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DESCRIPCIÓN
La
clorpromazina es un neuroléptico antipsicótico perteneciente
a la familia de las fenotiazinas. Aunque inicialmente prescrita para
el tratamiento de la esquizofrenia, también se emplea para aliviar
las náuseas, el hipo intratable, y las manifestaciones de tipo
maníaco de algunas enfermedades maniaco-depresivas. Igualmente
es utilizada como adyuvante en la porfiria intermitente aguda y del
tétanos.
Mecanismo
de acción: la clorpromazina es un antagonista de los receptores
dopaminérgicos D2 y similares (D3 y D5) y, a diferencia de otros
fármacos del mismo tipo, muestra una alta afinidad hacia los
receptores D1. El bloqueo de estos receptores induce una reducción
de la transmisión neuroléptica en el cerebro anterior.
La dopamina incapaz de unirse a sus receptores experimenta una retroalimentación
cíclico que estimula a las neuronas dopaminérgicas para
que liberen más neurotransmisor, lo que se traduce en un aumento
de la actividad dopaminérgica neural en el momento en el que
se administra la clorpromazina. Posteriormente, la producción
de dopamina disminuye sustancialmente siendo aclarada de la hendidura
sináptica y como consecuencia, reduciéndose la actividad
neuronal.
Adicionalmente,
la clorpromazina bloquea los receptores serotoninérgicos 5-5HT1
y 5-HT2 lo que induce efectos ansiolíticos y antiagresivos y
una atenuación de los efectos extrapiramidales. Sin embargo,
al mismo tiempo, se produce hipotensión, sedación, ganancia
de peso y dificultad en la eyaculación. Otros receptores qué
también son bloqueados con los histamínicos H1 (con los
correspondientes efectos antieméticos, sedantes y estimulantes
del apetito), los receptores a1 y a2-adrenérgicos (que inducen
hipotensión, taquicardia refleja, hipersalivación, incontinencia
urinaria y disfunción sexual) y los receptores muscarínicos
M1 y M2 que causan efectos anticolinérgicos (sequedad de boca,
constipación, visión borrosa y taquicardia sinusal.
Finalmente,
la clorpromazina es un inhibidor presináptico de la recaptación
de serotonina produciendo unos efectos antidepresivos y antiparkinsonianos
moderado, aunque también es el responsable de la agitación
psicomotora y de la amplificación de la psicosis que a veces
se observa en la clínica.
Farmacocinética:
la clorpromazina se administra por vía oral, parenteral y rectal.
Como todas las fenotiazinas es una fármaco altamente lipófilo
que se une en una elevada proporción a las proteínas del
plasma (95-98%). Las concentraciones más elevadas del fármaco
se encuentran en el cerebro, pulmones y otros tejidos muy irrigados.
Atraviesa la barrera placentaria y se excreta en la leche materna. El
metabolismo de la clorpromazina disminuye con la edad, siendo menor
en los ancianos. En comparación con otros neurolépticos
como la flufenazina, los efectos anticolinérgicos de la clorpromazina
no afectan la absorción gastrointestinal del fármaco.
Después de su administración oral, solo el 32% de la dosis
aparece en su forma activa en la circulación sistémica,
debido a un metabolismo hepático de primer paso. Después
de administraciones repetidas, la biodisponibilidad se reduce hasta
el 20%. Las concentraciones máximas del fármaco se observan
a las 1-4 horas después de su administración.
La
semi-vida de eliminación es de unas 16-30 horas produciendo un
gran número de metabolitos de diferentes actividades farmacológicas
y diverso comportamiento farmacocinético. La clorpromazina se
metaboliza por las isoenzimas del citocromo P450 CYP1A2 y CYP2D6. Menos
del 1% de la dosis administrada es metabolizada como fármaco
nativo.
