AGUA ESPECIALES
| Aguas naturales especiales Numerosas leyendas nos hablan de ciertos lugares, generalmente en valles de altas montañas, en los que sus pobladores alcanzan edades muy avanzadas, que algunos cifran en 120 o más años. R.C Adelman y G.S. Roth en su libro "Testing the Theories of Aging" (1993) revisan los conocimientos que había entonces sobre el envejimiento. En el primer capítulo hablan de "efectos beneficiosos en lugares remotos", concretamente del valle de Vilcabamba en los Andes ecuatorianos, en un valle del Caúcaso entre el mar Negro y el mar Caspio, y en las montañas Karakorum en el Himalaya, en el noreste del Pakistán, en un valle habitado por los Hunza. Sin embargo, Adelman y Roth encontraron que las partidas de nacimiento de las personas más ancianas no existían o, sencillamente habían sido falsificadas (en el caso de los caucasianos para librarse el servicio militar bajo los zares y los comunistas) y que los datos recogidos no eran fiables. Sin embargo, en los tres casos, son mayoria los ancianos que alcanzan mas de los 90 años. Desde la publicación de Adelman y Roth han pasado 25 años y, actualmente existe la tecnología para determinar la edad real de una persona. Una de estas técnicas estriba en medir el grado de racemización de los aminácidos en las proteinas de los dientes que no son remplazadas a lo largo de la vida o el grado de metilación del ADN en los dinucleóticos CpG que permite determinar con gran precisión al edad cronológica del sujeto. Que sepamos, no se han utilizado estas técnicas para evaluar la edad de estos supuestos centenarios. Una de las características de estas personas de gran longevidad es que todas ellas viven en valles de alta montaña y beben un agua procedente de manantiales muy puros. ¿Sería posible que el agua de estas poblaciones se activara al pasar por algún sitio donde existen vórtices de energía telúrica?
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Energia del agua natural Desde tiempos inmemoriales, y en todas las culturas, se han utilizado los zahoríes para encontrar agua y yacimientos minerales. En China, el arte del Zahorí existe desde hace mas de dos mil años antes de nuestra era y llegaron a ser grandes expertos en las investigaciones concernientes al subsuelo: acuiferos, yacimientos minerales, etc. El emperador Yu de la dinastía de los Hia era célebre por su ciencia sobre los yacimientos mineros y sus conocimientod hidrológicos. Una xilografía de unos 200 años a. de C. lo muestra sosteniendo en la mano un objeto que recuerda a un diapasón. Durante milenios, el instrumento utilizado por los zahories ha sido una varilla ahorquillada que era sostenida por ambas manos mientras que el zahori hacía la prospección. A llegar al lugar donde se encontraba la mina o el agua, la varilla daba un salto. A partir del final del siglo XVIII las varillas de zahori fueron sustituídas por el péndulo y los zahories empezaron a proliferar expecialmente en Francia. En 1919, el abate Bouly acuñó el término radiestesia que es el aceptado mayoritariamente. Años mas tarde, Bovis estableció una escala y una regla biométrica para medir el conjunto de las radiaciones y energías presentes en un lugar, así como la interacción entre ellas y sus moradores, a través de la sensibilidad radiestésica , por medio del péndulo y una escala, que nos pueden ofrecer una medida de la calidad general del hábitat. Fue utilizada como escala de medición el Angstrom (Å), o unidad de medida de la largura de onda. (un a = décima millonésima de milímetro). En la primera dimensión del Biómetro, el nivel físico va de 0 a 10.000 unidades. Se considera como medida vital óptima 6.500 unidades Bovis. (U.B) por debajo de esta cifra se manifiestan – después de un periodo más o menos prolongado – las enfermedades. Obviamente, para medir la energía de un lugar o un objeto, es necesario tener sensibilidad radiestésica por lo que las unidades Bovis son eminentemente subjetivas. Hoy en día, debido a los progresos tecnológicos, los campos eléctricos son, en ocasiones, superiores a los naturales; la contaminación electromagnética artificial es producida por las líneas de alta tensión, subestaciones eléctricas, emisoras de TV y radio, electrodomésticos, instalaciones eléctricas, maquinaria industrial, antenas repetidoras de telefonía móvil, etc., y es absorbida por la tierra. Todas estas radiaciones, unidas a las que se producen en el interior de nuestro planeta y las que nos llegan del espacio, son remitidas de nuevo a la superficie, a través de lo que conocemos con el nombre de Redes Telúricas. Existen algunas personas que son especialmente sensitivas a estas alteraciones. Se cree que es el inconsciente el que, a través de la hipófisis y las glándulas suprarrenales, detecta estas radiaciones y envía unos impulsos neuromusculares al brazo haciendo que el péndulo o las varillas se muevan en manos del radiestesista, que de esta manera puede interpretar las respuestas. Como suele ocurrir en todas las manifestaciones inexplicables por el ciencia actual, la radiestesia ha sido denigrada y sus practicantes tachados de farsantes, incluyendo el abate Bouly o el abate Mermet que fueron famosos en primera mitad del siglo XX por su capacidad para detectar agua a grandes profundidades y realizar diagnósticos médicos. Los radioestesistas explican que son capaces de percibir vibraciones que emiten los acuíferos, los depósitos minerales e incluso objetos o personas perdidas. Al no ser esta capacidad común a la mayoría de los mortales, estos han tachado la radiestesia de brujería o de fraude. En particular, dicen los radiestesistas que el agua se ha impregnado de una energía telúrica al pasar por ciertos parajes y que ellos perciben estas aguas activadas.
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Monografía revisada el 26 de marzo de 2017. Equipo de redacción de IQB
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