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DESCRIPCION
La penicilamina
es un agente quelante utilizado en el tratamiento de la enfermedad de
Wilson. También se utiliza para reducir la excreción de
cistina en la cistinuria y en el tratamiento de la artritis reumatoide
severa que no responde a otros tratamientos.
Farmacología:
Estudios in vitro han puesto de manifiesto que un átomo
de cobre se combina con dos moléculas de penicilamina, de manera
que 1 gr del fármaco sería capaz de capturar 200 mg de cobre.
En la práctica, el cobre eliminado es menos del 1% de esta cantidad.
La penicilamina
reduce la excreción de cistina en la cistinuria, formando con esta
un disulfuro penicilamina-cistina, mucho más soluble que la cistina,
que es fácilmente eliminado.
La penicilamina
interfiere con la formación de enlaces cruzados entre las moléculas
de tropocolágeno y rompe los enlaces cuando se forman. Aunque se
desconoce el mecanismo de acción de la penicilamina en la artritis
reumatoide, el fármaco parece suprimir la actividad de la enfermedad.
A diferencia de los inmunosupresores citotóxicos, la penicilamina
reduce notablemente el factor reumatoide IgM, pero no deprime de forma
significativa los niveles de inmunoglobulinas séricas. A diferencia
de los inmunosupresores citotóxicos que actúan sobre las
células T y B, el penicilamina sólo suprime la actividad
de las células T.
Farmacocinética:
la penicilamina se absorbe rápida pero incompletamente por el tracto
digestivo (40-70%) siendo muy considerables las variaciones interindividuales.
Los alimentos, los antiácidos y el hierro reducen su absorción.
Después de una dosis oral de 250 mg, las concentraciones plasmáticas
máximas (1 a 2 mg/ml) tienen lugar a
las 1-3 horas. El fármaco aparece en el plasma como penicilamina
libre, penicilamina disulfuro y cisteína-penicilamina disulfuro.
Aproximadamente el 80% de la penicilamina plasmática se encuentra
unida a las proteínas, eritrocitos y macrófagos. Una pequeña
porción del fármaco es metabolizada en el hígado
a s-metil-penicilamina. La excreción de este fármaco es
primariamente renal, en forma de disulfuro.
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INDICACIONES
Y POSOLOGIA
Tratamiento
de la enfermedad de Wilson: la dosis óptima de penicilamina
se debe determinar midiendo la excreción de cobre urinario y determinando
los niveles plasmáticos de este metal. Si el fármaco se
tolera bien, una dosis inicial de 0.75 g a 1.5 g resulta en una cupriuresis
inicial de 2 mg en 24 horas. Estas dosis se deben mantener durante unos
tres meses comprobando periódicamente los niveles de cobre libre
en el suero. Los pacientes convenientemente controlados usualmente tienen
< 10 mg/dl de cobre. Raras veces es necesario
aumentar las dosis a los 2 g/día.
En los pacientes
que no toleran una dosis inicial de 1 g/día, se iniciará
el tratamiento con 250 mg/dia aumentando gradualmente el tratamiento hasta
la máxima dosis tolerada o 1-1.5 g/día. Al mismo tiempo,
los pacientes deberán evitar el consumo de alimentos ricos en cobre
como el chocolates, las nueces, los mariscos y el brécol y beber
agua desmineralizada.
Tratamiento
de la cistinuria: las dosis usuales de penicilamina en el tratamiento
de la cistinuria son de 2 g/día en adultos, oscilando entre 1 y
4 g/dia. En los enfermos pediátricos la dosis media es de 30 mg/kg/día.
En ambos casos, la dosis diaria se debe administrar en 4 veces y si ello
no es posible, en tres, administrando una dosis mayor por la noche. Si
se necesita reducir las dosis debido a las reacciones adversas, se procurará
mantener la dosis de por la noche. Las dosis se deben individualizar de
manera que la excreción diaria de cistina sea de 100-200 mg en
los pacientes sin historia de cálculos renales y de 100 mg en los
que hayan tenido cálculos y/o dolores renales.
Es conveniente
iniciar el tratamiento con dosis de 250 mg/dia e ir aumentando progresivamente
la dosis hasta obtener un control adecuado de la cistinuria. De esta manera
se consigue un mejor control sobre los efectos del fármaco y se
reducen los efectos secundarios. Los pacientes con cistinuria deberán
beber copiosamente en particular antes de acostarse ya que la orina nocturna
es más concentrada que la del día. Además, cuanto
mayor sea la ingesta de líquidos, menores son las dosis de penicilamina
necesarias. También se tendrá que considerar una dieta adecuada.
