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DESCRIPCION
La
triamcinolona y sus derivados son glucocorticoides sintéticos utilizados
como antiinflamatorias e inmunosupresores. La triamcinolona tiene una
ligera actividad mineralcorticoide y, por lo tanto, no es útil
en el tratamiento de la insuficiencia adrenal a menos que se añada
al mismo tiempo un mineral corticoide. La triamcinolona se utiliza por
vía oral, nasal, parenteral, tópica y aerosol.
Mecanismo
de acción: los corticosteroides endógenos son sintetizados
por la corteza adrenal y sus efectos se deben a una modificación
de la actividad de algunas enzimas, más que a un efecto hormonal
propiamente dicho. Las dosis terapéuticas de los glucocorticoides
reducen la inflamación al inhibir la liberación de las hidrolasas
de los leucocitos, prevenir la acumulación de macrófagos
en los lugares de la infección interfiriendo con la adhesión
de los leucocitos a la pared de los capilares, y reducir la permeabilidad
de la membrana de los capilares reduciendo el edema. También inhiben
la liberación de histamina y de kininas e interfieren con la formación
de tejido cicatricial. Los efectos antiinflamatorios de los corticoides
están mediatizados por proteínas inhibidoras de la fosfolipasa
A2, las llamadas lipocortinas. Estas, a su vez, controlan la biosíntesis
de potentes mediadores de la inflamación como los leucotrienos
y las prostaglandinas al inhibir la síntesis de su precursor, el
ácido araquidónico.
La
función inmunológica de los glucocorticoides se deben a
una reducción de las funciones del sistema linfático al
reducir las concentraciones de las inmunoglobulinas y del complemento,
al desencadenar una linfocitopenia, inhibir el paso de los complejos inmnunes
a través de la membrana capilar y, posiblemente interfiriendo con
la unión antígeno-anticuerpo. Las dosis terapeúticas
de los glucocorticoides inhiben la secreción de la hormona adrenocorticotrópica
de la pituitaria, ocasionando de esta manera un insuficiencia adrenocortical
secundaria. Si el tratamiento se prolonga y se cesa abruptamente, puede
ocurrir una insuficiencia adrenal.
Los
corticosteroides inhalados reducen las respuestas alérgicas precoces
y tardías asociadas al asma bronquial. Entre los mecanismos propuestos
están la reducción de la síntesis de las IgE, el
aumento de los receptores beta-adrenérgicos en los leucocitos y
la reducción del metabolismo del ácido araquidónico,
con la correspondiente reducción de prostaglandinas y leucotrienos.
El asma bronquial crónico está asociado a un edema peribronquial
y a secreciones mucosas que disminuyen durante un tratamiento con corticoides.
Durante una reacción alérgica, los alergenos unen los anticuerpos
IgE sobre la superficie de los mastocitos haciendo que estas células
liberen sustancias quimiotácticas. Por lo tanto, la activación
de los mastocitos es responsable, al menos parcialmente, de la hiperrritabilidad
de la mucosa oral de los pacientes asmáticos. Esta inflamación
puede ser retardada por los corticoides.
Farmacocinética:
después de su administración oral la triamcinolona se absorbe
rápidamente y los efectos máximos de observan a las 1-2
horas. El inicio y la duración de las suspensiones de triamcinolona
dependen de la vía de administración y del lugar en el que
se inyecta. La biodisponibilidad de la triamcinolona aplicada sobre la
piel depende de la condición e integridad de piel: la absorción
es mayor en la piel enferma o inflamada, o en las áreas en las
que el estrato córneo es más delgado como los párpados,
los genitales y la cara. Puede producirse una cierta absorción
del fármaco, sobre todo cuando se aplica sobre las mucosas.
La
absorción pulmonar de la triamcinolona es semejante a la absorción
digestiva. Cuando se inhala, la triamcinolona se deposita en la boca y
garganta, parte en la tráquea y el resto en las porciones hiliares
del pulmón.
Se
desconoce la absorción nasal de la triamcinolona.
Una
vez dentro de la circulación, la triamcinolona se une débilmente
a las proteínas del plasma, distribuyéndose rápidamente
por los riñones, intestinos, piel, hígado y músculos.
