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DEFINICION
La hipnosis es un procedimiento durante el cual un profesional de la salud o investigador sugiere a una persona cambios en sus sensaciones, pensamientos, sentimientos y conducta. Es un estado semejante al sueño denominado trance, en el que el sujeto muestra una gran receptividad hacia su hipnotizador. Los sujetos hipnotizados reconocen subjetivamente un estado mental diferente del estado de vigilia usual. Sin embargo, este estado alterado se caracteriza por un alto grado de organización mental, una atención intensamente focalizada y una capacidad para iniciar un comportamiento dirigido hacia el objetivo planteado por el hipnotizador.
Según la definicion de la
British Psychological Society (2001) el término hipnosis denota una interacción entre una persona, el hipnotizador, y otra persona o personas, el sujeto o los sujetos. En esta interacción el hipnotizador intenta influir en las percepciones, sentimientos, pensamientos y conductas de los sujetos pidiéndoles que se concentren en ideas e imágenes que evoquen los efectos deseados. Las comunicaciones verbales que el hipnotizador utiliza para alcanzar estos efectos se llaman sugestiones. Las sugestiones se diferencian de otras clases de instrucciones cotidianas en que implican que el sujeto experimenta la respuesta que sigue la sugestión con éxito como involuntaria y sin esfuerzo. Los sujetos pueden aprender a utilizar la hipnosis por sí mismos en la autohipnosis".
A diferencia de la psicoterapia, la hipnosis no es un tipo de terapia, sino un conjunto de técnicas que se pueden usar para ayudar al tratamiento de alguna patología o para optimizar las condiciones físicas o mentales de las personas. Una de las aplicaciones más conocidas es el alivio del dolor como el dolor migrañoso, el dolor del parto o el dolor asociado a la cirugía menor. Asimismo con la hipnosis se puede tratar todo tipo de trastornos mentales y psicológicos, como fobias, miedos, traumas, depresión, insomnio, angustia, nerviosismo, estrés, timidez, etc. En el campo de las adicciones (como tabaquismo, alcoholismo, etc.) su aplicación también tiene un éxito notorio.
La autohipnosis es una forma de hipnosis autoinducida que hace uso de la autosugestión para alcanzar un estado de trance similar al que origina en la hinopsis. Es una técnica desarrollada para la provocación del síndrome hipnótico mediante sucesivos ejercicios de relajación. Frecuentemente se aprovechan las sugestiones post-hipnóticas inducidas por un hipnotista.
La hipnosis es distinta del sueño: los sujetos bajo hipnosis muestran unos trazados electroencefalográficos (EEG) que son similares a los obtenidos en estado de vigilia. Sin embargo, mediante la sugestión puede crearse un estado similar al sueño, incluyendo los registros EEG. Los sujetos hipnotizados se muestran relajados y se sienten en un estado muy agradable. Pueden hablar, reaccionar y abandonar el estado hipnótico, si bien con frecuencia no lo desean.
Existen dos campos generales de aplicación de la hipnosis y de la autohipnosis en psicología: la superación y mejora, y la ayuda terapéutica. En el primer caso, mejora el rendimiento de los deportistas, aumentando la autoestima e incorporando mecanismos de autocontrol y superación personal. Esto también es de utilidad para profesionales con mucha exigencia y situaciones continuas de estrés. Por otro lado, permite a los estudiantes centrar la atención, incrementar su motivación y facilitar el aprendizaje; y a los artistas les facilita la profundización en sensaciones y percepciones propicias para la creación.
Desde un punto de vista clínico, la hipnosis puede ser utilizada con éxito desde el tratamiento del dolor en obstetricia, cirugía menor y odontología hasta el cáncer, esclerosis múltiple, fibromialgia o enfermedad de Crohn. Aunque no sustituye a los medicamentos, la hipnosis puede aliviar la ansiedad previa a la cirugía, la recuperación después de esta y las molestias inherentes a algunos procedimientos invasivos como las endoscopias o las resonancias magnéticas. Los pacientes se muestran más cooperativos, tienen menos efectos secundarios y aumenta notablemente su umbral de dolor.