Tratamiento
de la artritis reumatoide: la respuesta clínica de la
artritis reumatoide a la penicilamina es muy lenta, y son necesarios entre
dos y tres meses antes de tener una respuesta evidente.
El tratamiento
recomendado es de comenzar con una dosis inicial de 125 o 250 mg/dia,
dosis que será incrementada a intervalos de uno a tres meses en
125 o 250 mg/dia, según la respuesta del paciente y su tolerancia
al fármaco. Cuando se consiga una remisión adecuada de los
síntomas, se deben mantener las dosis alcanzadas. Si después
de dos o tres meses de tratamiento con dosis de 500 -750 mg no hubiera
signos de remisión y el fármaco fuera bien tolerado, las
dosis se pueden ir aumentando en 250/mg al día a intervalos de
2-3 meses hasta conseguir un control adecuado de la enfermedad o se observasen
signos de toxicidad. Si después de 3 ó 4 meses con dosis
de 1000 a 1500 mg/dia de penicilamina no se observase ninguna mejoría,
el fármaco debe ser discontinuado ya que se puede suponer que el
paciente no responde al mismo.
Las dosis
de mantenimiento se deben individualizar en función de la dosis
alcanzadas en la fase anterior. Muchos pacientes responden satisfactoriamente
a dosis entre 500 y 750 mg/dia e incluso algunos necesitan dosis menores.
En algunos pacientes puede ser necesario incrementar las dosis de mantenimiento
a los 6 o 9 meses para conseguir un resultado óptimo. En estos
casos, las dosis de penicilamina se aumentarán en 125 o 250 mg/dia
cada trimestre. Las dosis superiores a 1 g/dia son poco frecuentes, pero
ocasionalmente se ha necesitado hasta 1.5 g/dia.
En los pacientes
en los que se haya observado una buena respuesta clínica y experimenten
una exacerbación de la actividad de la enfermedad (que usualmente
es limitada y se resuelve por sí misma en dos o 3 semanas) puede
considerarse la administración de fármacos anti-inflamatorios
no esteroídicos, solo durante el tiempo que la exacerbación
se mantenga.
No se ha
establecido la duración óptima del tratamiento con penicilamina
en la artritis reumatoide. Si el paciente se encuentra estabilizado durante
seis meses o más, puede intentarse una reducción de la dosis
con decrementos de 125 o 250 mg a intervalos de 3 meses.
Los datos
clínicos indican que hasta los 500 mg/dia, la penicilamina puede
ser administrada de una sola vez. Las dosis mayores se deben administrar
fraccionadamente.
La seguridad
y eficacia de la penicilamina en pediatría no han sido establecidas.
No
se han realizado estudios de carcinogénesis a largo plazo en animales
de laboratorio. Sin embargo en un estudio en ratones híbridos NZB,
la mitad de los animales desarrolló una leucemia linfocítica
despues de seis meses con dosis intraperitoneales de penicilamina de 400
mg/kg, 5 días por semana. Dado que estas dosis son unas 20 veces
superiores a las máximas utilizadas terapeúticamente, se
desconoce su significancia clínica.
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CONTRAINDICACIONES
Y PRECAUCIONES
Exceptuando
el tratamiento de la enfermedad de Wilson y algunos casos de cistinuria,
la penicilamina está contraindicada durante el embarazo. La penicilamina
ha demostrado ser teratogénica en las ratas cuando se administró
en dosis sólo 6 veces superiores a las utilizadas en clínica.
Las malformaciones observadas consistieron en hendiduras palatinas y defectos
esqueléticos además de una toxicidad fetal manifestada por
las resorciones fetales.
Aunque en
el ser humano no se han realizado estudios controlados y se han descrito
embarazos normales, también se han descrito casos de cutis laxo
congénito y, en un caso de una paciente tratada de artritis reumatoide
con penicilamina, malformaciones esqueléticas y de la piel, asi
como retraso mental. Por lo tanto, como regla general, la penicilamina
no debe ser administrada durante el embarazo y si no es posible evitarla,
se deberán sopesar los posibles beneficios frente al riesgo para
el feto. La única excepción es el tratamiento de la enfermedad
de Wilson, en la que la penicilamina protege a la madre de una recaída.
