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DESCRIPCION
El bentazepam
es un derivado benzodiazepínico que actúa incrementando la actividad
del ácido g-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor inhibidor que se
encuentra en el cerebro, al facilitar su unión con el receptor GABAérgico.
En el hombre el bentazepam presenta efectos ansiolíticos, sedantes,
relajantes musculares y anticonvulsivos.
Farmacocinética:
La biodisponibilidad del bentazepam por vía oral es del 86%. Tras la
administración de 25 mg se obtiene un Cmáx = 425 ng/ml en un Tmáx =
1,05 h. Su volumen de distribución es de 0,8 l/kg. Es metabolizado en
el hígado y se elimina mayoritariamente con la orina y en menor proporción
con las heces. Su semivida de eliminación es de 3,3 h.
Toxicidad:
Tras la administración oral en ratón y rata, la DL50 aguda de bentazepam
es muy elevada (1.000 mg/kg y 2.000 mg/kg respectivamente) en relación
con la dosis clínica. En los estudios de cancerogénesis realizados con
bentazepam no se observaron efectos cancerígenos. El bentazepam administrado
por vía oral a ratas y ratones hembra durante la gestación, en dosis
muy superiores a las utilizadas en clínica, no influye en la fecundación,
gestación y desarrollo de los animales.
INDICACIONES
Y POSOLOGIA
Tratamiento de la ansiedad:
El
bentazepam está indicado en estados de ansiedad asociados o no
a trastornos funcionales u orgánicos, incluyendo alteraciones del comportamiento
psíquico como inquietud, temor, nerviosismo, irritabilidad, fobia social,
trastorno por estrés postraumático. Las benzodiazepinas sólo están indicadas
para el tratamiento de un trastorno intenso, que limita la actividad
del paciente o lo somete a una situación de estrés importante.
Administración
oral:
- Adultos:
La dosis media recomendada para adultos es de 3 comprimidos al día
repartidos en tres tomas, con un máximo de 6 comprimidos al día. En
ancianos y pacientes con insuficiencia hepática y/o renal, la dosis
media será de 1 ó 2 comprimidos. Las dosis medias recomendadas son
orientativas, debiendo ser adaptadas a cada paciente en función de
la respuesta clínica y la aparición de efectos secundarios. En general,
el tratamiento deberá comenzar con la dosis más baja posible, aumentándola,
si fuera necesario, hasta alcanzar la dosis óptima para cada paciente
y sin sobrepasar la dosis máxima. La duración del tratamiento debe
ser la más corta posible. Se deberá reevaluar al paciente a intervalos
regulares, incluyendo la necesidad de continuar el tratamiento especialmente
en aquellos pacientes libres de síntomas.
De forma
general, la duración total del tratamiento no debe superar las 8-12
semanas, incluyendo la retirada gradual del mismo. En ciertos casos,
puede ser necesario prolongar el tratamiento más allá del periodo recomendado;
dicha decisión sólo puede ser adoptada por el médico a cargo del paciente
tras sopesar la evolución del mismo. El tratamiento debe comenzarse
con la dosis más baja recomendada. No debe excederse la dosis máxima.
CONTRAINDICACIONES
Y ADVERTENCIAS
Hipersensibilidad
a las benzodiazepinas. Miastenia gravis. Síndrome de apnea del sueño.
Insuficiencia respiratoria severa. Insuficiencia hepática severa.
Tolerancia:
Después de un uso continuado durante algunas semanas, puede detectarse
un cierto grado de pérdida de eficacia con respecto a los efectos hipnóticos.
Dependencia:
El tratamiento con benzodiazepinas puede provocar el desarrollo de dependencia
física y psíquica. El riesgo de dependencia se incrementa con la dosis
y duración del tratamiento y es también mayor en pacientes con antecedentes
de consumo de drogas de abuso o alcohol. Una vez que se ha desarrollado
la dependencia física, la finalización brusca del tratamiento puede
acompañarse de síntomas de retirada, tales como cefaleas, dolores musculares,
ansiedad acusada, tensión, intranquilidad, confusión e irritabilidad.
En los casos graves, se han descrito los siguientes síntomas: despersonalización,
hiperacusia, hormigueo y calambres en las extremidades, intolerancia
a la luz, sonidos y contacto físico, alucinaciones o convulsiones.
Insomnio
de rebote y ansiedad: Se ha descrito un síndrome de carácter transitorio
tras la retirada del tratamiento, caracterizado por la reaparición de
los síntomas, aunque más acentuados, que dieron lugar a la instauración
del mismo. Se puede acompañar por otras reacciones tales como cambios
en el humor, ansiedad o trastornos del sueño e intranquilidad. Ya que
la probabilidad de aparición de un fenómeno de retirada/rebote es mayor
después de finalizar el tratamiento bruscamente, se recomienda disminuir
la dosis de forma gradual hasta su supresión definitiva.
