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Arbol frutal muy apreciado por sus frutos y por su madera que se utiliza
en ebanistería. Las ramas tienen hojas alternas dentadas y brillantes.
Las flores brotan en manojos en las ramas acortadas. Los frutos son
drupas de color rojo a rojo oscuro.
Con fines
medicinales se recogen los pedúnculos maduros que se secan al
aire. Contienen taninos y por tanto tienen propiedades astringentes
útiles para el tratamiento de diarreas. Tienen propiedades diuréticas
y entran a formar parte de la composición de tisanas diuréticas.
Las hojas tienen los mismos efectos, siendo carminativas y antianémicas.
Las cerezas se consumen frescas o en conserva y son ricas en hierro
y calcio por lo que se recomiendan en tratamientos antianémicos.
Las cerezas maduras sirven para la obtención de jarabes de agradable
sabor que enmascaran el sabor de otros remedios.
La medicina tradicional ha utilizado las cerezas en multitud de enfermedades, aunque sólo en ocasiones estas aplicaciones hayan sido comprobadas mediante estudios clínicos. Algunas de las aplicaciones son
- Reumatismo y artritis: los derivados salicilados del cerezo aportarían a las cerezas propiedades febrífugas, analgésicas y antirreumáticas.
- Cáncer y envejecimiento celular: las cerezas tienen un elevado contenido en antocianinas, ácido elágico, y otros polifenoles acción antioxidante y antiséptica Los antioxidantes bloquean el efecto dañino de los radicales libres sobre el DNA.
- Diabetes: reducirían el riesgo de aparición de esta enfermedad y de sus complicaciones (neuropatía, retinopatía, etc.). Además son bien toleradas por los diabéticos por su contenido en fructosa y levulosa, presentando un índice glucémico moderado (IG = 63) .
- Corazón: varios componentes fenólicos que abundan en la cereza protegerían el sistema cardiovascular y previeniendo la angina de pecho y el infarto de miocardio.
- Obesidad: las cerezas son recomendables en dietas para reducir peso por su efecto saciante, laxante y diurético. Esto se debe a su contenido en fibra, agua y potasio, así como al bajo aporte de lípidos y sodio.
- Cosmética: gracias a sus vitaminas A y C protegen y suavizan la piel. También favorecen el bronceado por su contenido en caroteno y pueden ayudar a reducir la celulitis, pues mejoran la microcirculación y la inflamación del tejido subcutáneo.
- Laxante: su acción reguladora mejoraría el estreñimiento y el meteorismo.
- Regulación del sueño: las cerezas presentan un elevado contenido en melatonina, una hormona segregada por la glándula pineal durante la noche, que está implicada en la regulación del sueño y la temperatura corporal. También es un potente antioxidante y algunos expertos consideran que, tomada en forma de suplemento, es la sustancia más eficaz que existe para retrasar el envejecimiento.
- Anemia: las cerezas serían útiles en la anemia por su alto contenido en hierro .
Tradicionalmente, las cerezas han sido utilizadas en el tratamiento de la gota y en la historia de la medicina existen anécdotas relativas al uso de las cerezas en el tratamiento de esta enfermedad: Galeno prescribia a sus paciente con gota cerezas y el botánico sueco Karl Linneo (1707-1778) curaba sus ataques de gota con cerezas; según se dice, una de las razones de Carlos V para retirarse al Monasterio de Yuste fue precisamente el hecho de poder consumir las cerezas del Valle del Jerte para aliviar sus ataques de gota. En un estudio clínico publicado 1950 se dice que comer entre 15 y 25 cerezas diarias o beber su zumo reduce los niveles de ácido úrico en sangre y previene eficazmente los ataques. De igual forma, un estudio clinico realizado en 2003 en mujeres sanas demuestra de forma concluyente que el consumo de 280 g de cerezas ocasiona una reducción inmediata de los niveles séricos de urato. El mecanismo por el cual las cerezas son eficaces en esta enfermedad no es conocido aunque se especula que se debe a su contenido en antocianinas. Estas sustancias actuarían con el ácido elágico y la quercitina presentes en las cerezas como anti-inflamatorios reduciendo el dolor en la inflamación y, en efecto, se ha observado que después de la ingestión de una ración de cerezas, disminuyen ligeramente las concentraciones plasmáticas de proteína C reactiva y de óxido nítrico. Recientemente se ha puesto de manifiesto que el extracto de los huesos de cereza contienen transveratrol, proantocianida y una serie de flavonoides, que protegen el múscúlo cardíaco durante la reperfusión, después de provocar una isquemia en los animales de laboratorio. |
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REFERENCIAS
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