INFARTO DE MIOCARDIO

INTRODUCCION

Con el término infarto se define una zona de tejido que ha muerto por insuficiencia de riego sanguíneo (este fenómeno se llama necrosis, y a la zona afectada, necrótica). Un infarto puede producirse en cualquier parte del cuerpo, con consecuencias más o menos serias, según la importancia de la zona afectas. Así, son los infartos intestinales, cerebrales y pulmonares son muy graves, mientras que los del bazo son menos importantes. Pero el más frecuente es, con mucho, el infarto de miocardio (*)

¿Por qué mecanismo se produce un infarto de miocardio? En buena parte de los casos, la causa determinante es una trombosis de una rama de las coronarias (las arterias que riegan el corazón), atacadas de arteriosclerosis. En la arteriosclerosis de depositan sustancias grasas en la pared de las arterias, perdiendo su elasticidad (*). La parte más interna (llamada íntima) deja de ser lisa, y se hace discontinua, interrumpida por úlceras o placas, que sobresalen del vaso. Sobre ellas se forman con facilidad trombos, depositándose plaquetas (unos corpúsculos circulantes por la sangre, fundamentales para la detención de hemorragias y la coagulación), las cuales, dada su capacidad adhesiva, fijan, reteniéndolos, glóbulos rojos y blancos. De este modo, se forma una especie de coágulo

La masa corpusculada puede aumentar rápidamente de tamaño, hasta ocupar todo el vaso. Por tanto, la zona irrigada por este vaso quedará sin oxígeno, y, en consecuencia, morirá. Este es el factor fundamental en la determinación del comienzo del infarto: la imprevista falta de sangre y, por consiguiente, de oxígeno, en una zona de tejido.

También puede ocurrir que no llegue bien la sangre a una parte del corazón debido a una hemorragia en la pared de la arteria, por rotura de los pequeños vasos que la nutren, o, raramente, por la llegada de un émbolo, que obstruye el vaso, o, por un espasmo prolongado, es decir por una constricción de la arteria.

Estas determinantes, sin embargo, no son suficientes para provocar un infarto si no concurren a ello otros factores. En efecto, cuando una arteria se obstruye, en todas sus sucesivas ramificaciones, puesto que no llega sangre a ellas, la presión desciende a cero, mientras que en los vasos próximos aumenta la cantidad de sangre circulante. Por ello, la sangre trata de alcanzar la zona sin riego, a través de los pequeños vasos que unen las zonas dependientes de arterias. En algunos casos, los vasos próximos a la zona obstruída pueden aumentar su tamaño desarrollándose una circulación colateral, de modo que en el corazón de individuos muertos por causas no cardíacas, se han encontrado, en algunos casos, grandes arterias completamente obstruidas, sin que hubieran sido atacados por infarto.

Cuanto más gruesa sea la arteria obstruida, tanto mayor será la extensión de la zona necrótica, que podrá llegar hasta la superficie extema o interna del corazón. En el primer caso, la consecuencia será una inflamación del pericardio, es decir, de las dos hojas que envuelven al corazón, las cuales, en general perfectamente lisas, adquirirán una cierta aspereza, produciendose con los movimientos del corazón un ruido caracteristico.

En el segundo caso, la inflamación de hoja que reviste internamente al corazón, puede determinar la formación de trombos sobre la zona lesionada, desprendiéndose luego partes de ellos, los llamados émbolos, que entrarán en circuito y podrán llegar a obstruir otros vasos, en un punto cualquiera del organismo.

Las localizaciones más frecuentes del infarto de miocardio son el infarto anterior (consecuencia de la obstrucción de la coronaria izquierda), el infarto del vértice (*) y el que se produce en el tabique interventricular (*)

Aunque en muchas ocasiones, el infarto aparece de forma repentina, en otros muchos casos, primero aparece la angina de pecho, que es un dolor en el pecho producido cuando el sujeto realiza un esfuerzo, y que se debe precisamente a una mala oxigenación del corazón por alguna obstrucción parcial de alguno de los grandes vasos que aportan sangre al miocardio.

FACTORES DE RIESGO

En primer lugar, hay que cuidar de forma escrupulosa y prolongada, algunas enfermedades a las que se le reconocen consecuencias que predisponen al infarto de miocardio; entre ellas, las más importantes son dos: la diabetes y la hipertensión. En segundo lugar, hay que adoptar un régimen de vida equilibrado, para limitar los daños de la arteriosclerosis. Conviene evitar una vida sedentaria, especialmente si va unida a tensiones emotivas. La obesidad es también un importante factor de riesgo ya que ya íntimamente unida a la hipertensión. Debe evitarse el tabaco ya que ha demostrado que la nicotina tiene un efecto perjudicial sobre las enfermedades del aparato circulatorio en general y, por lo tanto, una acción que predispone al infarto.

