CONTRAINDICACIONES
Y PRECAUCIONES
La pentazocina
está contraindicada en pacientes con hipersensibilidad a la pentazocina
o a cualquiera de los componentes de su formulación.
En la
presencia de una lesión en la cabeza, lesiones intracraneales
o un aumento de la presión intracraneal preexistente, pueden
aumentar notablemente los posibles efectos depresores respiratorios
de la pentazocina y su potencial para elevar la presión del líquido
cefalorraquídeo (como resultado de la vasodilatación siguiente
retención de CO2). Además, pentazocina puede producir
efectos sobre la respuesta pupilar y la conciencia, que pueden ocultar
signos neurológicos de nuevos aumentos de la presión intracraneal
en los pacientes con lesiones
en la cabeza. En estos pacientes, la pentazocina debe utilizarse con
extrema precaución y sólo si se considera su uso esencial.
La pentazocina
puede tener efectos aditivos cuando se utiliza junto con el alcohol,
otros opiáceos o drogas ilícitas que causan depresión
del sistema nervioso central debido a la depresión respiratoria,
hipotensión, sedación profunda, pudiendo resultar en coma
o muerte.
La pentazocina
es un antagonista narcótico suave. Algunos pacientes que previamente
han recibido narcóticos, incluyendo la metadona para el tratamiento
diario de la dependencia de narcóticos, han experimentado los
síntomas de abstinencia después de recibir la pentazocina.
La depresión
respiratoria se presenta con mayor frecuencia en pacientes de edad avanzada
o debilitados y en los que sufren condiciones acompañadas por
hipoxia, hipercapnia, u obstrucción de la vía aérea
superior, en los que las dosis terapéuticas, incluso moderadas,
pueden reducir significativamente la ventilación pulmonar. La
pentazocina se debe utilizar con extrema precaución en pacientes
con enfermedad pulmonar obstructiva crónica o cor pulmonale y
en pacientes que tienen una disminución sustancial reserva respiratoria
(por ejemplo, cifoescoliosis severa), hipoxia, hipercapnia, o depresión
respiratoria preexistente.
Los pacientes
que reciben dosis terapéuticas de pentazocina y naloxona) han
experimentado alucinaciones (normalmente visuales), desorientación
y confusión que han cesado espontáneamente al cabo de
unas horas. El mecanismo de esta reacción no se conoce. Estos
pacientes deben ser observados muy de cerca y sus signos vitales controlados.
El abuso
y la adicción son fenómenos separados y distintos de la
dependencia física y la tolerancia. El abuso se caracteriza por
el uso indebido de un medicamento con fines no médicos, a menudo
en combinación con otras sustancias psicoactivas. La adicción
es una enfermedad debida al abuso repetido de drogas La adicción
es una enfermedad neurobiológica primaria, crónica, con
factores genéticos, psicosociales y ambientales que influyen
en su desarrollo y manifestaciones. La adicción se caracteriza
por comportamientos que incluyen uno o más de los siguientes:
uso descontrolado de drogas, el uso compulsivo, el uso continuado a
pesar del daño, y el deseo. La drogadicción es una enfermedad
tratable, utilizando un enfoque multidisciplinario, pero la recaída
es común. La dependencia física es un estado de adaptación
que se manifiesta por un síndrome de abstinencia específica
que puede ser producido por el cese abrupto, la reducción rápida
de la dosis, disminuyendo el nivel en sangre del fármaco, y/o
la administración de un antagonista. La tolerancia es un estado
de adaptación en el que la exposición a un fármaco
induce cambios que resultan en una disminución de uno o más
de los efectos del fármaco en el tiempo. La tolerancia puede
ocurrir tanto a los efectos deseados y no deseados de los medicamentos,
y puede desarrollarse a diferentes tasas para diferentes efectos.
Ha habido
algunos informes de la dependencia y de los síntomas de abstinencia
con la pentazocina. Los pacientes con antecedentes de dependencia
de las drogas deben estar bajo estrecha supervisión durante el
tratamiento con pentazocina. Se han notificado casos raros de posibles
síndromes de abstinencia en los recién nacidos después
del uso prolongado de pentazocina durante el embarazo.
Ha habido
informes de desarrollo de la adicción y la dependencia física
en pacientes tratados con pentazocina parenteral. Las personas con un
historial de abuso de drogas o abuso de alcohol pueden tener una mayor
probabilidad de convertirse en adictos a los medicamentos opioides.
La interrupción
del tratamiento o la reducción rápida de la dosis tras
el uso prolongado de pentazocina parenteral ha dado lugar a los síntomas
de abstinencia, tales como dolor abdominal, náuseas, vómitos,
temperatura elevada, escalofríos, rinorrea, inquietud, ansiedad
o lagrimeo. En general el tratamiento con opioides en general no debe
ser bruscamente interrumpido. Cuando el paciente ya no requiere tratamiento,
el fármaco debe disminuirse gradualmente para prevenir los signos
y síntomas de abstinencia en pacientes que podrían ser
físicamente dependiente.
Se debe
tener precaución cuando la pentazocina se administra a los pacientes
propensos a convulsiones: se han registrado convulsiones en algunos
de estos pacientes aunque la relación causa-efecto no ha sido
establecida.
Se debe
prestar especial atención cuando se administra a pacientes con
porfiria ya que puede producir un ataque agudo en personas susceptibles.
La pentazocina
puede elevar la presión arterial, posiblemente a través
de la liberación de catecolaminas endógenas. Deberá
prestarse especial atención en una situación donde las
alteraciones en la resistencia vascular y en la presión arterial
pueden ser particularmente indeseables, como en la fase aguda del infarto
de miocardio.
La disminución
del metabolismo hepático de la pentazocina debida a una enfermedad
hepática extensa puede predisponer a la acentuación de
los efectos secundarios. En estos casos, el fármaco debe administrarse
con precaución.
Igualmente,
se recomienda precaución en pacientes con hipotiroidismo, insuficiencia
suprarrenal, hipertrofia de próstata, enfermedad inflamatoria
u obstructiva intestinal, síndromes abdominales agudos de etiología
desconocida, colecistitis, pancreatitis, o tremens intoxicación
de alcohol y delirio agudo.
Los fármacos
estupefacientes suelen elevar la presión del tracto biliar durante
períodos variables después de su administración.
La pentazocina puede diferir de otros narcóticos comercializados
en este sentido (es decir, causa poca o ninguna elevación de
las presiones de las vías biliares), si bien la importancia clínica
de estos hallazgos no se conoce todavía.
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