ANTICUERPOS ANTI-DNA DE DOBLE CADENA |
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Los anticuerpos anti-DNA fueron descubiertos en 1957 siendo desde entonces considerados como "marcadores" del lupus eritematoso sistémico, aunque también pueden presentarse en otras enfermedades autoinmunes. Constituyen un subgrupo de anticuerpos antinucleares que pueden unirse al DNA de una cadena, al DNA de doble cadena o a ambos y suelen ser anticuerpos IgM o IgG. Las anticuerpos anti-DNA de una sola cadena pueden unirse a las bases púricas o pirimidínicas del DNA, a los nucleósidos, nucleótidos, oligonucleótidas así como la cadena de ribosa-fosfato que constituye el espinazo de una hebra de DNA. Por el contrario, los anticuerpos anti-DNA de doble cadena solo pueden unirse a la poliribosa-fosfato, a los pares de bases desoxiguanosina-desoxicitidina y desoxiadenosina-desoxitimidina y a algunas conformaciones muy especiales de la doble hélice. La mayoría de las personas normales tienen en su suero inmunoglobulinas IgM anti-DNA de una sola cadena, que pertenecen a los autoanticuerpos naturales presentes en todas las personas. Estos anticuerpos tienen una baja afinidad hacia del DNA y otros auto-antígenos como la tiroglobulina o la miosina. Por el contrario las IgG anticuerpos anti-DNA de doble cadena no suelen estar presentes en los individuos normales y muestran una alta afinidad hacia el DNA y otros antígenos. Además, son capaces de fijar moléculas de complemento y los complejos que forma contienen secuencias de aminoácidos que les confieren su patogenia. Desde hace décadas se sabe que los anticuerpos anti-DNA de doble cadena están muy relacionados con el lupus eritematoso sistémico. Este es una enfermedad inflamatoria crónica bien conocida, cuyas manifestaciones clínicas van desde lesiones dermatológicas localizadas hasta un proceso sistémico destructivo sin alteraciones cutáneas. El lupus eritematoso sistémico se caracteriza por remisiones y exacerbaciones que suelen estar asociadas a la presencia de anticuerpos antinucleares, en particular anti-DNA de doble cadena. Estos anticuerpos raras veces son encontrados en otras enfermedades autoinmunes, y su presencia casi siempre está relacionada con la actividad de la enfermedad, en particular cuando muestran la capacidad de fijar el complemento.
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La detección de niveles elevados de anticuerpos anti-DNA de doble cadena, de su capacidad para fijar el complemento y de su avidez hacia determinados antigenos es muy importante para dilucidar la patogénesis del lupus eritematoso sistémico y sus características clínicas. Desde su descubrimiento se han puesto a punto numerosas técnicas de detección. Las primeras pruebas implicaban el uso de DNA radioactivo, precipitación con sulfato de amonio o polietilenglicol. La dificultad en la obtención de DNA marcado y el coste de las instalaciones radioactivas condujeron rápidamente al desarrollo de métodos alternativos como un enzima-inmunoensayo (ELISA) y la prueba de la Crithidia luciliae (un protozoo que contiene un DNA circular al que se fija específicamente el anticuerpo anti-DNA) originando fluorescencia en presencia de isocianato de fluoresceína. (*) |
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Monografía creada el 17 de Noviembre de 20014 |
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REFERENCIAS
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