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El sistema circulatorio está constituído por el corazón y por un conjunto de "tubos" llamados vasos sanguíneos, en los que circula la sangre (*) ; estos vasos poseen características diversas, por lo que se les distingue en arterias, venas y capilares. Los vasos sanguíneos que del corazón se extienden hacia las partes periféricas del cuerpo, son las arterias; los vasos que, con un curso inverso, convergen desde los órganos periféricos hasta el corazón, son las venas. Las arterias, al alejarse del corazón, se ramifican abundantemente y, al mismo tiempo, disminuyen de calibre (es decir, se hacen más pequeñas) y reciben el. nombre de arteriolas; éstas, a su vez, se continúan en vasos aún más delgados llamados capilares arteriosos, los cuales, a su vez, desembocan en los capilares venosos y luego en las venas. Los capilares representan, por ello, los puntos de unión de los dos sistemas, arterial y venoso. Se dice que el sistema arterial es centrífugo (o sea, dirigido desde el centro, representado por el corazón, hasta la periferia, representada por los tejidos y los órganos) y que el sistema venoso es centrípeto (esto es, dirigido de la periferia al centro) en las venas. Además del transporte de las distintas sustancias nutritivas, representadas por las proteínas, azúcares y grasas, la sangre realiza el transporte de oxígeno, cumpliendo así una función esencial para la vida de los tejidos. Para la oxigenación de la sangre existe un circuito de vasos, que dirige toda la sangre procedente de la periferia hacia los pulmones (donde la hemoglobina de la sangre cede anhídrido carbónico y toma el oxígeno contenido en los alvéolos pulmonares) y que lleva, de nuevo la sangre oxigenada o sangre arterial al corazón. Esta es la circulación pulmonar cuyo centro de bombeo es el ventriculo derecho del corazón. De este, la sangre es enviada a los pulmones a través del tronco pulmonar que al ramificarse en finos capilares por los alvéolos permite el intercambio gaseoso. Una vez oxigenada, las venas pulmonares llevan la sangre a la aurícula izquierda. La sangre desciende a través de la válvula mitral desde la aurícula izquierda al ventrículo subyacente y es bombeada a la circulación general que comienza con un gran vaso arterial, la aorta, que distribuye la sangre a todas las partes del cuerpo, mediante una amplia red de arterias y de arteriolas. A nivel
de los tejidos, la sangre arterial cede las sustancias nutritivas y el
oxígeno, y recoge, simultáneamente, las sustancias y los gases de desecho;
a continuación, pasa a las venas (sangre venosa) que la llevan al corazón,
precisamente a la aurícula derecha; desde aquí, a través de la válvula
tricúspide, la sangre venosa desciende al ventrículo correspondiente y
es enviada de nuevo a los pulmones. En general, se calcula que en cada
ciclo completo de la sangre tiene se necesitan entre 16-18 segundos.
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El diámetro de las arterias disminuye gradualmente, a medida que se alejan del corazón; al mismo tiempo, disminuye también el espesor de sus paredes. De las grandes arterias, como la aorta, cuyo diámetro es de 2.5 a 3.0 cm aproximadamente y cuya pared es relativamente gruesa, se pasa a arteriolas de un diámetro medio de 0,2 milímetros y una pared muy delgada. Las arterias tienen una forma regularmente cilíndrica, incluso cuando están vacías de sangre; esta característica, debida al notable espesor y a la estructura muscular y elástica de la pared, es propia solamente de las arterias y permite distinguirlas fácilmente de las venas, que, en cambio, se relajan cuando están vacías (*). Debido a las fibras de músculo liso elásticas, las arterias se distienden al paso de la ola sanguínea (que corresponde a la fase de contracción, sístole, del corazón) y, sucesivamente, se estrechan, favoreciendo así el progresivo avance de la misma onda Las arterias tienden a situarse en la profundidad de los tejidos y suelen ir acompañadas cada una por dos venas, las llamadas venas satélites. Sólo en raras ocasiones afloran a la superficie, bajo la piel (arterias frontales, arteria subcutánea abdominal, arteria pudenda externa superior). Este es un sistema de protección del organismo ya que una perforación o corte de una arteria grande, que sería relativente fácil si fueran superficiales, podrían producir pérdidas de sangre importantes debidas a la presión con la que la sangre circula por las arterias La pared de las arterias está formada por tres estratos concéntricos que reciben el nombre de túnica interna o íntima, media y externa o adventicia (*)
Las arterias de diámetro superior al milímetro, están provistas de pequeños vasos sanguíneos, los vasa vasorum, que sirven para nutrir sus paredes. Las arterias de tipo muscular, además, están provistas de numerosísimos nervios, algunos sensitivos, otros motores, que dependen del sistema nervioso simpático cuyas señales determinan las modificaciones del calibre de los vasos. Las venas son los vasos destinados a transportar la sangre procedente de los tejidos y de los órganos al corazón. En su origen, tienen un diámetro bastante pequeño y una pared muy delgada; a medida que se acercan al corazón, se funden con otras venas, aumentando de calibre y haciendose más consistentes. La red venosa se reduce gradualmente desde la periferia hacia el corazón. Las venas son más numerosas que las arterias, y su diámetro también es mayor. Comúnmente se distinguen las venas superficiales que corren apenas bajo la piel y las venas profundas, que corren bajo membrana que recubre los músculos y acompañan a la arteria correspondiente. Frecuentemente, las venas se comunican entre sí a través de canales denominados "anastomosis venosas"; tienen particular importancia las anastomosis situadas entre las venas superficiales y las profundas porque, por ejemplo, cuando está impedida la circulación superficial, la sangre, para volver al corazón, puede descargarse en la profunda, pasando a través de las citadas anastomosis. Muchas veces, en particular las venas de las extremidades, presentan en la superficie interna un cierto número de repliegues membranosos llamados válvulas. Permanecen abatidas contra la pared cuando la sangre corre desde la periferia hasta el corazón; en cambio, se distienden, sobresaliendo en la luz del vaso, con su margen libre dirigido en el sentido de la corriente sanguínea, cuando la sangre, por la fuerza de la gravedad, tiende a volver hacia atrás (*) La estructura de la pared de las venas varía según su calibre. En las venas de grueso calibre, se pueden reconocer, como en las arterias, tres túnicas concéntricas: en el interior, la íntima, constituida por endotelio; en el medio, la túnica media, formada por fibras musculares y elementos elásticos; al exterior, la adventicia, formada por conjuntivo con pequeños haces musculares. En las venas de pequeño calibre, la pared está formada únicamente por endotelio revestido al exterior por escasos elementos musculares y elásticos y por elementos conjuntivos.
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Los capilares son finísimos canales de diámetro variable de 7 a 30 micras situados entre las ramas terminales de las arterias y las ramas de origen de las venas, y son numerosísimos incluso en los órganos menos ricamente vascularizados. Su pared es extremadamente delgada, estando constituida por un solo estrato de células endoteliales aplastadas, revestidas al exterior por poca sustancia adventicial, constituida por un interior de fibras reticulares y colágenas. Los capilares están constituídos por células endoteliales que tapizan una membrana basal y, esparcidas entre las mismas, algunas células contráctiles llamadas pericitos. Existen dos tipos de capilares:
Además, en algunos órganos como en hígado o el bazo, existen otros canales vasculares, algo más gruesos que los capilares llamados sinusoides (*) cuya misión es intercambiar productos entre las células especializadas (los hepatocitos) y pequeñas venas del hígado. Se caracteriza por estar su endotelio fenestrado. |