Oskar Minkowski (1858-1931)
Josef von Mering (1849-1908)
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Las funciones
del páncreas como glándula capaz de reducir los niveles
de glucosa en sangre comenzaron a aclararse en la segunda mitad del
siglo XIX. En 1889, Oskar Minskowski y
Josef von Mering, trantando de averiguar
si el páncreas era necesario para la vida, pancreatectomizaron
un perro. Después de la operación ambos investigadores
observaron que el perro mostraba todos los sintomas de una severa diabetes,
con poliuria, sed insaciable e hiperfagia. Minskowski observó,
asímismo, hiperglucemia y glucosuria. De esta manera quedó
demostrado que el páncreas era necesario para regular los niveles
de glucosa y estimuló a muchos investigadores a tratar de aislar
del páncreas un principio activo como un posible tratamiento
de la enfermedad.
Por otra
parte, ya en 1869 un joven médico berlinés, Paul
Langerhans mientras que trabajaba en su tesis doctoral, habia
observado unos racimos de células pancreáticas bien diferenciadas
de las demás y que podían ser separadas de los tejidos
de los alrededores. Langerhans, que entonces tenía 22 años,
se limitó a describir estas células sin entrar a tratar
de averiguar cual era su función.
Hubo que
esperar hasta 1893, fecha en la que un médico belga, Edouard
Laguesse, sugirió que estos racimos de células,
que el había llamado "islotes de Langerhans" constituían
la parte exocrina del páncreas. Sus ideas fueron continuadas
por Jean de Meyer quien denominó "insulina" a la sustancia
procedente de los islotes (en latin islote se denomina "insula")
que debía poseer una actividad hipoglucemiante pero que todavía
era hipotética.
En los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, se realizaron
grandes esfuerzos para aislar la insulina. Uno de los primeros investigadores
en obtener resultados fué el alemán Georg Zuelger quién
obtuvo una serie de extractos pancreáticos que eran capaces de
reducir los síntomas de diabetes en un perro previamente pancreatectomizado.
Zuelger publicó sus resultados en 1907 e inclusó patentó
su extracto ("Acomatol"). Sin embargo, los graves efectos
tóxicos que producía hicieron que renunciase a seguir
sus experimentaciones.
El médico
rumano Nicolas Paulesco también
preparó un extracto a partir de páncreas congelados de
perro y de buey y demostró que los mismos eran capaces de revertir
la hiperglucemia. De hecho, uno de los extractos preparados por Paulesco
era tan potente, que uno de los perros tratados murió debido
a una hipoglucemia. Debido a la Primera Guerra Mundial, las observaciones
de Paulesco sobre los efectos de su "pancreatina" no fueron
publicados hasta 1921. Lo mismo que en el caso de Zuelger, los efectos
tóxicos de los extractos excluían cualquier posibilidad
de una administración terapeútica.
A pesar
de que téoricamente se estaba próximo a resolver el problema
de la diabetes, la verdad es que hasta entrados los años 20,
los diabéticos tenían pocas posibilidades de sobrevivir.
Las dietas anoréxicas promovidas por el diabetólogo bostoniano
Frederick M. Allen, solo conseguían prolongar en unos pocos meses
la vida. Los tratamientos existentes en poco diferían de los
propuestos por Arateus, casi 2000 años antes.
Otros
descubrimientos relacionados con la diabetes también tuvieron
lugar en la segunda mitad del siglo XIX. William Prout (1785-1859) asoció
el coma a la diabetes; el oftalmólogo americano, H.D. Noyes observó
que los diabéticos padecían una forma de retinitis y Kussmaul
(1822-1902) describió la cetoacidosis.
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