CONSIDERACIONES
ESPECIALES
TRATAMIENTO
DE DISLIPIDEMIAS ESPECIFICAS: LDLs MUY ELEVADAS (190 mg/dl)
Las
personas con LDLs muy elevadas usualmente padecen una forma genética
de hipercolesterolemia: hipercolesterolemia familiar monogénica,
defecto familiar de apolipoproteína B, e hipercolesterolemia
poligénica. La detección precoz de estos desórdenes
mediante la determinación del colesterol en los adultos jóvenes
es necesaria para prevenir una enfermedad coronaria prematura. Los
análisis del colesterol en los familiares es importante para
identificar los miembros de la familia afectados.
Estos
desórdenes requieren a menudo una terapia combinada (estatin
+ secuestrante de ácidos biliares) para conseguir una reducción
adecuada de las LDLs.
TRIGLICÉRIDOS
ELEVADOS
Reciente
meta-análisis de varios estudios prospectivos indican que los
triglicéridos elevados son también un factor de riesgo
independiente para la enfermedad coronaria.
Los
factores que contribuyen a unos triglicéridos elevados (más
elevados de lo normal) en la población en general incluyen
la obesidad y el sobre peso, la inactividad física, el tabaco,
el exceso de alcohol, una dieta muy rica en carbohidratos (>60% de
las calorías), algunas enfermedades (diabetes tipo 2, insuficiencia
renal crónica, síndrome nefrótico), algunos fármacos
(corticosteroides, estrógenos, retinoides, dosis altas de fármacos
b-bloqueantes), y desórdenes genéticos
(hiperlipidemia familiar combinada, hipertrigliceridemia familiar
y disbetalipoproteinemia familiar).
En
la práctica clínica, los triglicéridos plasmáticos
elevados se observan más frecuentemente en las personas con
el síndrome metabólico, aunque otros factores secundarios
o genéticos pueden también influir. Esta guía,
en su versión III adopta la siguiente clasificación
para los triglicéridos séricos:
- Triglicéridos
normales : <150 mg/dL
- Triglicéridos
marginalmente elevados: 150-199 mg/dL
-
Triglicéridos altos: 200-499 mg/dL
- Triglicéridos
muy altos: 500 mg/dL
(Para
convertir los valores de los triglicéridos a mmol/L, dividir
por 88.6.)
El
hallazgo de que los triglicéridos son un factor de riesgo independiente
para la enfermedad coronaria sugiere que algunas lipoproteínas
ricas en triglicéridos son aterogénicas. Estas últimas
son VLDLs parcialmente degradadas, llamadas frecuentemente lipoprotéinas
remanentes. En la práctica clínica, las VLDLs constituyen
la medida más facilmente determinable de las lipoproteínas
remanentes aterogénicas. De esta manera, las VLDLs pueden ser
un objetivo para una tratamiento hipocolesterolemiante. En esta guía
la suma de LDLs + VLDLs (también llamada colesterol no-HDL
= total cholesterol - HDL cholesterol) se identifica como objetivo
secundario de tratamiento en personas con los triglicéridos
altos (200 mg/dL). El objetivo para el colesterol no-HDL en personas
con los triglicéridos muy altos puede establecerse en 30 mg/dL
más altos que que para las LDLs (Tabla
9) basado en la premisa de que el nivel de VLDLs de 30 mg/dL es
normal.
La estrategia
de tratamiento para los triglicéridos elevados depende de la
causas de su elevación y de su severidad. Para una persona
con triglicéridos altos o marginalmente altos, el objetivo
primario del tratamiento es conseguir los valores deseables de las
LDLs. Cuando los triglicéridos son marginalmente altos (150-199
mg/dL), debe enfatizarse la reducción del peso y el aumento
de la actividad física. Para los triglicéridos altos
(200-499 mg/dL), el colesterol no-HDL se convierte en un objetivo
secundario de tratamiento.
