La administración
concomitante de colestiramina con fluvastatina reduce de forma significativa
las concentraciones séricas de la segunda, debido a la formación
de un complejo que impide la absorción de la estatina. Sin embargo,
las reducciones del colesterol ocasionadas por ambos fármacos son
aditivas. En el caso de que un paciente recibiera ambas medicaciones,
se recomienda un intervalo de varias horas entre las administraciones
de una y otra.
La administración
concomitante de cimetidina, ranitidina u omeprazol puede reducir hasta
en un 20% el aclaramiento de la fluvastatina, con los correspondientes
aumentos de los niveles plasmáticos.
La fluvastatina
aumenta los niveles plasmáticos de la digoxina, por lo que se recomienda
una estrecha vigilancia de los enfermos que se encuentren estabilizados
con digoxina e inicien un tratamiento de fluvastatina.
La rifampina
puede aumentar de forma significativa la eliminación de la fluvastatina,
reduciendo sus niveles plasmáticos.
El consumo
de alcohol durante el tratamiento con fluvastatina incrementa de forma
significativa el riesgo de hepatotoxicidad. Se recomienda reducir la máximo
el consumo de bebidas alcohólicas.
El riesgo
de producir una miopatía durante el tratamiento con inhibidores
de la HMG-Coa reductasa, en particular por los que son metabolizados por
el sistema CYP3A4 (atorvastatina, cerivastatina, lovastatina, etc) aumenta
si se administran al mismo tiempo fármacos que inhiben este sistema.
Algunos fármacos inhibidores del CYP3A4 son la ciclosporina, la
eritromicina o claritromicina, y los antifúngicos imidazólicos
(itraconazol, fluconazol, ketoconazol, etc). Sin embargo, en el caso de
la fluvastatina este riesgo es mínimo ya que en condiciones normales
este fármaco es metabolizado por el sistema CYP3A4 sólo
en una pequeña proporción. Así, por ejemplo se ha
comprobado que la administración de una dosis de 500 mg de eritromicina
no afecta los niveles plasmáticos obtenidos después de dosis
repetidas de 40 mg de fluvastatina una vez al día, y lo mismo ocurre
en el caso del itraconazol. La fluvastatina (20 mg una vez al día)
no afecta los niveles plasmáticos de la ciclosporina, pero su AUC
y niveles plasmáticos máximos aumentan 1.9 y 1.3 veces,
respectivamente. Es posible que otros inmunosupresores tengan un comportamiento
parecido.
El riesgo
de una miopatía aumenta cuando los inhibidores de la HMG-CoA reductasa
se administran concomitante con derivados del ácido fíbrico
(clofibrato, gemfibrozil, fenofibrato) o con el ácido nicotínico.
Aunque la fluvastatina ha sido administrada sin problemas con estos fármacos,
es necesaria una cuidadosa vigilancia por si desarrollasen miopatía,
rabdomiólisis o insuficiencia renal.
La fluvastatina
potencia los efectos de la warfarina, y se han comunicados varios casos
de pacientes estabilizados bajo warfarina en los que las dosis del anticoagulante
tuvieron que ser reducidas al añadirse a la medicación la
fluvastatina, si bien no llegaron a producirse hemorragias. Dentro del
rango de concentraciones terapéuticas, la fluvastatina no es desplazada
de las proteínas del plasma a las que se encuentra unida por la
warfarina o la aspirina. Los médicos deben ser advertidos de que
deberán vigilar los efectos anticoagulantes de la warfarina si
se añade o se retira la fluvastatina en pacientes anticoagulados.
La administración
concomitante de fenitoína y de fluvastatina aumenta los niveles
plasmáticos de ambos fármacos dado que ambos se metabolizan
a través de la isoenzima CYP 2C9. La administración de una
dosis de 300 mg de fenitoína a sujetos estabilizados con fluvastatina
aumentó las concentraciones máximas y la AUC de esta en
un 27 y 40% respectivamente, mientras que la Cmax de la fenitoína
aumentaron en un 5% y la AUC en un 20%. Los pacientes tratados con fenitoína
deberán, por tanto, ser vigilados si se instaura o retira un tratamiento
con fluvastatina.
De igual
forma, el irbesartan y el losartan son sustratos para el enzima CYP 2C9
y, teóricamente podrían interferir con la fluvastatina.
Sin embargo, dadas las indicaciones de estos fármacos, es poco
probable que dicha interacción tenga una significancia clínica.
El clopidogrel
in vitro y a elevadas concentraciones inhibe la actividad del CYP 2C9,
por lo que podría aumentar las concentraciones plasmáticas
de los fármacos que, como la fluvastatina, se metabolizan a través
de este sistema. Otros fármacos que podrían actuar o actúan
de esta manera son la gliburida y el diclofenac. Así, la administración
de diclofenac con fluvastatina aumentó la Cmax y la AUC del anti-inflamatorio
en un 60% y 25%, respectivamente. En diabéticos de tipo I estabilizados
con gliburide (5-20 mg/día) la administración de fluvastatina
(40 mg dos veces al día durante 14 días) aumentó
la Cmax, AUC y T1/2 de la gliburide en un 50, 69 y 121% respectivamente,
mientras que las Cmax y AUC de la fluvastatina aumentaron en un 44 y 51%.
Sin embargo, no se modificaron los niveles plasmáticos de glucosa,
insulina o péptido C. Por el contrario en un estudio realizado
en voluntarios la administración de tolbutamida con la fluvastatina
no afectó la farmacocinética de ninguno de los dos fármacos
de forma significativa.
La nefazodona
puede reducir el metabolismo de los inhibidores de la HMG-CoA reductasa
mediante la inhibición de la isoenzima hepáticas CYP 3A4
y, de hecho, se han comunicado algunos casos de miositis y rabdomiólisis
secundarios a la administración de nefazodona concomitantemente
con lovastatina o simvastatina. Sin embargo, como la fluvastatina (y la
pravastatina) solo se metabolizan parcialmente por esta vía, es
poco probable que tal interacción pueda producirse.
La coadministración
de inhibidores de la proteasa anti-retrovírica con la fluvastatina
puede aumentar el riesgo de miopatía y rabdomiólisis debido
a que los primeros pueden inhibir el metabolismo de algunas estatinas,
incluyendo la fluvastatina, debido a la inhibición del sistema
CYP 3A4. Sin embargo, en el caso de la fluvastatina es menos probable
que tales reacciones adversas puedan desarrollarse.
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