La
memoria implícita puede considerarse como un sistema de ejecución,
implicado en el aprendizaje de distintos tipos de habilidades que no
están representadas como información explícita
sobre el mundo. Por el contrario, éstas se activan de modo automático,
como una secuencia de pautas de actuación, ante las demandas
de una tarea. Consisten en una serie de repertorios motores (escribir)
o estrategias cognitivas (hacer un cálculo) que llevamos acabo
de modo inconsciente.
El aprendizaje de estas habilidades se adquiere de
modo gradual, principalmente a través de la ejecución
y la retroalimentación que se obtenga de esta; sin embargo, también
pueden influir las instrucciones (sistema declarativo) o por imitación
(mimetismo). El grado de adquisición de estas habilidades depende
de la cantidad de tiempo empleado en practicarlas, así como del
tipo de entrenamiento que se lleve a cabo. Como predice la ley de la
práctica, en los primeros ensayos la velocidad de ejecución
sufre un rápido incremento exponencial que va enlenteciéndose
conforme aumenta el número de ensayos de práctica.
La adquisición de una habilidad lleva consigo
que ésta se realice óptimamente sin demandar demasiados
recursos atencionales que pueden estar usándose en otra tarea
al mismo tiempo, de modo que dicha habili-dad se lleva a cabo de manera
automática.
La unidad que organiza la información almacenada
en la Memoria Procedimental es la regla de producción que se
establece en términos de condición-acción, siendo
la condición una estimulación externa o una representación
de ésta en la memoria operativa; y la acción se considera
una modificación de la información en la memoria operativa
o en el ambiente.
Las características de esta memoria son importantes
a la hora de desarrollar una serie de reglas que al aplicarse permitan
obtener una buena ejecución en una tarea.
|