, hemoglobinemia, hemoglobinuria y síntomas de una severa anemia normocítica. La continua pérdida de hemoglobina en la orina ocasiona una deficiencia de hierro, aún cuando puede haber acumulación de hemosiderina en algunos órganos, en particular los riñones. Son frecuentes leucopenia y trombocitopenia. Los pacientes
están predispuestos a padecer trombosis arteriales o venosas,
causas más frecuente de las muertes. El síndrome
de Budd-Chiari es una complicación vascular relativamente
frecuente. |
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Los tests de diagnóstico incluyen la prueba de hemólisis de Ham. La hemólisis se produce si la sangre es acidificada con HCl, se incuba durante 1 h y se centrifuga. La prueba de la sacarosa también es útil ya que destaca la hemólisis provocada por los sistemas C3-dependientes en condiciones isotónicas de baja fuerza iónica (*) La citometría de flujo es muy sensible y específica. Los defectos de CD55 y CD59 establecen el diagnóstico del síndrome de Marchiafava-Micheli y definen su patofisiología. Hoy en día, la demostración del déficit de GPI (CD55, CD59) en las células sanguíneas por citometría de flujo es el método de elección y está al alcance de la mayoría de los centros. Por el contrario, la identificación de mutaciones en el gen PIG-A tiene unos requerimientos técnicos que la hacen irrealizable fuera de laboratorios especializados. TRATAMIENTO El tratamiento es sintomático. En el 50% de los pacientes se consigue un control de la sintomatología y unos valores estabilizados de los recuentos eritrocitarios con corticosteroides (prednisona de 20 a 40 mg/día). Deben evitarse transfusiones conteniendo plasma debido a su contenido en C3. En general, las transfusiones se reservan para las crisis. La heparina y los anticoagulantes cumarínicos pueden acelerar la hemólisis, pero a veces su empleo es necesario si se producen episodios trombóticos. En estos casos, se deben utilizar con precaución. Son útiles suplementos orales conteniendo hierro. Con estas
medidas de apoyo, muchos pacientes pueden ser tratados durante muchos
años. La supervivencia es, en general, superior a los 20 años.
El trasplante alogénico de médula ósea ha sido
exitoso en un pequeño número de pacientes. |
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Recientemente se ha introducido el eculizumab, un anticuerpo monoclonal humanizado dirigido a bloquear la activación del complemento y la lisis celular mediada por éste. El eculizumab estabiliza la hemoglobina y reduce las necesidades transfusionales y los síntomas relacionados con la patología del músculo liso derivada de la depleción de NO, disminuyendo la astenia y mejorando significativamente la calidad de vida. El eculizumab también reduce en un 85% el riesgo de tromboembolismos, y también mejora la hipertensión pulmonar y la insuficiencia renal, sobretodo en los estadíos más tempranos. La administración
de 600 mg por infusión intravenosa durante 35 min una vez por
semana durante 4 semanas seguida de una dosis de 900 mg una semana después
y finalmente de 900 mg a intervalos de 2 semanas ha mostrado reducir
drásticamente las necesidades de transfusiones en comparación
con el placebo. |
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REFERENCIAS
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Monografía revisada el 1 de Marzo 2015. Equipo de Redacción de IQB |
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