En estos casos, se recomienda no superar dosis de 1 g diario y si se planea
una cesárea las dosis se deberán reducir a 250 mg durante
las seis últimas semanas del embarazo y postoperativamente hasta
que la herida haya cicatrizado.
Se desconoce
si la penicilamina se excreta en la leche materna, por lo que su uso está
contraindicado durante la lactancia.
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Los
pacientes con historia de anemia aplástica o agranulocitosis relacionada
con la penicilamina no deben reiniciar tratamientos con este fármaco.
Tampoco se administrará la penicilamina a pacientes con historia
o evidencia de enfermedades renales. Se ha asociado el uso de la penicilinamina
a casos fatales de algunaa enfermedades como la anemia aplástica,
la agranulocitosis, trombocitopenia, síndrome de Goodpasture y miastenia
grave. Se recomienda la realización de análisis hematológicos
rutinarios durante el tratamiento con penicilamina, incluyendo recuento
diferencial de blancos y rojos, hemoglobina, hematocrito y plaquetas cada
dos semanas durante los primeros seis meses de tratamiento y una vez al
mes posteriormente. Los pacientes deben aprender a reconocer los signos
y síntomas de la granulocitopenia y trombocitopenia tales como fiebre,
garganta seca, escalofríos o sangrado comunicando a su médico
de inmediato la aparición de cualquier de ellos.
Durante
un tratamiento con penicilamina pueden desarrollarse proteinuria y hematuria
que indican que se está produciendo una glomerulopatía membranosa
que puede progresar hasta un síndrome nefrótico. Es necesaria
un vigilancia cuidadosa sobre estos pacientes. En algunos casos la proteinuria
remite espontáneamente, pero en otros casos es necesario discontinuar
el tratamiento. En los pacientes con artritis reumatoide en los que se
desarrolle una proteinuria moderada, puede proseguirse el tratamiento
con penicilamina determinando cada semana las proteínas totales
en la orina de 24 horas. Si estas fueran superiores a 1 g/24 horas el
tratamiento se debe discontinuarse o, al menos, las dosis se deben reducir.
En algunos pacientes, la reducción de la dosis resuelve el problema
de la proteinuria. La penicilamina se debe discontinuar si apareciera
macro- o micro-hematuria.
Se recomienda
realizar radiografías renales al menos una vez al año en
los pacientes con cistinuria. Los cálculos renales por cistina
se suelen formar rápidamente, a veces en 6 meses o menos. También
se recomiendan cada 6 meses la realización de pruebas hepáticas.
Le penicilamina puede producir colestasis intrahepática y hepatitis
tóxica.
En raras
ocasiones se presenta una bronquiolitis obliterativa, pero en cualquier
caso, el paciente debe ser advertido de que deberá comunicar a
su médico cualquier síntoma respiratorio, como disnea, tos
inexplicable o jadeos. En estos casos, se deberá considerar una
evaluación de la función respiratoria. También es
muy poco frecuente la presentación de un síndrome de Goodpasture.
Se han descrito
toda una variedad de pénfigos durante el tratamiento con penicilamina
siendo el pénfigo vulgar y el pénfigo foliáceo los
más frecuentes. Pueden afectar hasta el 7% de los pacientes tratados.
Cuando se sospecha la aparición de un pénfigo se debe discontinuar
el tratamiento con penicilamina.
Algunos
pacientes pueden experimentar una respuesta febril a la penicilamina,
usualmente a partir de la segunda o tercera semana de tratamiento, a veces
acompañada de una erupción cutánea. En estos casos,
se recomienda discontinuar el tratamienro hasta que la fiebre desaparezca
y reiniciar la administración de penicilamina con dosis pequeñas
aumentando estas gradualmente hasta alcanzar los niveles deseados. La
administración de corticoides puede ayudar a que desaparezca la
fiebre en los pacientes en los que esta reacción se haya producido
varias veces. En los pacientes con artritis reumatoide, para los que existen
tratamientos alternativos, se deben discontinuar la penicilamina.
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Los pacientes
alérgicos a la penicilina pueden, al menos desde un punto de vista
teórico, presentar hipersensibilidad cruzada por la penicilamina.
Debido a
sus restricciones dietéticas, los pacientes con enfermedad de Wilson
y cisteinuria deben recibir un suplemento de 25 mg/día de piridoxina,
ya que la penicilamina aumenta los requerimientos de esta vitamina. Es
posible que estos pacientes puedan beneficiarse de preparados multivitamínicos,
aunque no hay evidencia de que se produzcan deficiencia de otras vitaminas
durante el tratamiento con penicilamina. En el caso de los enfermos con
la enfermedad de Wilson se comprobará que los suplementos vitamínicos
no contienen cobre. También se aconseja un suplemento de piridoxina
en los pacientes con artritis reumatoide.