LOS SÍNTOMAS

Cuando se declara un infarto cardíaco, los síntomas puede ser varios: a veces, aparecen disfrazados, como por ejemplo, de trastornos gástricos, como los que observa después de una comida particularmente copiosa; a veces, pueden faltar por completo, y el diagnóstico se consigue casualmente por un electrocardiograma que se ha hecho por otros motivos. Sin embargo, en general, los síntomas que caracterizan el infarto son típicos e impresionantes aunque no siempre a los síntomas más graves corresponde un infarto más grave. Sólo el electrocardiograma y otros exámenes que el médico llevará a cabo podrán permitirnos conocer la importancia del daño.

El síntoma fundamental que domina toda la sintomatología es el dolor. De improviso, a veces trás un esfuerzo o una comida copiosa, pero a menudo durante el reposo, y en especial. en las horas nocturnas, se advierte una fortísima sensación dolorosa que, en general, se localiza en el centro del pecho. Es un dolor que se define como de mordaza y que da la impresión de que algo le comprime a uno. El paciente está casi inmovilizado, angustiado, porque tiene la impresión de que va a morir. El dolor puede irradiarse también hasta la pared izquierda del cuello, al brazo izquierdo o, más raramente (en especial en los infartos posteriores), a los dos brazos. A veces, sin embargo, se localiza en el epigastrio, es decir, en la zona correspondiente al estómago. La duración puede variar desde unas horas hasta varios días.

Este dolor se debe a las deficiencias de oxígeno en la zona de corazón atacada. En la fase inicial del proceso, se presenta, a veces, un momentáneo aumento de la presión arterial. Sin embargo, por regla general la presión desciende pronto, y el paciente entra en colapso, fenómeno que es, en gran parte, debido a la disminución de energía contráctil del corazón lesionado. El enfermo siente una extrema fatiga, está frío, muy pálido, y suda; el pulso es débil y frecuente. A tal conjunto de síntomas se asocian, a menudo, la náusea y una cierta dificultad respiratoria

A continuación, de la zona lesionada entran en la sangre sustancias proteicas y enzimas, fruto de la destrucción de las células. Las primeras, a partir, en general, del día siguiente, determinan una pequeña subida febril (37,5°-38,5°) que desaparecerá, al cabo de muy pocos días, y un aumento de los glóbulos blancos y de la velocidad de sedimentación de los glóbulos rojos. Estos datos, junto con la determinación de las enzimas en la sangre, permiten al médico orientarse sobre la importancia del daño sufrido por el corazón.

La ayuda más preciosa, de todas formas, tanto para formular diagnóstico como para controlar la evolución del infarto, es el electrocardiograma. Con el, en efecto, se determinan características variaciones, tanto en la fase aguda como en los diversos períodos de la fase crónica, que permiten una precisa valoración de la extensión y la localización de la zona atacada, y un juicio seguro sobre la evolución del infarto .

 

TRATAMIENTO

El tratamiento del infarto se debe realizar en el hospital, en las unidades coronarias. La rapidez en iniciar el tratamiento adecuado es vital. Usualmente, el tratamiento consiste en la administración intravenosa de vasodilatadores coronarios, en particular de nitroglicerina y en algunos casos, nitroprusiato. En algunos casos, el trombo que obstruye la arteria coronaria podrá ser eliminado por métodos mécanicos o con unas sustancias que disuelven el trombo (trombolíticos)

A veces es necesario, para evitar la repetición del infarto, la realización de alguna intervención como la reapertura del vaso colapsado mediante un globo inflable en el extremo de un tubo insertado por el brazo o la ingle (angioplastia coronaria), la colocación de un dispositivo llamado stent para evitar el colapso del vaso o la operación para puentear los trozos obstruidos de los vasos coronarios ("by-pass" coronario).

En caso de ataque agudo, si ya ha sufrido ataques previamente de angina de pecho, la nitroglicerina sublingual o en spray, reduce el dolor. Antes de acudir al médico, tome una aspirina

 

CUIDADOS y VUELTA A LA VIDA ACTIVA

Ahora hay que considerar dos cosas: ante todo, que se ha perfeccionado la terapéutica, consiguiendo que sea menor el porcentaje de mortalidad; en segundo lugar, considérese que el enfermo puede mirar con serenidad a su propio futuro, si ha superado la fase aguda. El enfermo, con frecuencia, tiene un estado de ánimo resignado o de víctima, a causa del trauma psíquico del infarto; debe vencerlo, porque no está justificado. Algunos clínicos, aconsejan a los enfermos que se muevan, incluso a la semana de haber sufrido el infarto; todos los demás están de acuerdo al considerar que conviene mantener al enfermo en reposo absoluto alrededor de un mes. Durante este período, podrá repararse la zona afectada del corazón, formándose una cicatriz. Por ello, se exigirá al corazón el menor trabajo posible, para que la reparación tenga lugar sin agobios. El enfermo podrá sentarse en una butaca durante un número de horas, que será cada vez mayor con el transcurso de los días. Al final del segundo mes, dará paseos al aire libre, teniendo cuidado de no someterse a cambios de temperatura y de no realizar esfuerzos excesivos. El médico adapta este esquema general a cada caso, basándose en la importancia del infarto