Al lado
de la reducción de peso y el aumento de la actividad física,
el tratamiento con fármacos debe ser considerados en personas
de alto riesgo para conseguir los niveles de colesterol no-HDL deseados.
Existen dos aproximaciones para este tratamiento: en primer lugar,
se puede reducir el colesterol no-HDL intensificando el tratamiento
con un fármaco reductor de las LDLs; en segundo lugar, puede
añadirse un fibrato o ácido nicotínico, si se
toman precauciones para conseguir los valores deseados del colesterol
no-HDL reduciendo las LVDLs. En algunos casos muy raros, en los que
los triglicéridos son muy elevados (500 mg/dl), el objeto primordial
del tratamiento debe ser la prevención de una pancreatitis
aguda reduciendo los triglicéridos. El tratamientro consiste
en una dieta muy pobre en grasas (menos de 15% de las calorías),
reducción del peso corporal, aumento de la actividad física
y un fármaco reductor de los triglicéridos (usualmente
un fibrato o ácido nicotínico) . Sólo cuando
los niveles de triglicéridos descienden por debajo de los 500
mg/dl se debe prestar atención a las LDLs para reducir el riesgo
de enfermedad coronaria.
HDLs
BAJAS
El
colesterol asociado a las HDLs o HDLs es un potente predictor de la
enfermedad coronaria. En esta versión III, se define categóricamente
con HLDs bajas las <40 mg/dL, un aumento con respecto a los valores
admitidos en versiones anteriores que eran de <35 mg/dL. En la presente
guía, unas HDLs bajas modifican los objetivos de la terapia
reductora de las LDLs y se utilizan como factor de riesgo para estimar
el riesgo de enfermedad coronaria en los 10 años siguientes.
Las
HDLs bajas tienen varias causas, muchas de las cuales están
asociadas a la resistencia insulínica, es decir, triglicéridos
elevados, sobrepeso y obesida, inactividad física y diabetes
de tipo 2. Otras causas asociadas son el abuso de tabaco, una ingesta
de carbohidratos demasiado elevada (>60% de las calorías)
y algunos fármacos (por ejemplo, b-bloqueantes, esteroides
anabólicos, progestágenos). La versión III de
esta guía no especifica unos valores para subir las HDLs. Aunque
muchos estudios clínicos sugieren que el aumento de las HDLs
reduce el riesgo, la evidencia es insuficiente como para especificar
un objetivo de tratamiento. Además, no hay fármacos
disponibles que aumenten selectivamente las HDLs. Pese a lo anterior,
se debe prestar atención a las HDLs bajas y el tratamiento
debe seguir la siguiente secuencia:
-
En todas las personas con HDLs bajas, el objetivo primario del tratamiento
son las LDLs, debiéndose seguir las recomendaciones de esta
guía para conseguir dicho objetivo.
-
En segundo lugar, una vez conseguidas las LDLs adecuadas, se debe
enfocar la atención hacia la reducción del peso y
aumento de la actividad física (en particular si está
presente el síndrome metabólico).
- Cuando las HDLs bajas están asociadas a unos triglicéridos
altos (200-499 mg/dL), la segunda prioridad consiste en conseguir
los niveles apropiados del colesterol no-HDL como se ha indicado
antes.
Finalmente,
si los triglicéridos están <200 mg/dL (HDLs bajas de
forma aislada), puede considerarse el empleo de fármacos que
aumentan las HDLs (fibratos o ácido nicotínico); sin
embargo, el tratamiento de las bajas HDLs aisladas se reserva, sobre
todo, para personas con alto riesgo de infarto o equivalente.