Puede desarrollarse
un deficiencia en hierro, en particular en los pacientes pediátricos
y en las mujeres durante la menstruación. Esto puede ser debido
a una ingesta baja en hierro (que es frecuente en las dietas recomendadas
para la enfermedad de Wilson) y a los efectos de la penicilamina sobre
la sangre. En la cistinuria, la deficiencia en hierro se debe a una baja
ingesta de metionina. En estos casos puede administrarse suplementos de
hierro, en forma de tratamientos cortos y teniendo en cuenta que deben
transcurrir al menos dos horas entre la administración del hierro
y la de la penicilamina debido a que el hierro interfiere con la absorción
del fármaco.
El aumento
del colágeno soluble inducido por la penicilamina es la causa del
aumento de la friabilidad de la piel, en particular en los lugares sometidos
a presión o trauma como los hombros, los codos, las rodillas, los
dedos de los pies y las nalgas. Pueden aparecer áreas purpúricas,
vesículas llenas de sangre e incluso hemorragias si se rompe la
piel. En presencia de estas lesiones el tratamiento con penicilamina debe
seguir. Muchas veces estas lesiones desaparecen al reducir las dosis.
Los efectos
de la penicilamina sobre el colágeno y la elastina hacen necesaria
una reduccion de la dosis a 250 mg/día cuando se prevee una operación
quirúrgica. Las dosis deben restablecerse cuando la herida haya
cicatrizado por completo.
INTERACCIONES
La penicilamina
no se debe utilizar en pacientes que están bajo tratamiento con
sales de oro, fármacos citotóxicos, antimaláricos
o butazolidinas. Pueden mantenerse otras medidas con fármacos anti-inflamatorios
no esteroídicos o corticoides sistémicos cuando se inicia
el tratamiento con penicilamina. Una vez que los efectos de esta comienzan
a manifestarse los analgésicos y anti-inflamatorios pueden ser
discontinuados de forma gradual.
La administración
conjunta antiácidos alumínicos o magnésicos con penicilamina
puede dar lugar a una reducción de la absorción de la penicilamina,
con el correspondiente riesgo de reducción de la eficacia. Este
descenso en la absorción oral de penicilamina se ha asociado a
un significativo descenso de la excreción de cobre en la enfermedad
de Wilson. En caso de ser necesarios, los antiácidos se deberán
administrar 3 horas antes o después de la penicilamina.
Se ha comprobado
una reducción de la absorción digestiva de la digoxina en
pacientes tratados con penicilamina. Se desconoce la significancia clínica
de esta interacción.
Las sales
de hierro forman quelatos con la penicilamina reduciendo su absorción
por el tracto digestivo y su eficacia clínica.
La penicilamina
ha mostrado producir trombocitopenia en el 4% los pacientes. Es, por tanto
posible que pueda añadir un factor adicional de riesgo de sangrado
en los pacientes que reciban un tratamiento anticoagulante, trombolítico
o antiagregante plaquetario con aspirina, cloruro estroncio-89 u otros
fármacos. Por otra parte, los salicilatos en grandes dosis (>
6 g/día) pueden causar hipoprotrombinemia, un factor de riesgo
de sangrado adicional en los pacientes con trombocitopenia debida a la
penicilamina.
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REACCIONES
ADVERSAS
El tratamiento
con penicilamina está asociado a una elevada incidencia de efectos
secundarios, algunos de los cuales son potencialmente fatales. Los pacientes
tratados con este fármaco deberán ser vigilados cuidadosamente
durante toda la duración del tramiento.
Las reacciones
adversas más frecuentes y sus porcentajes de incidencia son;
Alérgicas
( 5%):
prurito generalizado, rash, pénfigo y erupciones que pueden ir
acompañados de fiebre, artralgia o linfadenopatias. Algunos pacientes
pueden mostrar una reacción similar a la del lupus eritematoso.
Se han comunicado, asimismo, casos de dermatitis exfoliativa y de urticaria.
Algunos
pacientes pueden desarrollar una poliartralgia migratoria con sinovitis.