INDICACIONES
Y POSOLOGIA
Tratamiento
de los estados maníacos o de la esquizofrenia aguda en pacientes
hospitalizados:
Administración
intramuscular
- Adultos:
las dosis iniciales son de 25 mg. Si fuese necesario administrar en
una hora una nueva inyección de 25 a 50 mg. Las siguientes
dosis intramusculares se deben ir aumentando progresivamente a lo
largo de varios días hasta 400 mg cada 4 o 6 horas hasta que
el paciente es controlado. Una vez que el paciente está tranquilo
durante 24 a 48 horas pasar a la administración oral
Administración
oral:
- Adultos:
las dosis usuales en un paciente estabilizado después de un
tratamiento intramuscular son de 500 mg/día, aunque si fuera
necesario, estas dosis se pueden aumentar hasta los 2000 mg o más.
Sin embargo, no se consiguen grandes beneficios cuando se superan
las dosis de 1000 mg/día
En
general, los ancianos requieren dosis algo menores.
Tratamiento
de los estados maníacos o de la esquizofrenia aguda en pacientes
ambulatorios:
Administración
oral:
- Adultos:
las dosis iniciales suelen ser de 10 a 25 mg dos veces al día.
Estas dosis de pueden ir aumentando progresivamente a partir del segundo
día hasta llevar a la dosis eficaz, que en la mayoría
de los casos suele ser de unos 400 mg/día. Los incrementos,
de 20 a 50 mg, se deberán llevar a cabo a intervalos de 3 o
4 días.
Tratamiento de náuseas y vómitos: Administración
intramuscular:
- Adultos:
las dosis usuales son de 25 mg. Si no se produce hipotensión,
se pueden administrar dosis de 25 a 50 mg cada 3 o 4 horas hasta que
cesan los vómitos. Seguidamente, se administran dosis orales.
Las inyecciones intramusculares deben practicarse lentamente en el
cuadrante superior de las nalgas. Se recomienda que el paciente quede
en observación durante 30 minutos por si se produjera alguna
reacción de hipotensión
- Niños:
entre 0.5 y 2 mg/kg cada 6 a 8 horas. Las dosis máximas para
pacientes pediátricos de 6 meses a 5 años no deben superar
los 40 mg/día y para los niños de 5 a 12 años
los 75 mg/día .
Administración
oral:
- Adultos:
las dosis usuales son de 10 a 25 mg cada 4 a 6 horas.
- Niños:
de 0.5 a 2 mg/kg cada 4-6 horas.
Administración
rectal:
- Adultos:
usualmente un supositorio de 100 mg cada 6-8 horas.
- Niños:
0.5 a 2 mg/kg cada 4-6 horas.
Tratamiento
del hipo recalcitrante:
Comenzar
por administrar la clorpromazina por vía oral, pasado a la vía
intravenosa si la condición se mantiene a los 2 o 3 días.
Administración
oral:
- Adultos;
25 a 50 mg dos o cuatro veces al día
Administración
intravenosa:
- Adultos:
con el paciente hospitalizado administrar 25 a 50 mg en 500 o 1000
mL de salino por infusión lenta. Durante el procedimiento,
se debe vigilar la presión arterial
Porfiria intermitente aguda:
Administración
intramuscular:
- Adultos:
las dosis usuales son de 25 mg 2 o 4 veces al día, hasta que
el paciente puede ser transferido a un tratamiento oral
Administración
oral:
- Adultos:
las dosis usuales son de 25 a 50 mg dos o cuatro veces al día.
Usualmente, el tratamiento se discontinua después de varias
semanas, aunque algunos pacientes pueden necesitar un dosis de mantenimientos
de 25 mg.
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Tétanos:
Administración
intramuscular o intavenosa:
- Adultos:
las dosis usuales son de 25 a 50 mg tres o cuatro veces al día,
concomitantemente con barbitúricos. Las dosis totales y la
frecuencia de las administraciones dependerán de la respuesta
del paciente. En el caso de inyecciones intravenosa, diluir hasta
una concentración de 1 mg/mL o menos e inyectar a razón
de 1 mg/minuto.