Es capaz de atravesar la barrera placentaria y se excreta en la leche
materna. La triamcinolona aplicada tópicamente se metabolizada
en la piel, mientras que la sistémica se metaboliza en el hígado
originando metabolitos inactivos. Estos, así como una pequeña
porción de triamcinolona inalterada se eliminan en la orina.
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INDICACIONES
Y POSOLOGIA
Prevención
del broncoespasmo o el tratamiento de mantenimiento en enfermos que necesita
corticosteroides para el control del asma bronquial:
Administración
por inhalación (triamcinolona acetónido):
- Adultos:
inicialmente dos inhalaciones de 200 µg (dos pulsaciones de un aerosol
dosificador) 3 o 4 veces al día. En el caso de un asma muy severo,
estas dosis de pueden aumentar hasta 16 dosificaciones del aerosol al
día, repartidas en 4 inhalaciones. Se deben ajustar individualmente
las dosis de mantenimiento para cada paciente que pueden ser distribuidas
en 2 inhalaciones al día
- Niños
de 6 a 12 años: entre 200 y 400 µg (2—4 inhalaciones del aerosol
dosificador). No deben sobrepasarse las 12 inhalaciones al día)
- Niños
de < 6 años: no se han evaluado la seguridad y eficacia de
la triamcinolona en aerosol.
Tratamiento de los síntomas de la rinitis alérgica
estacional:
Administración
nasal (triamcinolona aerosol)
- Adultos
y adolescentes de > 12 años: inicialmente 2 pulverizaciones
de 55 µg en cada una de las fosas nasales dos veces al día (220
µg). Estas dosis se pueden aumentar hasta un total de 440 µg/día
administradas de una vez (4 pulverizaciones en cada fosa nasal)
- Niños
de 6 a 12 años: 2 pulverizaciones de 55 µg en cada una de los
fosas nasales 2 veces al día (total 220 µg). Estas dosis se deben
reducir hasta alcanzar el máximo efecto con las dosis mínimas
Los
efectos máximos se obtienen a la semana de iniciar el tratamiento
Tratamiento de la carditis reumática aguda, arteritis temporal,
beriliosis o lupus sistémico eritematoso:
Administración
oral (triamcinolona o triamcinolona acetato)
- Adultos:
4-48 mg de triamcinolona base al día en forma de una dosis única
o en dosis divididas. En algunos casos, pueden ser necesarias dosis
de hasta 60 mg
- Niños:
416 µg—1.7 mg (base)/kg al día, o 12.5—50 mg (base)/m2 al día
en forma de una dosis única o dividida
Administración
intramuscular (triamcinolona acetónido)
-
Adultos: 40—80 mg. Esta dosis se pueden repetir cada 4 semanas
- Niños
de >6 años: 40 mg. Esta dosis se puede repetir cada 4 semanas.
Alternativamente, 30—200 µg/kg o 1—6.25 mg/m2 repitiendo la dosis cada
4 semanas
Administración
intramuscular (triamcinolona diacetato):
- Adultos:
40 mg una vez a la semana. La dosis puede también calcularse
como 4 a 7 veces la dosis oral, administrada en una sola inyección
y repitiendo a intervalos de 4 días a 4 semanas
- Niños
> 6 años: 40 mg una vez a la semana
- Niños
de < 6 años: no se han establecido las dosis más seguras
y eficaces para los niños de esta edad
Tratamiento
de la tuberculosis fulminante o diseminada concomitantemente con un tratamiento
antituberculoso apropiado:
Administración
oral:
- Adultos:
4—48 mg (base) al día en forma de una dosis única o en
dosis divididas. En algunos casos pueden ser necesarias dosis de hasta
60 mg
-
Niños 416 µg—1.7 mg (base)/kg/día o 12.5—50 mg (base)/m2/día
en una dosis única o en dosis divididas.
Administración
intramuscular
-
Adultos: 40—80 mg. Repetir si fuese necesario cada 4 semanas
- Niños
> 6 años: 40 mg Repetir cada 4 semanas. Alternativamente,
30—200 µg/kg o 1—6.25 mg/m2 repetidos a intervalos de t 1—7 días
Tratamiento
de enfermedades de la piel que responden a los corticoides (p.ej,
alopecia areata, dermatitis atópica, dermatitis herpetiforme ampollosa,
dermatitis de contacto, lupus eritematoso discoide, eccema, dermatitis
exfoliativa, granuloma anular, queloides, liquen estriado, liquen plano,
micosis fungoides, necrobiosis lipoidica diabeticorum, pénfigo,
pitiriasis rosada, prurito, psoriasis, dermatitis seborreica, xerosis,
etc.)