Duración
del tratamiento: La duración del tratamiento debe ser la más corta posible,
sin exceder las 8 a 12 semanas, incluyendo el tiempo necesario para
proceder a la retirada gradual de la medicación. Nunca debe prolongarse
el tratamiento sin una reevaluación de la situación del paciente. Puede
ser útil informar al paciente al comienzo del tratamiento de que éste
es de duración limitada y explicarle de forma precisa cómo disminuir
la dosis progresivamente. Además es importante que el paciente sea consciente
de la posibilidad de aparición de un fenómeno de rebote, lo que disminuirá
su ansiedad ante los síntomas que pueden aparecer al suprimir la medicación.
Amnesia:
Las benzodiazepinas pueden inducir una amnesia anterógrada. Este hecho
ocurre más frecuentemente transcurridas varias horas tras la administración
del medicamento por lo que, para disminuir el riesgo asociado, los pacientes
deberían asegurarse de que van a poder dormir de forma ininterrumpida
durante 7-8 horas (ver Reacciones adversas). Reacciones psiquiátricas
y paradójicas: Las benzodiazepinas pueden producir reacciones tales
como, intranquilidad, agitación, irritabilidad, agresividad, delirios,
ataques de ira, pesadillas, alucinaciones, psicosis, comportamiento
inadecuado y otros efectos adversos sobre la conducta. En caso de que
esto ocurriera, se deberá suspender el tratamiento. Estas reacciones
son más frecuentes en niños y ancianos.
Grupos
especiales de pacientes: Las benzodiacepinas no deben administrarse
a niños a no ser que sea estrictamente necesario; la duración del tratamiento
debe ser la mínima posible. Los ancianos deben recibir una dosis menor.
También se recomienda utilizar dosis menores en pacientes con insuficiencia
respiratoria crónica por el riesgo asociado de depresión respiratoria.
Las benzodiazepinas no están indicadas en pacientes con insuficiencia
hepática severa, por el riesgo asociado de encefalopatía. Las benzodiazepinas
no están recomendadas para el tratamiento de primera línea de la enfermedad
psicótica. Las benzodiazepinas no deben usarse solas para el tratamiento
de la ansiedad asociada a depresión (riesgo de suicidio). Las benzodiazepinas
deben utilizarse con precaución extrema en aquellos pacientes con antecedentes
de consumo de drogas o alcohol.
La capacidad
para conducir vehículos y utilizar maquinaria puede verse negativamente
afectada por la sedación, amnesia, dificultad en la concentración y
deterioro de la función muscular que pueden aparecer como consecuencia
del tratamiento. Además, los periodo de sueño insuficientes pueden incrementar
el deterioro del estado de alerta.
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REACCIONES
ADVERSAS
Somnolencia,
embotamiento afectivo, reducción del estado de alerta, confusión, fatiga,
cefalea, mareo, debilidad muscular, ataxia o diplopía. Estos fenómenos
ocurren predominantemente al comienzo del tratamiento y generalmente
desaparecen con la administración continuada. Otras reacciones adversas
tales como alteraciones gastrointestinales, cambios en la libido o reacciones
cutáneas pueden ocurrir ocasionalmente.
Amnesia:
Puede desarrollarse una amnesia anterógrada al utilizar dosis terapéuticas,
siendo mayor el riesgo al incrementar la dosis. Los efectos amnésicos
pueden asociarse a conductas inadecuadas (ver Advertencias y precauciones
especiales de empleo).
Depresión:
La utilización de benzodiazepinas puede desenmascarar una depresión
preexistente. Reacciones psiquiátricas y paradójicas: Al utilizar benzodiazepinas
o compuestos similares, pueden aparecer reacciones tales como intranquilidad,
agitación, irritabilidad, agresividad, delirio, ataques de ira, pesadillas,
alucinaciones, psicosis, comportamiento inadecuado y otras alteraciones
de la conducta. Dichas reacciones pueden ser severas y aparecen más
frecuentemente en niños y ancianos.
Dependencia:
La administración del producto (incluso a dosis terapéuticas) puede
conducir al desarrollo de dependencia física: la supresión del tratamiento
puede conducir al desarrollo de fenómenos de retirada o rebote Puede
producirse dependencia psíquica. Se han comunicado casos de abuso.
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Al igual
que ocurre con otras benzodiazepinas, la sobredosis no representa una
amenaza vital a no ser que su administración se combine con otros depresores
centrales (incluyendo alcohol). El manejo clínico de la sobredosis de
cualquier medicamento, siempre debe tener en cuenta la posibilidad de
que el paciente haya ingerido múltiples productos.
Tras una sobredosis
de benzodiazepinas, debe inducirse el vómito (antes de una hora) si
el paciente conserva la consciencia o realizarse un lavado gástrico
con conservación de la vía aérea si está inconsciente. Si el vaciado
gástrico no aporta ninguna ventaja, deberá administrarse carbón activado
para reducir la absorción. Deberá prestarse especial atención a las
funciones respiratoria y cardiovascular si el paciente requiere ingreso
en una unidad de cuidados intensivos.
La sobredosificación con benzodiazepinas
se manifiesta generalmente por distintos grados de depresión del sistema
nervioso central, que pueden ir desde somnolencia hasta coma. En casos
moderados, los síntomas incluyen somnolencia, confusión y letargia;
en casos más serios, pueden aparecer ataxia, hipotonía, hipotensión,
depresión respiratoria, raramente coma y muy raramente muerte. Puede
usarse el flumazenilo como antídoto.
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