El Síndrome del nido vacío

Cuando esto ocurre a la mujer, a la edad de 50 a 53 años, los hijos ya han terminado sus estudios, algunos se han casado y abandonado el hogar y al mismo tiempo, su marido que suele ser años más que ella, se encuentra en la edad de la andropausia. Este hombre, cuyo declinar sexual empieza, se ve con una mujer a la que le cuesta trabajo tener relaciones. Muchos hombres culpan de esto a su mujer y se lanzan a la huída hacia adelante que consiste en divorciarse para volverse a casar con una mujer más joven o buscarse unas relaciones extramatrimoniales. En estas condiciones, el hombre con una mujer más joven, se cree que recupera su masculinidad aunque realmente tiene una "sexualidad prestada".

Entonces la mujer, cuyos hijos se han casado, que se encuentra sola en casa y cuyo marido se marcha, se encuentra ante el llamado "síndrome del nido vacío". El síndrome del nido vacío es muy frecuente hoy día y más de un psicológo y psicoterapeuta y por supuesto muchos ginecólogos se encuentran en la consulta con mujeres que tienen este problema.

Adicionalmente, al tiempo que los hijos han ido creciendo e independizándose, y el marido ha ido escalando posiciones sociales, la situación económica ha ido mejorando, de manera que la mujer no que preocuparse tampoco se este tipo de problemas encontrándose la mujer, en una palabra, con que no tiene nada que hacer en su nido vacío.

¿Que consejos dar a una mujer con el síndrome del nido vacío?. La prescripción de estrógenos o de melatonina pueda estar indicada si la mujer duerme mal o sus niveles hormonales están muy bajos. Sin embargo, más útil parece ser una terapeútica de tipo social, a través de la cual la mujer siga considerándose mujer. Si la mujer descuida su aspecto físico es importante aconsejarle que procure arreglarse e ir a la moda y que llene su tiempo con alguna actividad de carácter social o intelectual. Ya decía Marañón que el método más eficaz es el de la "obligación inventada" para evitar el aburrimiento: leer, estudiar, matricularse en cursos, participar en asociaciones benéficas y, sobre todo, no odiar a los hombres. El psicoanálisis o los consejos de un confesor son también muy aconsejables.