Tratamiento
tópico de dermatosis moderada:
Administración
tópica (triamcinolona acetónido)
-
Adultos: Aplicar una crema, ungüento o loción al 0.025—0.1%
sobre el área afectada 2 a 4 veces al día o un aerosol
tópico al 0.015% 1—2 veces al día
Administración
intralesional:
- Adultos:
3—48 mg inyectados intralesion- o sublesionalmente. Usualmente, las
dosis son de 25 mg por cada lesión. Pueden administrarse 2 o
3 inyecciones a intervalos de 1 a 2 semanas. La dosis máxima
recomendada es de 75 mg a la semana
Tratamiento de las lesiones ulcerosas o inflamatorias de la boca, incluyendo
la estomatitis aftosa, la gingivitis descamativa y el liquen plano oral:
Administración
tópica (pasta de triamcinolona acetónido al 1%)
- Adultos:
aplicar la pasta sobre las membranas mucosas 2 o 3 veces al día,
después de las comidas y a la hora de acostarse.
Tratamiento
de la inflamación asociada a la osteoartritis, sinovitis, bursitis,
epicondilitis, etc.:
Administración
oral (triamcinolona base o triamcinolona diacetato):
- Adultos:
4—48 mg (base)/día en una dosis o en dosis divididas. En ocasiones
la dosis inicial puede ser de hasta 60 mg
-
Niños: 416 µg—1.7 mg (base)/kg/día o 12.5—50 mg (base)/m2/día
en una dosis o en dosis divididas.
Administración
intramuscular (triamcinolona acetónido):
-
Adultos: 40—80 mg . Repetir cada 4 semanas
-
Niños 40 mg. Repetir cada 4 semanas.
Administración intramuscular (triamcinolona diacetato):
-
Adultos y niños de > 6 años: 40 mg una vez a la semana.
- Niños
de menos de 6 años: se desconocen las dosis más apropiadas
Administración
intra-articular o intrasinovial (triamcinolona acetónido)
-
Adultos y niños > 6 años: 2.5—15 mg en el lugar apropiado.
Repetir cuando sea necesario a intervalos de 1 a 8 semanas
Tratamiento de la insuficiencia adrenal primaria (enfermedad de
Addison) o secundaria:
Administración
oral:
- Adultos:
4-12 mg (base)/día de triamcinolona base en una dosis única
o en dosis divididas.
- Niños:
117 µg (base)/kg/día o 3.3 mg (base)/m2/día en un dosis
única o en dosis divididas
Nota:
para esta indicación, la cortisona y la hidrocortisona son los
fármacos de primera elección
Tratamiento
de la inflamación o inmunosupresión asociadas a varios desórdenes
como p.ej. la enfermedad de Hodgkin:
Administración oral (triamcinolona base o triamcinolona diacetato):
-
Adultos: 4—48 mg (base)/día en forma de una dosis única
o en dosis divididas
- Niños:
416 µg—1.7 mg (base)/kg/día o 12.5—50 mg (base)/m2/día
en una dosis única o en dosis divididas
Tratamiento
de la púrpura trombocitopénica crónica idiopática:
Administración
oral:
-
Adultos y adolescentes: usualmente la prednisona (1 mg/kg/día)
es el fármaco preferido. El equivalente de triamcinolona es de0.8
mg/kg/día.
Pacientes
con insuficiencia hepática: las dosis de triamcinolona deben ser
ajustadas de acuerdo con el grado de insuficiencia hepáticas pero
no se han publicado recomendaciones en este sentido.
Pacientes
con insuficiencia renal: no son necesarios reajustes en las dosis.
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CONTRAINDICACIONES
Las
inyecciones de triamcinolona acetónido o hexatónido nunca
deben ser administradas por vía intravenosa. Tampoco se deben administrar
por vía intravenosa la triamcinolona acetato.