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CONTRAINDICACIONES
Y PRECAUCIONES
Se
han descrito algunos casos de muerte súbita en pacientes tratados
con fenotiazinas. En algunos casos, estas muertes han sido atribuídas
a un fallo cardíaco o a asfixia por un fallo del reflejo de la
tos.
La
clorpromazina está contraindicada en pacientes con hipersensibilidad
a las fenotiazinas. No se debe utilizar en estados comatosos o en presencia
de alcohol, barbitúricos y otros fármacos depresores del
sistema nervioso central. Los pacientes con depresión de la médula
ósea o que hayan mostrado reacciones de hipersensibilidad como
ictericia o discrasias sanguíneas no deberán ser tratados
con clorpromazina.
Los
síntomas extrapiramidales que pueden producirse después
de la clorpromazina pueden confundirse con los síntomas o signos
de una enfermedad no diagnosticada responsable de los vómitos
como una encefalopatía o el síndrome de Reye.
En
los pacientes tratados con fármacos antipsicóticos, incluyendo
la clorpromazina, puede desarrollarse discinesia tardía, una
condición a veces irreversible, caracterizada por movimientos
involuntarios e incontrolados. Los ancianos son más propensos
a presentar este síndrome, en particular las mujeres, siendo
imposible predecir su aparición al comenzar un tratamiento antipsicótico.
También se desconoce si algunos antipsicóticos tiene un
mayor o menor potencial para desencadenar este síndrome. Se cree
que tanto la aparición como la irreversibilidad de la discinesia
tardía están en relación con la duración
y las dosis de los tratamientos. En los tratamientos cortos y con dosis
pequeñas, la aparición de esta condición suele
ser menor.
No
se conocen tratamientos para la discinesia tardía, aunque este
síndrome puede remitir parcial o totalmente cuando se suprime
el tratamiento neuroléptico. Por otra parte, la misma clorpromazina
puede reducir o enmascarar los síntomas de una discinesia prexistente.
Por estos motivos, los antipsicóticos crónicos se deben
reservar para aquellos pacientes que padecen una enfermedad crónica
y que no responden a otros tratamientos. Si no hay otras alternativas,
los tratamientos con clorpromazina deben ser lo más cortos y
con las dosis más pequeñas posibles con frecuentes evaluaciones
del paciente por si se presentasen síntomas de discinesia, en
cuyo caso de debe discontinuar el fármaco.
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El
síndrome neuroléptico maligno es una condición
asociada a tratamientos con fármacos neurolépticos como
los antipsicóticos o antidepresivos. Se caracteriza por hiperpirexia,
rigidez muscular, alteración del estado mental e inestabilidad
autonómica con pulso o presión arterial irregulares, taquicardia,
diaforesis y arritmias.
En
el caso de manifestarse un síndrome neuroléptico maligno,
se deben discontinuar el neuroléptico y cualquier otra medicación
que no sea imprescindible, comenzando un tratamiento sintomático.
Una vez recuperado el paciente del síndrome neuroléptico
maligno la reintroducción del fármaco deberá ser
sopesada cuidadosamente ya que se han producido reincidencias del síndrome.
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Se
ha descrito un síndrome de encefalopatía, caracterizado
por debilidad, letargia, fiebre, confusión, síntomas extrapiramidales,
leucocitosis, elevación de las enzimas hepáticas en algunos
pacientes tratados con litio y una antipsicótico. Ocasionalmente,
este síndrome ha provocado lesiones cerebrales irreversibles.
Este síndrome encefalopático puede ser similar al síndrome
neuroléptico maligno. Los pacientes tratados con litio y clorpromazina
deberán ser estrechamente vigilados.
La
clorpromazina puede alterar las capacidades mental y física,
en particular durante los primeros días de tratamiento. Los pacientes
que deban conducir o manejar maquinaria o realizar tareas que requieren
una alerta mental deberán prevenidos adecuadamente.
