ECOCARDIOGRAFÍA TRANSESOFÁGICA
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En 1976, Frazin publicó los resultados de una serie de estudios utilizando un transductor de ultrasonidos de un sólo cristal unido a un cable que introducía en el esófago, y poco después Matsumoto y cols utilizaron la misma técnica para evaluar la función del ventrículo izquierdo durante la cirugía cardíaca. Las primeras sondas disponían de una sola fila de cristales y mostraban únicamente imágenes del plano transversal (modo M) (*). La información obtenida era escasa ya que sólo se visualizaba la contracción y relajación del ventrículo izquierdo (*) En 1981, Hanrath montó en el extremo de una sonda gastroscópica una serie de transductores en fase en forma de matriz, haciendo posible la ecografía intraesofágica 2D (*) . En la década de los 80 dos nuevos avances hicieron que la ecocardiografía ganara más adeptos entre los cardiólogos. En primer lugar, investigadores de la Universidad de Rotterdam doblaron el número de transductores, desde los 32 originales de Hanrath hasta los 64. En segundo lugar, los fabricantes de equipos introdujeron la tecnología de mediciones de flujo con Doppler en color en sus ecocardiógrafos, consiguiéndose unas imágenes en las que se superponen imágenes detalladas de las estructuras y funciones cardíacas y mapas en color de los flujos sanguíneos intracardíacos. Bases físicas de la ecocardiografía Los productores y receptores de los ultrasonidos utilizados en la ecocardiografía son cristales piezoeléctricos que, al ser estimulados por una corriente eléctrica producen ultrasonidos, usualmente en pulsos intermitentes con una frecuencia de 2.5 a 7.5 megaherzios (millones de ciclos/seg.). Al chocar con los diferentes tejidos, parte de los sonidos son devueltos como un eco, volviendo al cristal que lo emitió, con lo que este produce una corriente eléctrica que, debidamente amplificada, constituye la señal que es transformada en una imagen en una pantalla. Al incidir sobre tejidos de distintas densidades, la porción de ultrasonidos devuelta a transductor depende de la naturaleza del tejido o interfase con la que incido. Por ejemplo, el eco devuelto por el aire en el ventrículo izquierdo devuelve mucho más eco que la sangre, con lo que la señal devuelta es mayor y en la pantalla, la señal tiene un brillo mucho mayor. Al mismo tiempo, el tiempo que tarda el eco de un determinado tejido en volver al transductor depende de la distancia al mismo, con lo que puede localizarse la profundidad o distancia a la que se encuentra la estructura que devuelve el eco. La velocidad media de los ultrasonidos a través del cuerpo es de 1.540 m/seg. |