DISLIPIDEMIA
DIABETICA
Se
trata esencialmente de una dislipidemia aterogénica en personas
con diabetes tipo 2. Aunque los triglicéridos elevados , las
HDLs bajas o ambos son frecuentes en personas con diabetes, los resultados
de los estudios clínicos identifican las LDLs elevadas como
el objetivo primario del tratamiento, de la misma manera que en los
no diabéticos. Como en la presente versión de esta guía,
se considera la diabetes como equivalente en riesgo a la enfermedad
coronaria, el objetivo primario del tratamiento debe ser conseguir
unas LDLs <100 mg/dL. Más aún, cuando las LDLs son de
130 mg/dL, la mayor parte de los diabéticos deberán
ser tratados con fármacos reductores de LDLs simultáneamente
con los cambios en el estilo de vida. Cuando los niveles basales o
en pacientes ya medicados de LDLs se encuentran entre 100-129 mg/dL
son posibles varias opciones terapeúticas: aumentar la intensidad
del tratamiento, añadir un segundo fármaco para modificar
la dislipidemia aterogénica (fibrato or ácido nicotínico),
o intensificar el control de otros factores de riesgo, incluyendo
la hiperglucemia
Cuando
los triglicéridos son de 200 mg/dL, el colesterol no-HDL se
convierte en un objetivo secundario del tratatiento hipocloesterolemiantes.
Algunos estudios clínicos, actualmente en curso (por ejemplo
el ALLHAT " Antihypertensive and Lipid Lowering Heart Attack
Trial") cuantificará de forma más exacta el
beneficio de la reducción de las LDLs en personas mayores con
diabetes.
En las
personas mayores de 65 años con diabetes pero sin factores
de riesgo de enfermedad coronaria adicionales (excepto la edad), estas
recomendaciones se aplicarán con una intensidad dependiente
del criterio del médico. La decisión del tratamiento
dependerá de una serie de factores como son la presencia de
otras enfermedades, el estado general de salud y la situación
social del paciente.
CONSIDERACIONES
ESPECIALES PARA DIFERENTES POBLACIONES
Hombres
de mediana edad (35-65 años)
En general,
los hombres tienen un mayor riesgo de enfermedad coronaria que las mujeres.
Los hombres de mediana edad en particular muestran una mayor prevalencia
de los factores de riesgo más importantes y tienen una mayor
predisposición hacia la obsesidad abdominal y el síndrome
metabólico. Una importante fracción de todos los infartos
tiene lugar en los hombres de mediana edad. Para estos hombres, que
tienen un riesgo apreciable de enfermedad coronaria, es necesaria una
terapia intensiva reductora de las LDLs.
Mujeres
entre 45 y 75 años
En las
mujeres, el inicio de la enfermedad coronaria se retrasa unos 10-15
años respecto a los hombres. Así, la mayor parte de los
infartos en las mujeres tienen lugar después de los 65 años
de edad. Todos los factores de riesgo contribuyen a la enfermedad coronaria
en las mujeres y los infartos más prematuros (<65 años)
ocuren en aquellas en las que muestran múltiples factores de
riesgo y síndrome metabólico. En contra de la creencia
de que los estrógenos de las mujeres les confieren un efecto
protector frente a la enfermedad coronaria, recientes estudios clínicos
sobre la prevención de la enfermedad coronaria mediante la terapia
hormonal sustitutoria en las mujeres post-menopáusicas, ofrecen
serias dudas al respecto. Por el contrario, los efectos favorables de
las estatinas en las mujeres demuestran que la terapia reductora del
colesterol es preferible a la terapia hormonal sustitutoria.
Las mujeres
deben ser tratadas de la misma manera que los hombres para la prevención
secundaria. Para la prevención primaria, las mismas recomendaciones
se aplican a hombres y mujeres teniendo en cuenta que la enfermedad
coronaria suele presentarse más tarde en las mujeres, factor
a tener en cuenta cuando se toman la decisión de iniciar un tratamiento
farmacológico.