La tiroiditis y la hipoglucemia asociada a la producción de anticuerpos
anti-insulina son extremadamente raras, pero posibles
Gastrointestinales
(17%): Anorexia, dolor epigástrico, naúsea,
vómitos y ocasionalmente diarrea. Los sintomas gastrointestinales
suelen ser reversibles al discontinuar el tratamiento. Más raramente
se han producido casos de reactivación de úlcera pépticas
y pancreatitis.
Hematológicos:
la penicilamina puede producir una depresión de la médula
ósea, habiéndose descrito leucopenia (2%) y trombocitopenia
(4%). Se han descrito fatalidades como consecuencia de trombocitopenia,
agranulocitosis, anemia aplásica y anemia sideroblástica.
Otros
efectos hematológicos comunicados son púrpura trombótica
trombocitopénica, anemia hemolítica, monicitosis, leucocitosis,
eosinofilia y trombocitosis
Renales:
los pacientes bajo tratamiento con penicilamina pueden
desarrollar proteínuria (6%) y hematuria que en algunos casos pueden
desembocar en un síndrome nefrótico.
Sistema
nervioso central: se han descrito tinnitus, neuritis óptica
y neuropatías periféricas y sensoriales (incluyendo poliradiculopatías
como el síndrome de Guillain-Barré). Las neuropatías
periféricas pueden ir acompañadas debilidad muscular. Se
han comunicado casos de síndromes miasténicos con progresión
a miastenia grave con ptosis, diplopía y debilidad de los músculos
extraoculares. En la mayor parte de los casos, estos síntomas desaparecen
al discontinuar el tratamiento con la penicilamina
Otras reacciones
adversas ocurridas en raras ocasiones incluyen tromboflebitis, hiperpirexia,
alopecia, liquen plano, polimiositis, dermatomiositis, hiperplasia mamaria,
necrólisis epidérmica tóxica, anetoderma, y síndrome
de Goodpasture.
En algunos
pacientes se ha comunicado disgeusia que puede durar 2 o 3 meses o más
y que puede resultar en una pérdida completa del sentido del gusto.
Sin embargo, muchas veces esta reacción adversa es limitada y no
progresa si se mantiene el tratamiento con la penicilamina. En algunos
pacientes pueden desarrollarse ulceraciones de la boca similares a las
de una estomatitis aftosa. A menudo, estas úlceras remiten al bajar
las dosis. Otras lesiones de la boca que han sido observadas ocasionalmente
han sido queilitis, glositis y gingivoestomatitis. Frecuentemente estas
lesiones son dosis-dependientes y obligan a reducir las dosis de penicilamina
o a discontinuar su administración
También
se han reportado vasculitis renales fatales, alveolitis alérgica,
bronquiolitis obliterante, neumonitis intersticial y fibrosis pulmonar
en algunos pacientes con artritis grave tratados con penicilamina.
Existen
algunas muy pocas comunicaciones en las que se ha asociado la penicilamina
con la leucemia. Además, en estos caso, las circunstancias son
tales que es dificil establecer una relación causa-efecto.
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En algunos
casos se ha observado un aumento de la friabilidad o laxitud de la piel,
arrugas excesiva, placas purpúricas y la aparición de pequeñas
pápulas blancas en los lugares con cicatrices o en los que se han
practicado venopunciones.
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PRESENTACION
- CUPRIPEN
250 Cáps. 250 mg RUBIO
- CUPRIPEN
50 Comp. 500 mg RUBIO
- SUFORTANON,
250 mg ASTA MEDICA
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REFERENCIAS
- Pellecchia MT,
Criscuolo C, Longo K, Campanella G, Filla A, Barone P. Clinical Presentation
and Treatment of Wilson's Disease: A Single-Centre Experience.
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- Dodd, M.J.; Griffiths,
I.D.; Thompson, M..Adverse reactions to D-penicillamine after gold toxicity.
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- ML. Schilsky:
Diagnosis and treatment of Wilson’s disease. Pediatr
Transplantation (2002): 6: 15–19
- Jinnin M, Ihn
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aurothiomalate, auranofin and penicillamine in the treatment of patients
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- Porter DR, McInnes
I, Hunter J, Capell HA. Outcome of second line therapy in rheumatoid
arthritis. Ann Rheum Dis. 1994 Dec;53(12):812-5.
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Monografía
revisada 1 de noviembre de 2013.Equipo de redacción de IQB (Centro colaborador de La Administración Nacional de Medicamentos, alimentos y Tecnología Médica -ANMAT - Argentina).
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