EL EJERCICIO FISICO EN LA DIABETES
EJERCICIO Y DIABETES TIPO 1 Todos los niveles de ejercicio, incluyendo deportes recreacionales y de competición pueden ser practicados por los individuos con diabetes tipo 1 siempre que no tengan complicaciones y tengan un buen control metabólico (ver sección siguiente). La posibilidad de ajustar el régimen terapeútico (tratamiento y dieta) para permitir una participación segura y competitiva ha sido recientemnete reconocida como parte importante en la estrategia del tratamiento en estos pacientes. En particular, hoy día se reconoce como beneficioso el importante papel desempeñado por el paciente recogiendo el mismo datos de glucosa en sangre en respuesta al ejercicio y utilizando estos datos para mejorar su competitividad. La hipoglucemia que puede producirse durante o algunas horas después del ejercicio, puede ser evitada. Esto requiere que el paciente tenga un adecuado conocimiento de las respuestas hormonales y metabólicas al ejercicio y de como debe autotratarse. El uso creciente de la terapia intensiva con insulina suministra a los pacientes la flexibilidad de ajustar las dosis a las dibversas actividades. Las recomendaciones rígidas de un suplemento de hidratos de carbono calculados a partir de la duración e intensidad de ejercicio previstas sin tener en cuenta la respuesta metabólica paciente, sus niveles de glucemia antes del ejercicio y la insulina administrada ya no son aplicables. Tales recomendaciones a menudo neutralizan los efectos beneficiones de la reducción del nivel glucémico por el ejercicio en los pacientes con diabetes de tipo 1. Las recomendaciones generales que han probado ser útiles regulando la respuesta glucémica al ejercicio pueden resumirse de la forma siguiente:
En general, las recomendaciones relacionadas con el ejercicio aplicables a adultos con diabetes tipo 1 sin complicaciones, también se pueden ampliar a los niños con diabetes, aunque estos últimos son más propensos a una variabilidad de sus niveles sanguíneos de glucosa. En los niños, debe prestarse especial cuidado a que exista un equilibrio entre control glucémico y el juego, siendo necesario para esto la asistencia de los padres, maestros y educadores físicos o entrenadores. En el caso de los adolescentes, los cambios hormonales pueden añadir una dificultad adicional al buen control glucémico. A pesar de estas dificultades queda claro que, con unas buenas instrucciones sobre autocuidados y control de la hipoglucemia, el ejercicio puede ser saludable y seguro en la gran mayoría de los niños y adolescentes con diabetes tipo 1 EJERCICIO EN LA TERCERA EDAD Se ha ido acumulando una evidencia creciente de que el progresivo deterioro de la forma física y de la fuerza y masa muscular con la edad pueden ser en parte prevenidos manteniendo un ejercicio regular. La disminución de la sensibilidad a la insulina con la edad también se debe parcialmente a una falta de ejercicio físico. En la población de riesgo para la diabetes tipo 2 son muy frecuentes bajos niveles de actividad física. Un cierto número de estudios sobre el entrenamiento físico ha incluído un número significativo de pacientes de la tercera edad. Estos pacientes se comportaron muy bien en el entrenamiento con buenas respuestas metabólicas, con un nivel de adherencia tan bueno como el de la población en general y con una aceptable incidencia de complicaciones. Es muy posible que el mantenimiento de una buena forma física en esta población conduzca a un menor número de complicaciones arteriales vasculares y a una mejora en la calidad de vida. CONCLUSIONES El reciente informe "Surgeon General's Report on Physical Activity and Health" subraya el importante papel que la actividad física juega en el mantenimiento de la salud y prevención de la enfermedad. Recomienda que todos los sujetos practiquen un mínino de 30 minutos de ejercicio moderado varios días por semana. En el contexto de la diabetes, cada vez es más claro que el incremento epidémico de la diabetes tipo 2 en todo el mundo está asociado a un descenso de la actividad física y a un aumento de la prevalencia de obesidad. De esta forma, la importancia de promover el ejercicio como un componente vital de la prevención de la diabetes tipo 2 debe ser vista como una alta prioridad. También se deben reconocer que los beneficios del ejercicio mejorando las anormalidades metabólicas asociadas a la diabetes tipo 2 son mayores cuanto más precozmente se usa. También el ejercicio es beneficioso retrasando la progresión de una intolerancia a la glucosa a una hiperglucemia declarada que requiere antidiabéticos orales y, posteriormente insulina |