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La
clorpromazina se clasifica dentro de la categoría C de riesgo
en el embarazo. Los estudios en animales de laboratorio han mostrado
unos efectos potencialmente embriotóxicos con un aumento de la
muerte fetal y neonatal. No se han llevado a cabo estudios controlados
en el hombre de manera que no se aconseja el uso de la clorpromazina
durante el embarazo a menos de que los beneficios para la madre superen
los posibles riesgos para el feto. Se han comunicado casos de ictericia
prolongada, signos extrapiramidales e hiper- o hiporeflexia en recién
nacidos de madres tratadas con fenotiazinas. Por otra parte, no hay
que excluir posibles efectos neurológicos.
La
clorpromazina se excreta en la leche materna y debido a las potenciales
reacciones adversas para el lactante se deberá tomar la decisión
de suprimir o no la lactancia o discontinuar la clorpromazina en función
de la necesidad del fármaco para la madre.
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Debido
a sus efectos depresores sobre el sistema nervioso central, la clorpromazina
se debe usar con precaución en los pacientes con desórdenes
respiratorios crónicos tales como asma, enfisema o infecciones
respiratorias agudas. La clorpromazina puede suprimir el reflejo de
la tos, siendo posible la aspiración del vómito.
Los
fármacos antipsicóticos elevan los niveles de prolactina,
niveles que permanecen elevados durante todo el tratamiento. Dado que
aproximadamente un tercio de los cánceres de mama son dependientes
de la prolactina, este factor se deberá tener en cuenta al prescribir
clorpromazina a pacientes con un cáncer de mama previamente detectado.
Se ha observado un aumento de la incidencia de las neoplasias mamarias
en los animales de laboratorio tratados con antipsicóticos, aunque
no se han llevado a cabo estudios epidemiológicos para comprobar
si estos efectos son extrapolables al hombre.
Se
han observado aberraciones cromosómicas en los espermatocitos
de los animales de laboratorio tratados crónicamente con antipsicóticos.
Como
ocurre con todos los fármacos que ejercen un efecto anticolinérgico
o que producen midriasis, la clorpromazina deberá ser utiliza
con precaución en los pacientes con glaucoma.
Los
efectos antieméticos de la clorpromazina pueden enmascarar los
síntomas de sobredosis de otros fármacos como los quimioterápicos
y dificultar algunos diagnósticos que cursan con náuseas
y vómitos como la obstrucción intestinal, los tumores
cerebrales, el síndrome de Reye.
La
clorpromazina no produce dependencia psíquica ni tolerancia.
Sin embargo, la abrupta discontinuación de un tratamiento con
dosis altas puede producir una sintomatología que se asemeja
al síndrome de abstinencia (gastritis, náuseas, mareos,
temblores, etc). Estos síntomas pueden evitarse si se reducen
progresivamente las dosis de clorpromazina o manteniendo un tratamiento
con antiparkinsonianos durante varias semanas después de la retirada
del antipsicótico.
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INTERACCIONES
La
clorpromazina pueda antagonizar los efectos hipotensores de la guanetidina
y otros fármacos de la misma familia. Se deberá monitorizar
adecuadamente la presión arterial en el caso de la administración
concomitante de ambos fármacos.
El
uso combinado de litio y clorpromazina puede ocasionar un síndrome
encefalopático.
La
toxicidad de algunos fármacos antineoplásicos que se manifiesta
por náuseas y vómitos puede quedar enmascarada por la
clorpromazina.
La
presencia de fenotiazinas en la orina puede producir falsos positivos
en las pruebas para el diagnóstico de la fenilcetonuria.
La
clorpromazina prolonga e intensifica los efectos de los depresores del
sistema nervioso central tales como los barbitúricos y los narcóticos.
Cuando se administran concomitantemente con la clorpromazina, las dosis
de estos fármacos se deben reducir a la mitad o a la cuarta parte.