El
tratamiento con glucocorticoides puede enmascarar los síntomas
de las infecciones y no se deben administrar estos fármacos en
el caso de infecciones víricas o bacterianas que no estén
adecuadamente controladas, excepto en los casos en que estas infecciones
puedan representar un peligro de muerte. No se aconseja el tratamiento
con corticoides en pacientes con infecciones fúngicas sistémicas,
aunque muchos clínicos opinan que los glucocorticoides pueden ser
administrados en todos los casos de infección siempre y cuando
esta sea tratada adecuadamente.
Son
frecuentes las infecciones secundarias durante los tratamientos con corticoides.
Los
corticoides, incluyendo la triamcinolona pueden reactivar una tuberculosis
y no se deben administrar a pacientes con historia de tuberculosis excepto
cuando se prescribe al mismo tiempo un tratamiento antituberculoso adecuado.
Los
pacientes tratados con dosis inmunosupresoras de corticoides deben evitar
el contacto con enfermos con varicela o rubéola.
La
triamcinolona administrada tópicamente debe emplearse con precauciones
en pacientes con una mala circulación debido al riesgo de ulceraciones
de la piel. No se aconseja el uso de la triamcinolona tópica en
pacientes con infecciones de la piel de cualquier tipo. Además,
los pacientes deberán contactar con su médico si se observan
signos de infección o ulceración en los 12 meses siguientes
a un tratamiento.
En
el caso de ser necesaria una cirugía, el paciente deberá
comunicar a su médico si ha sido tratado con corticoides en los
12 meses anteriores y la enfermedad para la cual se le prescribieron.
Se aconseja que los pacientes sean portadores de una tarjeta en la que
se identifique la enfermedad, el tipo y las dosis de corticoides utilizadas.
El
tratamiento con glucocorticoides ha estado asociado con roturas de la
pared del ventrículo izquierdo en pacientes con infarto de miocardio
reciente, y por consiguiente, deben ser utilizados con extrema precaución.
Los glucocorticoides pueden producir edema, lo que puede exacerbar una
insuficiencia cardíaca congestiva o una hipertensión preexistentes.
Los
corticosteroides debe ser utilizados con precaución en pacientes
con psicosis, inestabilidad emocional, herpes, enfermedades renales, osteoporosis,
diabetes mellitus o epilepsia ya que pueden exacerbar estas enfermedades.
Los pacientes con hipotiroidismo pueden mostrar una respuesta exagerada
a los corticosteroides.
Los
corticosteroides deben ser utilizados con precaución en pacientes
con enfermedades digestivas, diverticulitis o anastomosis intestinal debido
a la posibilidad de perforaciones. En los pacientes con enfermedades hepáticas
pueden ocasionar hipoalbuminemia y cirrosis. Aunque los glucocorticoides
son utilizados en el tratamiento a corto plazo de las exacerbaciones agudas
de la enfermedad inflamatoria intestinal como la colitis ulcerosa o la
enfermedad de Crohn, no se debe prescribir en aquellos pacientes que puedan
tener una perforación intestinal, abscesos o infecciones piogénicas.
Tampoco se deben utilizar los corticosteroides en pacientes con úlcera
péptica salvo en casos extremos.
Los
glucocorticoides deben ser utilizados con precaución en pacientes
con glaucoma u otras alteraciones visuales. El uso prolongado de estos
fármacos puede conducir a cataratas subcapsulares y a glaucoma,
siendo mayor la incidencia de infecciones víricas o fúngicas.
Las
dosis terapeúticas de los corticosteroides administradas durante
largos períodos de tiempo puede suprimir el eje hipotalámico-pituitario-adrenal,
pediéndose producir una insuficiencia adrenal aguda si estos fármacos
son retirados abruptamente. La retirada de los corticosteroides debe ser
gradual y la supresión de eje HPA puede durar hasta 12 meses después
de la discontinuación del corticoide. En estos pacientes, posiblemente
sean necesarios unos suplementos de corticoides en casos de estrés
fisiológico, pérdida de sangre, cirugía o infecciones,
incluso cuando ya han sido retirados.
Igualmente,
cuando se discontinúan abruptamente los corticosteroides puede
aparece un síndrome no relacionado con la supresión del
eje HPA. Este síndrome se caracteriza por anorexia, letargia, náuseas/vómitos,
cefaleas, fiebre, mialgia, dermatitis exfoliativa e hipotensión
y se debe al cambio brusco de las concentraciones plasmáticas del
glucocorticoide. Se han descrito un aumento de la presión intracraneal
con papiledema durante la retirada de un tratamiento con glucocorticoides
Algunas
formulaciones oral de triamcinolona contienen tartrazina como colorante.