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Franz Anton Mesmer (1734-1815), nacido en una pequeña localidad a orillas del lago Constanza ya era doctor en filosofía y estudioso de la teología cuando se trasladó a Viena para cursar estudios de medicina. En 1766 se gradúa solemnemente como doctor en medicina. Casado con una viuda rica, Mesmer se convierte en un mecenas apasionado de la música, pasando por su casa los mejores compositores de su época incluyendo Haydn, Gluck y Mozart. Sin necesidad de ganarse la vida, todo el mundo elogia sus conocimientos y su carácter sencillo: hasta sus colegas, los médicos de Viena aprecian a Mesmer como medicus excelente, pero sólo hasta el momento en que tiene la osadía de adentrarse por nuevos derroteros.
En el verano de 1774, un distinguido extranjero visita Viena con su esposa. Esta, presa de repentinos espasmos en el vientre, pide que le preparen un imán manejable para poder aplicárselo en el estómago. Para la medicina de la época, las virtudes curativas de la piedra imán eran un hecho incontestable. El encargado de preparar el imán es un fraile amigo de Mesmer llamado Maximilian Hell, que no es médico pero que no duda en aplicar el imán a la enferma que experimenta una mejoría asombrosa. Informado Mesmer del caso, decide experimentar por su cuenta y le pide al fraile que le prepare una serie de imanes en forma de herradura. Mesmer aplica estos imanes sobre el cuello, el corazón o en otras partes enfermas del cuerpo y en algunos casos ante su sorpresa consigue curaciones nunca esperadas ni soñadas.
A partir de este momento, Mesmer se escastilla en la idea fija de que puede transmitir la fuerza magnética, utilizando dos o más imanes, magnetizando en agua, platos y tazas e instrumentos de música en la creencia que las vibraciones transportan la virtud curativa. Y acaba construyendo la desacreditada cubeta de la salud, el ridiculizado baquet ante el que esperan hileras de pacientes para ser magnetizados. En un año, Mesmer alcanza una popularidad inimaginable siendo nombrado Académico del Electorado de Baviera y contándose por cientos los testimonios de pacientes curados.
Sin embargo, en el mismo momento en el que la fama de Mesmer se extiende por toda Europa, él se da cuenta de que no es el hierro magnético en su mano lo que surte efecto, sino la mano misma. Reconoce que su asombrosa influencia sobre las personas no procede del mineral que manipula, sino del magnetizador y, a partir de 1776 abandona los imanes. Un prestigioso y agradecido paciente escribe:"el doctor Mesmer lleva a cabo la mayoría de sus curas sin ningún tipo de imanes artificiales, con el simple contacto de sus manos en las zonas afectadas".
Pero Mesmer ha llegado demasiado pronto. A medida que aumentan sus curaciones, crece la animadversión de sus colegas, pese a que Mesmer les invita a presenciar sus sesiones. Hasta tal punto llega a ser la inquina de algunos de los círculos vienenes que Mesmer se ve obligado a marchar a Paris.
Llegó a París en 1778 precedido de una reputación de hacedor de milagros. Al parecer había devuelto la vista a una joven música de Viena que la había perdido. Esta joven, de nombre Maria Theresia Paradies había perdido la vista a los cuatro años debido al parecer a una parálisis de los nervios ópticos. Su talento como pianista es tal que la Emperatriz María Teresa le ha concedido una pensión de 200 ducados. Un buen día llevan a la señorita Paradies a casa de Mesmer. Algunos de los síntomas que presenta la joven (contracciones convulsivas de los ojos, dolor del bazo y del hígado que le provoca ataques parecidos a la locura) hacen suponer a Mesmer que la ceguera no se debe a una alteración del nervio óptico, sino simplemente a un trastorno psíquico. Mesmer la aloja en su casa y comienza la cura magnética. Aunque la paciente no recupera la vista por completo, comienza a distinguir objetos y colores e incluso puede verse en un espejo.
Esta curación causa en Viena un gran revuelo, si bien los médicos influyentes que había tratado sin éxito a la señorita Paradies niegan la curación alegando que la paciente "no sabe o confunde el nombre de los objetos que le muestran". Finalmente, los padres de la joven, ante la amenaza de perder la gratificación imperial de 200 ducados, y a pesar de la resistencia de la muchacha se la llevan de la casa de Mesmer, acusando a este de conducta inmoral.
Mesmer se instala en Créteil (cerca de Paris) e invita al presidente y a todos los miembros de la Academia de las Ciencias a que examinen con todo rigor su nuevo tratamiento. Pero, al parecer la Facultad de Viena ya ha precalentado los ánimos pues de la Academia de Ciencias manifiesta su aversión a ocuparse de los experimentos de Mesmer. Como médico, acude a la Sociedad de Medicina para presentar sus pacientes curados en Créteil, pero esta elude el compromiso alegando que no ha podido conocer el estado de los pacientes antes de las supuestas curaciones.