Sin embargo, la clorpromazina no intensifica los efectos anticonvulsivantes
de los barbitúricos y, por lo tanto, las dosis de estos no deben
ser reducidas, siendo preferible iniciar la clorpromazina con dosis
más bajas.
La
clorpromazina disminuye el umbral convulsivante, pudiendo ser necesarios
reajustes de las dosis de los fármacos anticonvulsivantes. Sin
embargo, la clorpromazina puede interferir con el metabolismo de la
fenitoína aumentando su toxicidad.
La
administración concomitante de clorpromazina y propranolol ocasiona
un incremento de los niveles plasmáticos de ambos fármacos.
Los
diuréticos tiazídicos acentúan la hipotensión
ortostática inducida por las fenotiazinas. Como todas las fenotiazinas,
la clorpromazina disminuye la eficacia de los anticoagulantes. Se recomienda
la monitorización frecuente del INR cuando se administran concomitantemente
warfarina o acenocumarina.
La
clorpromazina no se debe utilizar concomitantemente con la metrizamida,
debido que el medio de contraste reduce el umbral convulsivante. La
clorpromazina debe ser discontinuada al menor 48 horas antes de la mielografía
y no se debe reinstaurar en las siguientes 24 horas. Tampoco se debe
usar con antiemético para evitar o tratar las náuseas
que pueden aparecer durante o después de la mielografía.
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El
zumo de pomelo contiene la 6,7-dihidroxibergamotina, una furanocumarina
que inhibe la CYP 3A4 de los enterocitos y, por lo tanto se recomienda
que este zumo de fruta no sea consumido durante un tratamiento con clorpromazina,
ya que puede producirse un aumento de la sedación y otros efectos
adversos.
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REACCIONES
ADVERSAS
Algunas
de las reacciones adversas de la clorpromazina pueden producirse con
más probabilidad o con mayor intensidad en pacientes con algún
problema médico especial como la insuficiencia mitral o el feocromocitoma.
Así, algunos pacientes con estas condiciones subyacentes han
experimentado graves hipotensiones después de un tratamiento
con clorpromazina a las dosis recomendadas. Algunas de las reacciones
adversas más frecuentes observadas durante los tratamientos con
clorpromazina son:
Somnolencia,
usualmente ligera a moderada, durante las primeras dos semanas, desapareciendo
poco después en la mayoría de los casos.
Ictericia:
la incidencia de este efecto secundario es pequeña independientemente
de las indicaciones o de las dosis, hasta el punto de que muchos investigadores
estiman que se trata de una reacción de sensibilización.
En la mayor parte de los casos, la ictericia se presenta entre la segunda
y cuarta semana, caracterizándose por un cuadro similar al de
una hepatitis infecciosa con signos de laboratorio de una ictericia
obstructiva mas que de un daño del parénquima. Aunque
es reversible al discontinuar la medicación se han descrito casos
aislados de ictericia crónica. No hay pruebas de que una enfermedad
hepática prexistente predisponga o haga a los pacientes más
susceptibles a la ictericia. Es más se han tratado muchos casos
de cirrosis alcohólica con clorpromazina sin problemas. Sin embargo,
la clorpromazina se debe usar con precaución en pacientes con
enfermedades hepáticas. En el caso de aparecer fiebre con síntomas
parecidos a los de la gripe, se deben llevar a cabo pruebas hepáticas,
discontinuando la clorpromazina si se observase alguna anormalidad.
Desórdenes
hematológicos: se han comunicado casos de agranulocitosis, eosinofília,
leucopenia, anemia hemolítica, anemia aplásica, púrpura
trombocitopénica y pancitopenia. Debe prestarse atención
si el paciente presenta un súbito dolor de garganta u otros signos
de infección, que pueden ser debidos a una depresión de
la función medular. La mayoría de las veces estas reacciones
adversas se presentan entre la 4ª y 10ª semanas. Una moderada
reducción de la cuenta de leucocitos no hace necesaria una interrupción
del tratamiento.