Los pacientes con hipersensibilidad a la tartrazina deberán tomar
las precauciones adecuadas. Igualmente, los pacientes con alergia a la
aspirina pueden experimentar reacciones de hipersensibilidad.
Las
formulaciones inyectables de triamcinolona pueden contener alcohol bencílico
como preservativo. Esta sustancia puede ocasionar un cuadro grave en el
neonato, caracterizado por acidosis metabólica y disfunción
respiratoria, circulatoria, renal y del SNC.
La
triamcinolona inhalada está contraindicada en pacientes con "status
asthmaticus" u otras variedades de asma que requieren un tratamiento
intensivo. Los pacientes deben ser advertidos de que la triamcinolona
no es un broncodilatador y que no debe usarse en casos de broncospasmos.
El riesgo de producir una supresión del eje HPA es mínimo
con la triamcinolona inhalada pero este riesgo puede aumentar cuando se
administran, además, otros corticosteroides sistémicos.
A
pesar se sus mínimos efectos sobre la función inmune, la
triamcinolona inhalada debe ser usado con precaución en pacientes
con herpes ocular, tuberculosis, cirugía oral o nasal, traumas
o infecciones no tratadas.
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INTERACCIONES
Los
inductores de las enzimas microsomales hepáticas (barbitúricos,
fenitoína, carbamazepina, rifampina, etc.) aceleran el metabolismo
de los glucocorticoides. Pueden ser necesarios reajustes en la dosis de
triamcinolona si se inicia o discontinua un tratamiento concomitante con
estos fármacos.
Los
estrógenos aumentan las concentraciones de transcortina lo que
reduce las concentraciones de triamcinolona libre, disminuye sus metabolismo
e incrementa sus efectos. Pueden ser necesarios reajustes en las dosis
de triamcinolona si se instaura o retira un tratamiento con estrógenos.
El
riego de gastritis o de úlcera péptica inducida por los
antiinflamatorios no esteroídicos (AINES) aumento cuando se administran
al mismo tiempo glucocorticoides. En el caso de la aspirina, puede ocurrir
una hipoprotrombinemia si se administran glucocorticoides concomitantemente.
Además, si se discontinua el glucocorticoide, pueden aumentar los
niveles plasmáticos de salicilatos, aunque raras veces se llega
a una intoxicación salicílica.
Los
efectos de los glucocorticoides sobre la excreción de potasio pueden
ser exacerbados si se administran con fármacos que deplecionan
el potasio, tales como los diuréticos tiazídicos, la furosemida,
el ácido etacrínico o la amfotericina B. Si se administran
estos fármacos deben monitorizarse con frecuencia las concentraciones
plasmáticas de potasio.
Los
glucocorticoides interaccionan con los inhibidores de la colinesterasa
tales como el ambenonium, la neostigmina y la piridostigmina, produciendo
una importante debilidad muscular en los pacientes con miastenia grave
tratados con estos fármacos.
Las
vacunas a base de organismo muertos o inactivados no representan ningún
peligro para las personas inmunocomprometidas, aunque suelen ser necesarias
dosis más altas y vacunaciones más frecuentes. Las vacunas
con virus vivos no deben utilizarse en pacientes tratados con corticosteroides
debido a que puede potenciarse la replicación de los virus y otras
reacciones adversas. Los pacientes tratados con glucocorticoides no deben
exponerse a un contagio por contacto con personas que hayan recibido recientemente
la vacuna oral de la polio.
No
están contraindicados los contactos con personas vacunadas contra
la rubéola, paperas y sarampión incluyendo a profesionales
de la salud.
En
las personas inmunocomprometidas puede ser recomendable una inmunoprofilaxis
pasiva con inmunoglobulinas en lugar de, o además de las vacunas.
Los
corticosteroides sistémicos aumentan los niveles de glucosa en
sangre y, por este motivo puede hablarse de una interacción entre
ellos y todos los fármacos antidiabéticos. En todos los
pacientes a los que se administre sistémicamente un corticosteroide
sistémico se deberán reajustar las dosis de insulina o de
antidiabéticos orales.
