Las
primeras evidencias de que los procesos de la memoria podian localizarse
en regiones específicas del cerebro humano se obtuvieron hacia
década de 1940. Wilder Penfield aplicó estimulación
eléctrica en la corteza cerebral de pacientes sometidos a cirugía
del cerebro para el tratamiento de una epilepsia local. Como la cirugía
del cerebro es indolora (el cerebro en sí mismo no tiene receptores
para el dolor) los pacientes pueden estar conscientes y describir lo
que sienten en respuesta a la estimulación aplicada a distintas
zonas de la corteza.
Penfield
observó en algunos de los más de 1000 pacientes intervenidos
que la estimulación eléctrica de los lóbulos originaba
un recuerdo coherente de una experiencia anterior. Aunque cuestionados
inicialmente estos resultados fueron confirmados a partir el estudio
de pacientes que habían sufrido una extirpación bilateral
del hipocampo y de las regiones vecinas del lóbulo temporal para
el tratamiento de la epilepsia. Finalmente, varios casos clínicos
en pacientes sometidos a cirugia, traumatismos, ictus, y otras causas
han permitido correlacionar el sitio del daño con los efectos
sobre los tipos de memoria afectados.
El primer
y más estudiado caso fue un paciente de 27 años que en
1953 se sometió a cirugía para corregir una epilepsia
crónica discapacitante. En aquel entonces no se sabía
que una cirugia bilateral podía causar efectos tan profundos
sobre la memoria.
A este
paciente se le practicó una resección bilateral del lóbulo
temporal medial, con extirpación de la amigdala, el uncus, la
circunvolución del hipocampo y los dos tercios anteriores del
hipocampo. Dos años después de la operación, el
paciente mantenía el mismo coeficiente intelectual y distintas
pruebas psicológicas no detectaron deficiencias en el comportamiento.
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