Reacciones
cardiovasculares: después de la primera inyección puede
producirse una hipotensión postural, taquicardia y mareos. Estos
efectos secundarios también pueden producirse después
de inyecciones repetidas siendo muy raros después de dosis orales.
Usualmente el paciente se recupera en 0.5 a 2 horas, aunque en raras
ocasiones estos efectos pueden ser más intensos y prolongados
produciendo una situación parecida a un shock.
Para
minimizar estos efectos cardiovasculares el paciente debe permanecer
acostado durante media hora, manteniendole la cabeza baja y las piernas
en alto. Pueden utilizarse algunos vasoconstrictores, pero no la epinefrina
que puede producir una reducción paradójica de la presión
arterial.
Se
han observado algunos cambios inespecíficos del electrocardiograma
(distorsiones reversibles de las ondas Q y T) en algunos pacientes tratados
con fenotiazinas, incluyendo la clorpromazina.
Reacciones
sobre el sistema nervioso central: las reacciones neuromusculares
entre las que se incluyen distonías, seudoparkinsonismo
y discinesia tardía son dosis-dependientes. Las distonías
se caracterizan por espasmos de los músculos del cuello,
que progresan a veces a una tortícolis aguda, rigidez de
los músculos extensores de la espalda, espasmos carpopedales,
trismo, dificultadas de la deglución y protrusión
de la lengua. Estos síntomas desparecen en unas pocas horas
después de discontinuar el fármaco. En los casos
moderados, la administración de barbitúricos suele
hacerlos desaparecer, mientras que en los casos más graves
los antiparkinsonianos (excepto la levodopa) producen la rápida
desaparición de los mismos. Una vez controlados estos síntomas,
si se reinstaura el tratamiento con clorpromazina, se deberán
emplear dosis más bajas.
Agitación
motora: se caracteriza por temblores, agitación y a veces
insomnio, síntomas que suelen desaparecer espontáneamente.
A veces estos síntomas son similares a los síntomas
neuróticos o psicóticos iniciales. Las dosis de
clorpromazina no se deben incrementar hasta esta sintomatología
no haya desaparecido. El tratamiento con antiparkinsonianos, benzodiazepinas
o propranolol suele aliviar estas reacciones adversas.
Los
síntomas de seudoparkinsonismo incluyen cara de máscara,
babeos, temblores, rigidez articular, movimientos rotatorios inconexos
y marcha arrastrando los pies. En la mayor parte de los casos
desaparecen cuando se administra concomitantemente un antiparkinsoniano
(con excepción de la levodopa). Ocasionalmente, puede ser
necesaria una reducción de la dosis de clorpromazina o
su retirada total.
Como
todos los fármacos antipsicóticos, la clorpromazina
puede inducir una discinesia tardía durante o después
de un tratamiento crónico. Es mucho menos frecuente en
los tratamientos cortos con dosis bajas. También se ha
descrito una variante de la discinesia tardía, la distonía
tardía. No se conocen tratamientos para estas condiciones.
Se ha observado que unos pequeños movimientos vermiculares
de la lengua podrían ser un signo precoz de esta condición,
y que si se interrumpe la medicación en este punto, no
llega a desarrollarse la discinesia.
Otras
reacciones adversas sobre el sistema nervioso central son síntomas
psicóticos y estados catatónicos que son muy poco
frecuentes. También se han comunicado casos de síndrome
neuroléptico maligno, edema cerebral y convulsiones (petit
mal y grand mal) en particular en pacientes con historia de estos
desordenes.
Finalmente
se han observado anomalías en la composición de
las proteínas del líquido cefalorraquídeo.
Reacciones
sobre el sistema nervioso autonómico : se han descrito
ocasinalmente, sequedad de boca, congestión nasal, náuseas,
constipación, obstipación, íleo adinámico,
retención urinaria, priapismo, midriasis y miosos, colon
atónico, impotencia y desórdenes de la eyaculación.
