LA EDAD CRITICA DE LA MUJER

La Edad Crítica de la Mujer

Evolución de la sexualidad

Según Marañón, la mujer es un estado intermedio entre el niño y el varón. El individuo humano, tanto si es varón como hembra, nace en el estado infantil, se desarrolla después en sentido femenino y únicamente como etapa final llega a adquirir la masculinidad. En el varón, la pubertad masculina es "critica" ya que pasa por una breve y a veces imperceptible fase femenina. Es la epoca del "efebo" que luego es superada al llegar la virilidad. Podríamos decir que la crisis o el climaterio del varón tiene lugar en la pubertad. En cambio, al llegar a los 50 años, el paso del varón joven a varón viejo es tranquilo, sin crisis.

En la mujer sucede lo contrario. La mujer despierta a la sexualidad femenina sin ninguna etapa intermedia pero al declinar la vida sexual experimenta una profunda crisis endocrina, psiquica y somática pasando por un momento más o menos marcado de masculinización. Como veremos más adelante, al llegar el climaterio, el ovario segrega más andrógenos (hormonas masculinas) que estrógenos. Si la mujer no se masculiniza de una manera apreciable es debido a que estos andrógenos son transformados a estrógenos en la grasa. La masculinización de la mujer a los 50 años también existe psíquicamente como lo demuestran las múltiples mujeres que, quedándose viudas a esta edad, son capaces de sustituir con ventaja a sus maridos en todos los aspectos de la vida. Unamuno calificó a este tipo de mujer con el nombre de "varona".

Genética de la evolución sexual

Esta teoría de Marañón, enunciada en 1929, fué objeto de muchas controversias. Sin embargo, años después se ha ido confirmando la realidad de esta teoría. No solamente se ha descubierto que el ovario viejo produce más andrógenos y que el testículo senescente produce más estrógenos, sino que además se ha visto en otras especies animales esta diferenciación sexual.

Es bien sabido que la determinación del sexo es genética y se debe al apareamiento de los cromosomas sexuales. En la especie humana y los mamíferos, hay dos cromosomas X en los hembras, mientras que en los machos hay un cromosoma X y un cromosoma Y. Al producir la meiosis o división reductiva, los ovocitos son siempre portadores de un cromosoma X, mientras que los espermios llevan unos el cromosoma X y otros el Y. Esto quiere decir que, en un eyaculado de espermios, aproximadamente el 50% son XX y el 50% XY. Si un espermio con 23 cromosomas XX se fusiona con un óvulo que siempre es XY, se forma un ovocito 46 XX, es decir una hembra; si se fusiona un espermatozoide 23 XY con un óvulo que siempre tiene 22 XY, se forma un embrión que tendrá 46 XY, es decir un varón.

En las aves, el fenómeno se produce a la inversa. Los cromosomas que se llaman Z y W y las hembras llevan un cromosoma Z y uno W, mientras que los machos portan cromosomas ZZ. En este caso, el que lleva la intención sexual no es el espermatozoide sino el óvulo. A este fenómeno le llamamos protandria porque el sexo masculino es el sexo básico. mientras que en el hombre se da la protoginia, el sexo el básico es el femenino.

En los anfibios y batracios se dan ambos fenómenos: la rana es protogínica mientras que el sapo es protándrico. En los peces, hay especies protogínicas y especies protándricas. En los batracios sobre todo, la especie donde más se ha estudiado, se ha demostrado que el ovario y el testículo no se desarrollan de una manera uniforme, como en los mamíferos, sino que se van desarrollando poco a poco. En los renacuajos se engendra primero un ovario que se transforma en un testículo cuando el animal evoluciona a macho. Es decir, se produce un cambio de sexo en la metamorfosis de renacuajo a rana adulta. En el sapo, el cambio se produce al revés. En las aves, por ejemplo en la gallina, se produce una gonada indiferente, que no es ni masculina ni femenina aunque tiene una cierta predominancia masculina. Como la especie es protándrica, al crecer lo que era inicialmente un pollito se convierte en una gallina. Por lo tanto, en los vertebrados inferiores hay un paso mucho más acusado que en el hombre en la masculinidad o feminidad (protandria) o al revés un paso de la feminidad a la masculinidad (protoginia), dependiendo del sexo definido por cromosomas iguales.

En resumen, la especie humana no hace sin cumplir un fenómeno general de la sexualidad con arreglo a unas características genéticas.