En 1779, Mesmer publica su Informe sobre el descubrimiento del magnetismo animal". La forma de trabajar de Mesmer era espléndida y teatral. Partía de la base de que él era capaz de acumular una porción del "fluido universal" o de energía positiva) y de transmitirlo a sus semejantes, empleando para ello un ceremonial mágico o religioso. En una sala en penumbra, en un profundo silencio los pacientes se dan la mano rodeando la cubeta mágica, formando la famosa cadena magnética. Después aparece Mesmer vestido con una larga toga de color violeta y los toca con una varita de hierro o simplemente dibuja con las manos un aura invisible en el aire. Pronto algunos de los pacientes experimentan crisis violentas y son llevados a salas alcolchadas para que se calmen, pero otros se separan de la cadena, caen de rodillas ante el maestro y se declaran curados.
Ante las apasionadas discusiones entre partidarios y críticos, el Rey Luis XVI encargó a una comisión de científicos que analizasen el trabajo de Mesmer. En el grupo de expertos compartieron tareas el químico Lavoisier, Benjamin Franklin y el tristemente relevante Dr. Guillotin. Los resultados fueron negativos para el alemán, y el informe de la comisión ilustraba acerca de la superchería. Una parte del informe revelaba que algunos de los tratamientos eran claramente inmorales, y que no era infrecuente que bellas damas, sugestionadas por el santón, acabasen en una sala acolchada llamada "sala de las crisis" donde Mesmer calmaba sus nervios mediante la aplicación de una vara propia enteramente natural.
Mesmer acaba finalmente volviendo a Alemania.Tuvieron que pasar cien años hasta que en 1882, el médico francés Charcot consiguiera que la ilustre Academia se digne tener conocimiento oficial de la hipnosis.
El interés en el mesmerismo fue restablecido por el Dr. Elliotson, profesor de Medicina del College de Londres, el médico que, en 1838, introdujo el estetoscopio para Inglaterra. El Dr. Elliotson dimitió de su puesto en el hospital y en la Universidad a causa de su profundo interés en los fenómenos hipnóticos. Sus investigaciones así como las de sus discípulos fueron publicadas en una revista titulada Zoist.
En 1841, otro médico Inglés, James Braid, que se había opuesto inicialmente mesmerismo, se interesó en el tema, afirmando que el magnetismo animal no participada en las curas, sino que estas eran debidas a la sugestión. Desarrolló la técnica de fijación del ojo para inducir la relajación y la llamó "la hipnosis." Dado que inicialmente pensó que la hipnosis era idéntico al sueño, utilizó el término "Hypnos", la palabra griega que significa "sueño". Más tarde, después de haber reconocido su error, trató de cambiar el nombre a monoeidismo, es decir, la concentración en una sola idea. Sin embargo, el término "hipnosis" ha persistido a pesar de que técnicamente es un nombre inapropiado.
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A partir de 1845 James Esdaile, un cirujano de la India realizó cientos de intervenciones quirúrgicas mayores y menores en los nativos empleando técnicas hipnóticas. El libro de Esdaile, Mesmerismo en la India, publicado en 1850, describe más de doscientos cincuenta operaciones quirúrgicas, muchas de ellas formidables, como la amputación de la pierna, extirpación de tumores escrotales con un peso de ochenta a ciento veinte libras, la amputación del pene, y otras cirugías comparables. Describió con precisión muchos de los fenómenos de la hipnosis tal como hoy los conocemos. Al igual que los investigadores actuales observó la disminución de choque quirúrgico en sus pacientes hipnóticos: él o sus ayudantes nativos hipnotizaban a los sujetos a primera hora de la mañana y dejándoles en un estado cataléptico. Esdaile entonces hacía su trabajo, para luego regresar y operar con rapidez. Sus casos fueron documentados y observados por los dignatarios y los médicos locales. Sin embargo, cuando Esdaile regresó a Inglaterra y relató sus experiencias, fue ridiculizado y condenado al ostracismo por sus compañeros. Se fue a Escocia y finalmente reportó muchos éxitos más quirúrgicos. Es interesante notar que él comentó en su libro, maravillosamente escrito, que era difícil tanto convencer a la gente de la validez de su trabajo como para luchar contra la opinión pública.
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