DESCRIPCION

Al menos del 50% de las personas de 70 o más años de edad experimentan frecuentes brotes de prurito. Aunque en ocasiones se detectan enfermedades de la piel que cursan con prurito (sarna, liquen plano, pénfigo pre-ampolloso, pénfigo nodular o eczema) u otras enfermedades sistémicas tales como colestasis o insuficiencia renal, muchas veces no se encuentran factores que puedan causar estos molestos brotes. Muchas veces se atribuye el prurito senil a un estado de sequedad de la piel debida al declive natural producido por el envejecimiento de los factores humectantes de la piel, unido a un ambiente seco y caluroso. A veces, el prurito se desencadena al contacto con el agua simulando un prurito acuagénico, si bien, en este caso el prurito responde a un tratamiento emoliente lo que no ocurre con el verdaderamente acuagénico.

Muchos autores atribuyen el prurito senil a los cambios de la piel producidos por el envejecimiento, entre los que se incluyen los producidos por el estrés oxidativo, la racemización de los aminoácidos (los aminoácidos de las proteínas inicialmente D -dextrógiros- van siendo sustituídos progresivamente por aminoácidos L -levógiros) lo que puede afectar la función de las proteínas y la acumulación de productos de glicosilación no enzimática de las proteínas. Otros lo atribuyen a cambios en el sistema inmune.

El tratamiento del prurito senil es similar al del prurito idiopático. A veces los pacientes con prurito senil responden a un tratamiento con cremas hidratantes a base de urea. También responden al tratamiento con productos que contienen moduladores de los receptores TPR.

REFERENCIAS

• Gilchrest, BA: Pruritus in the elderly. Semin. Dermatology (1995): 14 :317