Adultos
mayores (Hombres de 65 años y mujeres de 75 años)
Glogalmente,
la mayor parte de los nuevos eventos y muertes coronarios tienen lugar
en personas de más de 65 años. Unos altos niveles de LDLs
y unas bajas HDLs siguen siendo predictivas del desarrollo de enfermedad
coronaria en esta población. Sin embargo, el hallazgo de una
arteriosclerosis avanzada subclínica mediante técnicas
no invasivas puede ser útil para confirmar la presencia de riesgo
elevado en las personas mayores. Los estudios clínicos de prevención
secundaria con estatinas incluyeron un número significativo de
personas entre los 65 y 75 años, observándose en este
subgrupo una reducción significativa del riesgo en las personas
tratadas en comparación con el placebo. De esta manera, no parece
que sean necesarias restricciones en lo que la edad se refiere para
establecer un tratamiento hipocolesterolemiante. Para la prevención
primaria, los CTEV siguen siendo de primera elección. Sin embargo,
también se debe considerar el uso de fármacos reductores
de las LDLs cuando las personas mayores muestran múltiples factores
de riesgo o padecen arteriosclerosis subclínica avanzada.
Adultos
jóvenes (hombres entre 20-35 años; mujeres entre 20-45
años)
En este
grupo de edad, la enfermedad coronaria es poco frecuente, excepto en
aquellos casos en que existen graves factores de riesgo (por ejemplo
hipercolesterolemia familiar, consumo exagerado de tabaco o diabetes).
Aún cuando el enfermedad coronaria es relativamente rara en los
jóvenes adultos, la arteriosclerosis coronaria en sus estadíos
precoces puede progresar muy rápidamente. En particular, los
estudios prospectivos a largo plazo han revelado que los niveles elevados
de colesterol detectados en los jóvenes adultos son predictores
de una mayor incidencia de enfermedad coronaria en la edad madura. De
esta forma, la identificación de este factor de riesfo en los
jóvenes adultos es importante para una prevención a largo
plazo. La combinación de una detección precoz con una
intervención también precoz sobre las LDLs elevadas con
los cambios en los hábitos de vida adecuados ofrece una oportunidad
para retrasar or prevenir la aparición de la enfermedad coronaria
años más tarde. Para los adultos jóvenes con unos
niveles de HDLs de 130 mg/dl se deben institucionalizar CTEV. Debe prestarse
una particular atención a los adultos jóvenes que fuman
y que tienen unas LDLs altas
(160-189 mg/dL); pueden ser cantidados a un terapia con farmacos hipolipemiantes.
Cuando se encuentran niveles de LDLs de 190 mg/dl en estos jóvenes,
se debe considerar un tratamiento farmacológico como en los restantes
adultos. En aquellos en los que se detecten formas genéticas
de hipercholesterolemia se instaurarán combinaciones de fármacos
reductores de las LDLs (estatina + secuestrante de ácidos biliares).
Grupos
étnicos y raciales
Los afroamericanos
son los que presentan las mayor mortalidad por enfermedad coronaria
y el mayor número de muertes por infarto extrahospitalario en
los EE.UU, en particular entre adultos jóvenes. Aunque las causas
de este exceso de mortalidad no han sido completamente dilucidadas,
puede ser debido al menos en parte, a la elevada prevalencia de factores
de riesgo coronario. La hipertensión, la hipertrofia del ventrículo
izquierdo, la diabetes mellitus, la obesidad, el hábito del tabaco,
la inactividad física y otros factores de riesgo son más
frecuentes entre los afroamericanos que entre los blancos. Otros grupos
étnicos y minorías raciales en los EE.UU con mayor riesgo
de enfermedad coronaroa son los .Hispanos, los indios americanos, los
sudasiáticos y los isleños del Pacífico. Aunque
algunos datos limitados sugieren que los grupos étnicos o raciales
pueden tener un valor basal de riesgo coronario variable, no hay suficiente
evidencia para que se cambien las recomendaciones generales de esta
guía para el tratamiento del colesterol en estas poblaciones.
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