La
L-asparaginasa inhibe de una forma transitoria la producción de
insulina por lo que se uso concomitante con corticosteroides puede resultar
en una mayor hiperglucemia. Parece ser que esta interacción es
menor si la L-asparaginasa se administra después que el corticosteroide
en lugar de antes.
Los
pacientes tratados concomitantemente con glucósidos cardíacos
y corticosteroides tienen un mayor riesgo de desarrollar arritmias o toxicidad
por digital debido a la hipopotasemia inducida por los corticoides. Esta
hipopotasemia es también la responsable de un aumento de los efectos
pro-arrítmicos de la dofetilina y de los efectos adversos de los
bloqueantes neuromusculares.
Los
corticosteroides administrados antes o al mismo tiempo que la terapia
fotodinámica con porfímero pueden reducir la eficacia del
tratamiento.
Cuando
los corticosteroides se administran concomitantemente con teofilina o
isoproterenol en pacientes asmáticos, aumenta el riesgo de una
toxicidad cardíaca.
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REACCIONES
ADVERSAS
Después
de la inhalación oral de la triamcinolona, los posibles efectos
adversos de tipo nasofaríngeo incluyen los sofocos, boca seca,
rash, tos, disfonía, irritación de la boca y de la lengua
y disgeusia. Debido a los efectos inmunosupresores, frecuentemente se
producen infecciones orales por Cándida, aunque las infecciones
víricas o bacterianas raras veces tienen lugar en sujetos inmunocompetentes.
No suele observarse una supresión adrenocortical con la triamcinolona
sola, pero teóricamente esta es posible si se administran dosis
elevadas o si se añaden otros corticoides sistémicos. Después
de la inhalación de los corticoides inhalados, incluyendo la triamcinolona
es posible que se produzca un broncoespasmo. En el caso de observarse
jadeos y sibilancias después de la inhalación de corticoides
debe suspenderse inmediatamente el tratamiento e iniciarse un tratamiento
con broncodilatadores beta-adrenérgicos.
La
administración tópica de triamcinolona puede estar asociada
a efectos adversos tales como irritación de piel, prurito, xerosis,
folicultis, hipertricosis, rash acneiforme, hipopigmentación de
la piel, dermatitis perioral, dermatitis alérgica de contacto,
atrofia de piel con estrías y milaria. La absorción sistémica
de la triamcinolona por vía tópica es mínima, pero
teóricamente son posibles las mismas reacciones adversas que cuando
se administra sistémicamente, especialmente cuando se aplica sobre
áreas extensas de la piel.
La
aparición e intensidad de las reacciones adversas asociadas a la
administración de dosis farmacológicas de corticosteroides
aumenta con la duración y la frecuencia de la terapia. La administración
durante períodos cortos no produce en general reacciones adversas,
pero la administración crónica puede producir una atrofia
adrenocortical acompañada de una depleción generalizada
de proteínas. Los glucocorticoides son los responsables del metabolismo
de las proteínas y su administración prolongada puede producir
manifestaciones musculoesqueléticas entre las que destacan alteraciones
de la cicatrización, miopatías, atrofia de la matriz ósea,
fracturas por compresión o fracturas de los huesos largos y necrosis
avascular de la cabeza del fémur o del húmero. Estos efectos
son más probables en los ancianos o pacientes debilitados.
Los
glucocorticoides, incluyendo la triamcinolona interaccionan con el metabolismo
del calcio, con lo que se reduce la síntesis de hueso por los osteoblastos
al inhibir la síntesis de proteínas en la matriz ósea.
También se observa una reducción de la absorción
de calcio tanto en el intestino como en las nefronas, efectos todos ellos
que contribuyen a la osteoporosis, la reacción adversa más
importante inducida por los glucocorticoides. Por el contrario, los glucocorticoides
no modifican el metabolismo de la vitamina D. Se recomienda, en particular
en las mujeres postmenopausicas, una monitorización frecuente para
detectar precozmente signos de osteoporosis.
Debido
a sus efectos sobre los huesos, los glucocorticoides no deben ser administrados
a niños durante períodos prolongados.
La
inyección intraarticular de los glucocorticoides puede producir
una artropatía tipo Charcot, así como atrofias en el lugar
de la inyección y roturas tendinosas.