Reacciones
alérgicas: se han descrito urticaria moderada y reacciones
de fotosensibilidad. Se debe evitar la exposición al sol
durante el tratamiento con clorpromazina. Ocasionalmente, se han
descrito reacciones más severas, incluyendo dermatitis
exfoliativa. Con menor frecuencia se han dado casos de asma, edema
laríngeo, edema angioneurótico y reacciones anafilácticas.
El manejo de la clorpromazina inyectable puede inducir dermatitis
de contacto, recomendándose el uso de guantes de goma.
También se han descrito edema periférico y síntomas
que simulan un lupus eritematoso sistémico.
Reacciones
endocrinas: se han descrito aumento moderado de las mamas y secreciones
lácteas en mujeres tratadas con dosis elevadas de clorpromazina.
En el caso de ser muy persistentes, se recomienda la discontinuación
del fármaco. Se han comunicado también amenorrea
y ginecomastia y en algunos falsos positivos en las pruebas de
embarazo. Por otra parte, en algunos pacientes la clorpromazina
afecta al metabolismo de la glucosa, habiendose descrito hipoglucemias,
hiperglucemias y glucosuria.
Se
han descrito igualmente aumento del apetito con la correspondiente
ganancia de peso.
Cuando
la clorpromazina se administra de forma crónica durante
períodos prolongados puede inducir alteraciones oculares
y pigmentación de la piel, en particular en mujeres tratadas
durante 3 años o más con dosis de 500 a 1500 mg
al día. Esta pigmentación, que aparece en las áreas
expuestas de la piel, varía entre un oscurecimiento apenas
perceptible hasta una pigmentación color gris pizarra,
a veces con una tonalidad violácea. Los exámenes
histológicos señalan que se trata de complejos de
melanina que se acumulan en la dermis. Esta pigmentación
puede desvanecerse al discontinuar el fármaco.
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Las
alteraciones oculares producidas por la clorpromazina son más
frecuentes que la pigmentación de la piel y pueden ocurrir en
pacientes con o sin pigmentación, generalmente en tratamientos
de 2 años o más con dosis de 300 mg o más. Se caracterizan
por depósitos de un material muy fino en el cristalino o en la
cornea. En los casos más avanzados, se producen opacidades en
forma de estrella en la parte anterior del cristalino. En algunos casos
también pueden producirse queratopatías epiteliales y
retinopatía pigmentaria. Al parecer estas alteraciones visuales
desaparecerían al discontinuar el fármaco
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Después
de las inyecciones intramusculares de dosis elevadas puede producirse
hipertermia y fiebre moderada.
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PRESENTACION
- Largactil,
comp. 25 y 100 mg. Gotas 40 mg/mL, AVENTIS FARMA
- Thorazine:
comp. 10, 25, 50, 100 y 200 mg; amp.40 mg/ml; supositorios de 25 y
100 mg. SKF
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REFERENCIAS
- Rosenbloom
M. Chlorpromazine and the psychopharmacologic revolution , JAMA:
2002 Apr 10; Vol. 287 (14), pp. 1860-1
- Tényi,
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. Vol. 2 Issue 1, p23-28
- Howard
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Nov 21; Vol. 305 (6864), pp. 1237-8
- Eberhard
J, Lindström E, Levander S. Tardive dyskinesia and antipsychotics:
a 5-year longitudinal study of frequency, correlates and course. Int
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- Beckmann
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JM, Casper R. Antipsychotic drugs: clinical pharmacology and therapeutic
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- Tobias
LL, MacDonald ML. Withdrawal of maintenance drugs with long-term hospitalized
mental patients: a critical review. Psychol
Bull. 1974 Feb;81(2):107-25.
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Monografía
creada el 1 de Diciembre de 2008.Equipo de redacción de IQB (Centro colaborador de La Administración Nacional de Medicamentos, alimentos y Tecnología Médica -ANMAT - Argentina).
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