Los
preparados oftálmicos de glucocorticoides pueden aumentar un aumento
de la presión intraocular, dependiendo de la frecuencia y duración
de su administración. Usualmente, la hipertensión ocular
ocurre a las 1-6 semanas de tratamiento oftálmico y suele revertir
cuando se suspende la medicación. En el caso de la prednisolona
se han descrito glaucoma de ángulo abierto, neuritis óptica
y alteraciones de la visión.
Igualmente
se han descrito lesiones visuales temporales o permanentes, incluyendo
ceguera, en pacientes tratados con glucocorticoides por diversas vías,
incluyendo la administración nasal y la oftálmica. En cambio,
raras veces se han observado cataratas subcapsulares, aunque si un cierto
retraso en la cicatrización de heridas en la córnea. Los
tratamientos sistémicos pueden producir exoftalmos, retinopatías,
aumento de presión intraocular y lesiones del nervio ocular.
Los
tratamientos oftálmicos con glucocorticoides pueden inducir o exacerbar
infecciones oculares víricas o bacterianas. Además los glucocorticoides
pueden enmascarar los síntomas de una infección y deben
evitarse en los casos de infecciones. Los efectos inmunosupresores de
los glucocorticoides son más probables en los pacientes tratados
con dosis sistémicas elevadas (equivalentes a 1 mg o más
de prednisona/día) en particular cuando se administran concomitantemente
con fármacos inmunosupresores o con fármacos ahorradores
de glucocorticoides (por ej. la troleandomicina).
La
administración prolongada de glucocorticoides puede ocasionar los
efectos adversos propios de los mineralcorticoides: alteraciones del balance
electrolítico (hipokaliemia, alcalosis metabólica, hipernatremia,
hipocalcemia), edema e hipertensión. En los pacientes susceptibles
puede desarrollarse una insuficiencia cardíaca congestiva. En un
estudio prospectivo se ha comprobado que se desarrolla hipertensión
con una frecuencia 4 veces superior en los pacientes tratados con corticosteroides
que en los pacientes de control.
El
tratamiento prolongado con corticosteroides puede afectar negativamente
el sistema endocrino ocasionando el síndrome de Cushing, irregularidades
de la menstruación, hiperglucemia y agravando la diabetes mellitus
en pacientes susceptibles. Pueden ser necesarios reajustes en las dosis
de insulina o de hipoglucemiantes orales.
Los
efectos adversos sobre el tracto digestivo asociados a tratamientos crónicos
con corticosteroides incluyen la anorexia y náuseas/vómitos
con la correspondiente pérdida de peso. También se han comunicado
aumento del apetito, diarrea, constipación, dolor abdominal, ulceraciones
esofágicas, gastritis y pancreatitis. En cambio, es poco probable
que los corticosteroides contribuyan al desarrollo de úlceras pépticas.
Los
efectos neurológicos adversos incluyen cefaleas, insomnio, vértigo,
neuropatía isquémica periférica, alteraciones EEG
y convulsiones. Algunas alteraciones mentales descritas son depresión,
ansiedad, euforia, cambios de personalidad, psicosis, inestabilidad emocional
y problemas psicóticos.
Se
han descrito varias reacciones adversas dermatológicas durante
los tratamientos con corticosteroides. Los más señalados
son hipertrofia de la piel, acné vulgaris, diaforesis, mala cicatrización,
eritema facial, estrías, petequias, hirsutismo, equimosis y cardenales.
Las reacciones de hipersensibilidad es pueden manifestar como dermatitis
alérgica, urticaria y angioedema. Cuando se administran parenteralmente
los corticosteroides pueden producir parestesias en la región perianal,
así como hipo- o hiperpigmentación de la piel, induraciones
en el punto de la inyección, atrofia subcutánea y abscesos
estériles
Se
han asociado hipercolesterolemia, arteriosclerosis, embolismo graso, trombosis,
tromboembolismo y flebitis con los tratamientos con corticosteroides.
Se
han producido casos de trombocitopenia en algunos pacientes tratados con
grandes y prolongadas dosis de corticosteroides. Raras veces se han observado
palpitaciones, taquicardia, glositis, estomatitis, incontinencia y/o urgencia
urinaria.
Aunque
los corticosteroides reducen las concentraciones plasmáticas de
vitaminas C y A raras veces se han comunicado deficiencia en estas vitaminas.
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